sábado, 21 de marzo de 2015

La duda





       Desde que tengo uso de razón, siempre me ha asaltado la duda en cualquier momento de la vida, al tener que elegir una u otra alternativa. Llorar o reír, estudiar o jugar, dormir o soñar.

       Nos movemos por impulsos, aunque en nuestro mecanismo influyen varios factores que puedan determinar nuestra decisión. La razón y el corazón están echándose un pulso constantemente. En la vida encontramos muchos binomios o alternativas: el bien y el mal, la cordura o la locura, el miedo o el valor.

       Analizando mi trayectoria, contemplo las tesituras que la vida me ha puesto en el camino y hoy, a tiro pasado, voy puntuando desde mi perspectiva de una vida actual tranquila y sosegada, las decisiones tomadas. He puesto en la balanza las que creo positivas, las mejorables y las que nunca debería haber tomado. He llegado a la conclusión de que entre todas, he tenido una existencia aceptable.

       ¿Qué habría cambiado si en alguna de las disyuntivas hubiera dado por buena la otra alternativa? Habría cambiado totalmente el discurrir de mi trayectoria.

       No cambiaría nunca el dictado que mi corazón me dio al elegir a mi compañera de viaje, teniendo en cuenta que ella también me eligió a mí.

       No cambiaria mi lucha por conseguir una existencia, para mí y los míos, plena de emociones y sentimientos, para nada aburrida, con altibajos que te empujen a superarte, con cansancio como recompensa a tu esfuerzo, creando a tu alrededor una vida social sólida y enriquecedora.

       No cambiaría ver por primera vez la cara de mis hijos y escuchar el latido de su pequeño corazón. Hijos deseados y recibidos con todo el amor que somos capaces de sentir los seres humanos.

No cambiaría cumplir años junto a mis seres queridos, y desear reunirlos a todos en el próximo.

No cambiaria recordar con cariño a todos los que han contribuido a forjar mi espíritu, familiares, amigos, compañeros, que ya han cumplido su ciclo vital.

No cambiaría….

Creo que no me va a dar tiempo para escribir lo que sí cambiaría, porque todavía me quedan infinidad de vivencias positivas por contaros.

La vida es única y no podemos dudar. ¡Hay que vivirla!

Rabo de lagartija

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