miércoles, 4 de marzo de 2015

El árbol





         El secretario municipal inició la sesión con la lectura del acta anterior y su posterior aprobación. Luego, se inició el debate del único punto del orden del día: la remodelación de la plaza mayor, con una subvención que habían recibido de la Diputación Provincial.
El grupo gobernante presentó su proyecto que explicaron a todos los presentes, concejales y ciudadanos presentes en el pleno.

         Luego actuaron los grupos de la oposición dando su particular punto de vista a dicha remodelación. El ambiente se fue caldeando a la vista de las divergencias de opinión. Se escucharon voces del público asistente, a favor o en contra de uno u otro proyecto. Había un problema al que no se le veía una solución consensuada: ¿Qué hacemos con el árbol que está en medio de la plaza?

         Los conservadores defendían la permanencia del árbol porque era una tradición ancestral que venía de antiguo. Al principio los vecinos se reunían alrededor del árbol y acordaban lo que había que hacer para cubrir las necesidades comunitarias. Los progresistas defendían el derribo del árbol porque era un estorbo para la actividad social y culturar. Las raíces levantaban el firme de la plaza, dando lugar a tropiezos y caídas y a la imposibilidad de bailar en las fiestas. Promovieron la creación de un quiosco elevado multifuncional. Los ecologistas y los verdes promovían la creación de un miniparque en el centro de la plaza, conservando el árbol y creando una serie de terrazas para salvar los desniveles de las raíces.

         Hubo un grupo de ciudadanos, independientes, que propusieron una plaza multifuncional, con canastas, pista para patines, celebración de mercadillos, celebraciones infantiles, juveniles y de la tercera edad, con una fuente pública y luces indirectas y de bajo consumo, Un proyecto rupturista respecto a los demás.

         Al no llegar a un acuerdo, se pospuso para un mes después la resolución del proyecto, dando tiempo a hacer campañas de concienciación del ciudadano por parte de cada grupo político y, como culminación, se efectuaría un referéndum, para que el pueblo votase, y ver qué proyecto tenía más aceptación.

         Pasó el mes, entre mítines, corrillos, acuerdos en la sombra, disciplinas de partido y otros quehaceres normales en estas situaciones. Llegó el día. Se prepararon las urnas, las papeletas con todos los proyectos presentados. El pueblo se vistió de gala para acudir al evento. Pocos ciudadanos faltaron a la cita. Recuento exhaustivo de papeletas. Por fin se colgó el resultado en el tablón de anuncios del Ayuntamiento. ¡Empate técnico, al no haber mayoría de ninguno!

         A la vista del resultado, se politizó de tal manera el tema del árbol, que la única salida fue hacer un plebiscito para la elección de nuevos gobernantes. Tres semanas intensas de pancartas, altavoces en los coches, disertaciones en el Centro Cultural, propaganda y, sobre todo, promesas imposibles y maledicencias de los proyectos de la oposición.

         Llegó el día. Se notaron los grupos que iban a votar juntos, las miradas de uno a otro grupo. Se cierran las votaciones y, antes de aparecer las listas de los resultados, en el tablón de anuncios se puso un bando municipal por el que se daba nota de que la subvención para el proyecto de remodelación de la plaza, había caducado, por lo que el proyecto no se podría realizar.

Rabo de lagartija

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