sábado, 31 de enero de 2015

A veces, apago la televisión





         Me estoy planteando ir al psicólogo. Tengo una confusión en mi cabeza, respecto a los programas televisivos que nos echan últimamente. Hay programación educativa, informativa, de entretenimiento, concursos, debates culturales, políticos y sociales. Y también lo otro. Eso que llaman reality, donde meten a una serie de personas encerradas en una casa, a ver que pasa.

            Tengo que decir, que cuando son personas anónimas, me engancho porque me gusta  observar y analizar las reacciones humanas en momentos extremos. Valoras reacciones, las comparas con lo que tú crees que harías y, unas te gustan y otras no. Acabas tomando partido por los que más se asemejan a ti, los más débiles o a los valores que más se acomodan a tu filosofía de vida. Pero lo que no aguanto es la versión VIP del programa.

            La traducción al español de las siglas VIP, corresponde a Personas Muy Importantes. Y ¿a quién meten? La mayoría están por ser “el o la de”. El hijo de, la ex de, la novia del hijo de la mujer de, La hija del trabajador de. Muy pocos están por ellos mismos y, tampoco alcanzan el grado VIP. Cantantes venidos a menos, echadores de cartas desconocidos. Varios han participado en diversos concursos, donde se han dado a conocer, bien como concursantes o como tertulianos. Alguno tiene una profesión específica reconocida, pero se han dado a conocer por aparecer en televisión por algún escándalo amoroso, etc. Yo la llamo la versión VIF (frikis).

            Bien. Han entrado en la casa. La mayoría dice que han entrado por la experiencia y la convivencia. ¿Convivencia? Le han dado a cada uno un arma cargada de antipatía, desconsideración, prejuicios, homofobias, machismo, racismo, clasismo y deseos de ganar sea como sea. Se olvidaron de darles el escudo de la comprensión, la bondad, el humanitarismo y, sobre todo, la educación y el respeto. Es la ley de la jungla. Sobrevive el más fuerte.

            A veces, apago la televisión y me pongo a leer un buen libro o a escribir lo que siento en ese momento, aunque sean tonterías que a nadie le va a interesar. Pero me descarga la tensión acumulada y me sirve para reafirmar mis principios, a la vez que me relaja hasta el próximo día que me enganche otra vez al programa.


Rabo de lagartija

Melancolía





    Hoy me siento melancólica y quiero expresar lo que llevo por dentro. Es una mezcla de tantas cosas, que no sé cómo definirlo. Es un malestar interior por no ver la vida como tú crees que debería ser. Ya sabemos que en el mundo hay muchas injusticias a nivel general, que hacen daño a mucha gente y todo ello consentido por el gobierno de turno, que está en cada momento. Pero, reflexionando despacio, muchas veces no me siento capaz para juzgar a nadie. Porque hay injusticias a nivel de calle, que es donde nos desenvolvemos la gran mayoría de la gente, y no intentamos corregirlas. Es muy fácil decir que nosotros no podemos hacer nada. Con eso nos damos por satisfechos, cuando, si fuéramos más sinceros, veríamos que con un pequeño esfuerzo por nuestra parte, todo sería distinto.

     Las casas no se empiezan nunca por el tejado, es decir por arriba. Pues de igual manera, el mundo podríamos mejorarlo empezando por nosotros mismos, sin echarnos zancadillas, sin soberbias que no sirven para nada, sólo para hacer daño al otro, siendo de verdad más comprensivo con el que tiene ciertos defectos, y no queriendo ser el agua y la sal en todos los sitios donde estés.

     Parece que esto que digo poco tiene que ver con injusticias. Pero creo que yendo por este camino, además de hacerte bien a ti mismo, te sientes con más derechos para pedir cuentas a los de arriba, y a exigirles que pongan todo su empeño en ayudar a la gente, sobre todo a los más débiles. Se puede ayudar de tantas formas. Hoy mismo he tenido ocasión de hacerlo, por razones que no voy a referir. He podido hacer algo por alguien  que lo necesitaba, y no ha sido con dinero, no siempre es necesario lo material. A veces es querer hacer un pequeño esfuerzo. Creo que los seres humanos tenemos tanto potencial, que a poco que pongamos empeño en cultivarlo, tendríamos fortaleza para salvar cualquier obstáculo que tengamos en nuestro camino. Así lo siento yo, lo cual no quiere decir que esto sea lo correcto.


Blanca

Democracia o... ¿Qué?

        Aquellos que nacimos abrazados a la miseria, a principio de los cuarenta, ya no nos dejamos engañar ni por unos, ni por otros, aunque alguno sí se crean que nos llevan al huerto con sus palabritas muy bien pensadas, para que se les conviertan en votos. La verdad de un pueblo no son los unos ni los otros. La verdad es que el pueblo coma, que estudie, que trabaje, que se le presten los servicios necesarios para una vida digna y, cada día, sea eso, vida.

         Las palabras ya sabemos que se las lleva el viento. Las promesas no se cumplen y los discursos, se llevan muy bien escritos, para que no se diga algo que luego les pese. Dice el refrán, “que no es lo mismo predicar que dar trigo”. Y eso es lo que nos ha pasado, de ser los campeones a pasar al descenso. Y una vez que se baja de nivel, es muy difícil volver a ascender.

         Con palabras bonitas no se llena la olla de los garbanzos. Y es mejor comer todos los días, que esperar promesas que luego, nunca llegan. Los pasos hay que darlos seguros, no se puede ir dando tumbos por la vida, como los borrachos. Las cosas hay que hacerlas con sentido común, y ver la realidad.

         Ponerse detrás de un micrófono, sentarse en un plató de televisión, es muy fácil para algunos. Ofrecer todo con el interés de lograr votos, ya lo hemos visto muchas veces, con discursos muy bien realizados por asesores muy expertos en política. Pero luego, todo se queda en el tintero, y de lo que dije, no hay nada. Ya estamos hartos de que nos cuenten batallas, que luego sólo son argumentos para lograr sus deseos, y después, que cada cual sujete su vela.

         Lo más importante de una nación, es que se pueda dar trabajo a todos. Que ese trabajo nos proporcione un salario suficiente para vivir, y no mal vivir. Tener los derechos básicos de un país democrático, que la justicia sea eso, y el que roba, que sepa lo que le espera y no tener que aguantar las cosas que estamos viendo y que estamos oyendo todos los días. No permitir que nos ofrezcan el oro de Alí Babá, y luego nos pongan en el paro a los tres días. Hay que ser serios, y no creer a los que nos ofrecen todo para luego, no darte nada. Manejar un país no es fácil para nadie, siempre que se tenga una pizca de vergüenza. Por tano, seamos conscientes de lo que hacemos, que no es lo mismo predicar, que dar trigo.

Trotamundos

Desigualdad





                                      Otro invierno crudo y frío,
                              el viento hiela las manos,
                              el sol se asoma indeciso,
                              los valles visten de blanco.

                              Nevadas están las cumbres,
                              la nieve pinta sus campos,
                              bella estampa para el ojo,
                              si la ves desde el resguardo.

                              Las escarchas de la noche
                              cubren de hielo los charcos,
                              es tiempo desapacible
                              para el pobre sin tejado.

                              Mal repartido está el mundo,
                             ¿quién hizo tan mal reparto?
                             El pobre, cada vez más pobre,
                             el rico dobla sus cuartos.

                             Unos viven en mansiones,
                            de terciopelo sus mantos.
                            Otros no tienen cobijo
                            y se refugian al raso,
                            colchones de cartón usan
                            para sentirse abrigados.

                            Los hay que comen langosta,
                            y otros no prueban bocado.
                           Hay quien esquía en las cumbres
                           con sus equipos bien fashion,
                           y otros se mojan los pies,
                           porque no tienen zapatos.

                           Desigualdad altanera,
                          que hiere y pasa de largo.
                           La injusticia en este mundo
                           tiene los cabellos blancos.

                           Misericordia gloriosa,
                           de misa, libro y rosario.
                           Le doy limosna a los pobres
                           y así la conciencia callo.

                          No repartamos migajas
                          que sobran de nuestros platos.
                          Consigamos la igualdad,
                          aunque nos cueste un milagro.

Luna

sábado, 24 de enero de 2015

El atajo





        Nicolás llegó tarde a su trabajo como tenía costumbre. Nadie le dijo nada como era normal. Se sentó en su mesa y se puso a leer la prensa como era usual. A las diez se levantó y sacó un café de la máquina como era habitual. Media hora antes de la hora de salida se marchó como era natural.

         Para llegar a esta situación tuvo que luchar encarnecidamente con las normas de la vida, para saltarse peldaños sin tener que demostrar su valía, como hacían los demás. Llegó a un planteamiento sencillo: Con la honestidad tardaría años, si tenía suerte, para alcanzar el estado social que le garantizara la felicidad. Unos luchaban con la competencia, la inteligencia, el esfuerzo y el tesón de otros, para repartirse ese puesto deseado. Nicolás construyó puentes para saltar escalafones, sin que le salpicaran las guerras intestinas, mediante contactos, sugerencias, reuniones, figuraciones, mentiras disfrazadas de verdad y, sobre todo cultivando el arte de la adulación y la alabanza.

         Se hizo especialista en actos sociales. Escuchaba, asimilaba y analizaba informaciones que le pudieran servir para ampliar sus conocimientos y poder ofrecer asesoramiento a grandes empresarios o a centros de información. Necesitaba una llave que le abriera puertas, y la encontró en un alto cargo público.

         Un día, alguien se debió cuestionar quién era este personaje, cómo habría llegado hasta la cresta de la sociedad y qué curriculum le avalaba. Poco a poco se ha ido tirando del hilo que llevará a desenmascarar este personaje, inventado por la rebeldía de un muchacho a seguir los cauces establecidos.

         Una lluvia de incógnitas y preguntas sin respuesta han de ser desveladas. Mientras, la sociedad española hace lo que mejor domina. Saca punta a este asunto y nos hace sonreír con sus ocurrencias graciosas y chistosas. Es una filosofía de vida a la cual me apunto.


Rabo de lagartija

Las huellas psicológicas que deja la crisis






Me refiero, en este caso, a cómo les ha  afectado la crisis económica a los parados. Todos conocemos a alguno y todos percibimos que ya no es la persona abierta y amigable que era, cuando fue despedida de su trabajo, sobre todo si no ha vuelto a conseguirlo. Se les ve menos, están más huidizos, más cabizbajos. Ese es un efecto pernicioso para ellos, porque quieren pasar desapercibidos ante los demás, se sienten mal si sus vecinos o amigos les preguntan ¿Qué tal fulanita? ¿Has encontrado ya algo? Ella, haciendo un esfuerzo, niega con la cabeza y musita no, todavía no. - Bueno mujer no desfallezcas, ya sabes lo mal que está el trabajo. - Y sigue su camino.

Ante el temor,  hay días que no sale de casa. Otros días se niega a sucumbir y toma la decisión de buscar y preguntar por todas partes, pero todo son negativas o evasivas en los últimos 5 años. Y lo que ella sabe, es que ya no vale, lo que siente  es que ya no es nada, que ha tenido que dejar su casa y su vida y refugiarse en casa de su madre, y no le queda más que el Psiquiatra y las pastillas, y eso no alivia su pesar.

El especialista psicólogo, con palabras más técnicas termina diciendo: “ante la tesitura a la que se enfrentan los parados de larga  duración en nuestro país, son pocos los que consiguen levantar cabeza y salir airosos, recuperando la confianza en sí mismos”.

Yo también veo todas esas calamidades en los jóvenes. También a ellos les han truncado el porvenir por la mitad y muchos no terminan bien, pero otros rompen las cadenas que les amarran y tratan de rebelarse en contra de un Estado que les ha abandonado y maltratado. Unos emigran, se van fuera a buscarse los garbanzos, otros se afilian a esos nuevos y jóvenes partidos que abominan de las “Castas”, que nos han conducido a la ruina, y  que ofrecen a nuestros jóvenes otras formas de gobierno, aunque por ello, les hayan insultado, (etarras, bolivarianos y demás lindezas) aquí no se puede disentir.

Pero los parados de 45 a 65 años, que llevan 5 o 10 años, se van convirtiendo en carne de Psiquiatra. La mayoría según los especialistas “son incapaces de reaccionar” y se van  volviendo poco a poco en una especie de zombis  sin rumbo, siempre a solas con su pesada mismidad a cuestas.

¿Por qué se aguantan? ellos no han hecho nada malo. Vamos, desechar ese peso, juntaros, uniros para juntos gritar, pedir ayuda, no dejaros morir en vida, no estáis enfermos, ni solos, dejaros ver todos juntos en unión, alargar la mano, la mía ya la tenéis y seguro que seremos multitud. Tenéis que levantar la cabeza con gallardía, porque valéis más que cualquiera de esos que presumen mintiendo “hemos salido de la crisis”, cuando ellos son los culpables de ella.

El mejor ejemplo a seguir: el  día 10 de enero, los  enfermos de hepatitis c, de los que se mueren una media de 12 al día, (dijeron los enfermos) se dieron la mano para llegar a la Moncloa donde, el don Tancredo que vive allí, les aseguró que “todos tendrían la medicina que necesiten para salvar la vida”.   Claro que añadió que se tienen que reunir los “Expertos”. ¿Qué Expertos? ¿Sus consejeros? Pero si aquí los expertos son los médicos.
 
Si ha sido el gobierno el que ha roto el Contrato Social del Bienestar, dejando fuera a la sociedad española, lo lógico es que la sociedad española perjudicada  tenga el derecho de protestar, de revelarse contra la injusticia que se comete con ellos. Por muchas “leyes Mordaza” que el gobierno haya hecho para  protegerse de la sociedad, está tiene el derecho  a defenderse de las injusticias que se cometen en su contra en nombre del Estado.   
QUIRÓN 






Abuso de poder





            Las siete de la mañana. Sonó el despertador y me levanté sobresaltada. Me había acostado tarde, leyendo como siempre sin tener en cuenta que me esperaba una entrevista de trabajo. Me duché, me lavé el pelo y me lo arreglé con cierto esmero. Quería causar buena impresión.

            A ver si tengo suerte, me dije. Llevaba un año en el paro, y era la primera entrevista a la que asistía. Me vestí arreglada pero informal. Pantalón vaquero, camisa blanca ( a mí me favorece el blanco), y una americana roja que me daba un aspecto juvenil.

            Sin pretenderlo, estaba emocionada, y la felicidad que me producía esta entrevista hizo que me olvidara, por un momento, de la amarga rebeldía que tuve meses atrás cuando me quedé en el paro.

            Levaba diez años trabajando en la empresa y estaba contenta, a la vez que lo estaban conmigo. Un buen día entró un chico joven, sobrino del jefe, para ser nuestro encargado. Tenía cierta arrogancia y aires de grandeza y, como se sabía guapete, no hacía más que perseguir a las empleadas. Algunas le bailaban el agua y él, creído, intentaba sacar lo que podía de cada una. Pero conmigo pinchó en hueso. Si hubiera accedido a sus pretensiones, se hubiera extendido un puente por el cual me había llevado a ser la encargada de una sucursal que pensaban abrir en breve. Pero como me negué, todo se volvió en mi contra.

            De la noche a la mañana me anunciaron que, sintiéndolo mucho, mis servicios ya no eran necesarios en esa empresa, y que ello hacía que prescindieran de mí. Salí a la calle con lágrimas de rabia y de impotencia. Diluviaba, pero la lluvia mojaba mi cabello y mis ropas sin que apenas me diera cuenta. Todo era surrealista. Había dejado diez años de mi vida trabajando con honestidad en una empresa en la que me consideraban como de la familia, hasta que llegó el sinvergüenza aquel, un niñato sin escrúpulos, que hizo tambalear mi estabilidad económica y emocional.

            En este año de inactividad me dediqué a visitar antiguos amigos, que por falta de tiempo hacía mucho que no veía. Me reciclé en el inglés, que lo tenía un poco olvidado. En fin, que cargué las pilas para no quedarme atascada. Y ahora había llamado a mi puerta. Claro que no iba a tener tanta suerte como, que a la primera, me aceptaran. Pero yo no perdí la esperanza.

            Llegué al domicilio. Una secretaria muy amable me atendió y me indicó que pasara a un despacho, y cual fue mi sorpresa al ver que la persona que me iba a entrevistar era una antigua compañera de trabajo, que había corrido mi misma suerte. Elvira, que así se llamaba esta persona, estaba desahogada económicamente y había montado su propia empresa y pensó en mí como candidata al puesto. La entrevista resultó satisfactoria, dado que Elvira sabía cómo trabajaba.

            A primeros de mes empiezo a trabajar. Estoy ilusionada y orgullosa de mí misma, al no haber transigido con las pretensiones del cerdo de mi encargado. Una gran lista de clientes antiguos, que Elvira se había traído consigo de la empresa, nos ayudaría a empezar en este nuevo proyecto que se abría ante nosotras.


Luna

Vacaciones






Llevábamos  una temporada proyectando un viaje  unos amigos y yo, que nos conocíamos desde estudiantes. Nos reuníamos en un café de la ciudad los domingos, y hablábamos de nuestras experiencias. Intentando  ponernos de acuerdo, una tarde nos reunimos todos.  Ese año queríamos ir todos juntos de vacaciones, ¿dónde?  Eso era  lo que teníamos que hablar.

Marcos  era gallego, recordaba la lluvia de la mañana, que le despertaba después de una noche de profundo sueño. Así, poco a poco, empezamos todos  con nuestros  recuerdos y proponiendo donde pasar esos días juntos.

Con honestidad tengo que decir que el grupo iba poniendo una cara de felicidad, cada momento sentíamos las vacaciones más cerca.

Ángeles, con una voz muy tímida, dijo que cuántos días pensábamos estar, ella solo podía ir en un puente,  su jefe no la daba más días extras, pues había agotado todos. En ese momento el grupo se descontroló un poco y,  con rebeldía,  alguna dijo: - No empecemos a divagar. ¡Vamos a ver!, ¿QUEREMOS VACACIONES O NO? -

Yo, callada, me estaba  reservando mi aportación,  creo que voy a tener suerte pensé, cuando se calmen les voy a hablar de mi pueblo. Les dije: - Si a todos os gusta  pasar unas vacaciones en un pueblo Castellano Manchego, yo  tengo el mío con una casa que no es muy grande pero cabemos todos. Os puedo enseñar todo lo que tiene de interés. Os  contaré  como hicieron  el puente de  la AMISTAD. Es de piedra, con tres ojos y uniendo dos calles principales.   Desde arriba se ve el reloj de la  iglesia, que el sol le ilumina todo el día,  también una torre que hicieron  los árabes, que nosotros la llamamos LA TORRE TOLANCA, que está situada en lo más alto del pueblo, rodeada de grandes olivos que bajan hasta los prados. -

            - Tiene muchas más cosas para pasar buenas vacaciones, que iríamos viendo sobre la marcha. Toledo capital está muy cerca, y ahí podemos pasar mañanas enteras disfrutando de todo el arte Mudéjar. ¡Bueno, qué pensáis! Creo que estas vacaciones serían ideales para nosotros. -
                                                                                                                           
Virpana







Cuídate sin excesos





            Mucho se ha hablado sobre la bulimia y la anorexia. Pero sin llegar a esos extremos, creo que las personas estamos demasiado obsesionadas con nuestro físico, y eso hace que no veamos que a veces ponemos en peligro nuestra salud.

            Como podemos tener esa rebeldía de no aceptarnos tal cual somos, y querer ser todos altos y delgados, ¿es qué si así fuera, tendríamos más felicidad y viviríamos mejor? Seguro que encontraríamos otro motivo para no estar a gusto con nosotros mismos.

            Claro que hay que cuidarse, eso todos lo sabemos, pero por favor, sin llegar a extremos de arruinar tu vida por el simple hecho de tener una talla más o menos, y no me refiero sólo a jóvenes, también las menos jóvenes hacemos tonterías por conseguir ser más perfectos físicamente.

            A veces, en noches de insomnio, me levanto de la cama y miro a través del cristal de la ventana. Cierro los ojos e imagino una menuda lluvia que me produce un sosiego interior y me hace sentir más abierta a entender las miserias de los demás, y comprender por qué ciertas personas valoran en exceso el físico. Con honestidad creo que si tienes la suerte de tener una vida plena, se podría abrir un puente entre lo que es el aspecto físico, y los valores humanos, y ver que ambos son necesarios y compatibles, sin tener que jugarse la salud.


Blanca

Rebeldía con honestidad





Es posible que en la vida todo ser viviente busque, desee y espere la felicidad, esa palabra abstracta que tanto se pregona y tan poco consigue, ya sea por nosotros mismos, o porque el mundo lo han hecho así.

         Honestidad tiene una gran relación con la felicidad. Si se es honesto, puede que eso te ayude a ser feliz. La lluvia, en ocasiones, nos da la felicidad y en otras nos lleva a la rebeldía, si por un casual nos conduce a buscar un puente para cruzar el caudal que dicha lluvia ha provocado y que, si tenemos suerte de encontrar dicho puente, nos llene de felicidad cuando logremos nuestro deseo. Y hay que tener honestidad para reconocer que las cosas no están hechas por que sí. Están hechas por y para el bien de todos. Unos con más y otros con menos suerte, pero lo importante es que seamos honestos y la rebeldía la usemos en los momento oportunos y, que además, sea en bien de muchos, no para el capricho de uno mismo o de unos pocos, pues el mundo no es de nadie y es de todos, aunque en la vida real tengamos que aceptar cosas que no nos gusten nada, pero que eso ocurre en todos los niveles y en todos los lugares donde se cuecen habas.


Trotamundos

Una ruta animada por la memoria





Caminábamos deprisa felices y contentos por la vereda de la poderosa umbría izquierda del río. Allí donde los altos copetes  de las serradas  rocas de las hoces se convierten en obeliscos  y capiteles, que acogen en sus rocas abiertas a decenas y decenas de enormes buitres leonados, que planean sobrevolando el Duratón,  en el meandro que forma la meseta, en el brazo norte en el que se asienta la iglesia románica de la Virgen de la Peña.

                Cada fin de semana, esa zona se llena de visitantes a causa del fascinante espectáculo de tantos animales  sobrevolando  majestuosos la zona, que son contemplados con admiración por chicos y grandes. Es un espectáculo gratuito a las diferentes miradas que las contemplan, junto a otras muchas bellezas naturales que se pueden encontrar en esta villa condal.

Pero volvamos a los parrales de la izquierda del río. Según nos adentrábamos, el camino se hacía por momentos más arisco y complicado. No había camino, estaba todo enmarañado, lleno de maleza de zarzas, los chopos, que siempre fueron la vegetación arbórea plantada para madera, ahora yacían por el suelo atravesando todos los espacios, lo que nos impedía caminar disfrutando. Mi ánimo decaía. Qué lastima, nunca estos espacios estuvieron así. La rebeldía por la desidia y el descuido me dio fuerzas para seguir avanzando.

 ¿Cómo es posible que estos hermosos parajes estén tan abandonados? Menos mal que a los chicos las dificultades les aumentaban el afán la aventura, y andaban más contentos que unas pascuas. Iban abriendo camino con unas grandes varas, que cogieron del suelo - Anda abuela – dijo Juampi, - que con el hambre que se nos está abriendo, te vas a arruinar pagando el cordero -. - Y que lo digas -, contestaron los demás guaseándose de mí, - y si no, que hubiera venido antes ella para averiguar donde quería meternos. -
Para ser una zona protegida por el  SEPRONA está hecha un asco. Cuando yo era pequeña estos prados eran de pastoreo, estaba lleno de caballos, vacas, ovejas, cercadas con valla de alambre y el camino estaba limpio y tan agradable. (Hablaba como si desde la última vez no hubieran pasado 30 años) Las carcajadas eran manifiestas, y yo me decía, menos mal.

                Porque la idea de la ruta izquierda del Duratón fue cosa mía, (quería comprobar si podría hacerla por última vez) y los demás aceptaron encantados, así que: dicho y hecho. A las 9,30 llegamos a Sepúlveda, dejamos los coches bien aparcados, tomamos un tentempié, y emprendimos el camino hacia la Puerta de la Fuerza (trazo de las murallas árabes que se mantiene en pie). Comenzamos la bajada con las debidas precauciones, a mí me embargaba la felicidad al ver a mi gente tan contenta, los chicos bajaban por primera vez por ese pendiente camino y las exclamaciones se sucedían. Le dije al pequeño Alejandro, - llama fuerte  a Daniel – (que se había alejado). Le llamó a voces y claro, el eco allí multiplicaba las voces que daba gusto. Para qué quieres más, todo fueron voces y ecos en ese tramo. Llegamos al puente, lo cruzamos para coger la umbría y seguir la ruta hasta el siguiente puente, que siempre estuvo a la altura de la presa del río donde el edificio del molino. Habíamos pasado dos horas, yo miraba a las alturas y, aunque ya no hubiera ni presa, ni molino, ni puente, aquel era el  lugar, lo había pasado muchas veces, pero sólo estaba el río lleno de troncos. Parecía  que los castores se habían preparado por todo el río infinidad de madrigueras, en lugar de aquello que mi memoria recordaba de forma tan vívida.  Mis nietos querían acercarse y hurgar entre los troncos, a ver si veían castores, y su madre con sorna. - ¿mamá, estas segura que podremos cruzar y subir al pueblo? - Claro que sí, pero ya solo queda el puente  grande de Santa Cruz, y eso equivale a otra hora de camino. -  Aquello se convirtió en una selva llena de peligros. En el suelo se veían agujeros grandes y huecos, por lo que tuvimos que andar todos con los palos y asegurándonos de pisar en terreno firme. Estaba claro que las fuertes riadas del invierno habían sacado la tierra de debajo y además, el río estaba invadiendo los parrales hasta  muy cerca de la pared rocosa de las hoces. Los jóvenes tuvieron que colocarse
estratégicamente para ayudar a los pequeños y a los mayores.

                Estaba aterrada ante los peligros y el agotamiento que les estaba provocando, pero trataba de disimular. Ya se abría la umbría, el camino se ensanchaba después de tres cansadas horas de incertidumbre. Yo sabía que Santa Cruz estaba a la vuelta. De pronto comenzó a llover y los chicos que iban delante avisaron que había un bar en la carretera y que allí nos esperaban. Todos corrieron, solo Jose y yo seguimos caminando bajo la lluvia. Fuimos al servicio, nos lavamos hasta la cara y sentados en la terraza a la sombra, nos repusimos de líquidos y sólidos.  El  dueño del bar nos preguntó si  veníamos de los parrales, - si le conteste -, y le dije lo que nos había pasado y el estado lamentable de la zona. Le pregunté ¿cómo era posible?  - Si quieres que te conteste con honestidad, te diré que todas las rutas del río han sido abandonadas, por la gran extensión de terreno. Lo  único que mantienen a pleno rendimiento y a bombo y platillo, es la zona del pantano, porque les da dinero. Han montado un complejo para rutas sobre el agua, con lanchas que salen por la noche. Se acercan a las cuevas de los Siete Altares que tienen pinturas rupestres. Todo  lo demás, ni lo cuidan, ni dejan meter animales como se hizo toda la vida. Pero oye, tus nietos lo han pasado bien. - He, bueno ya sabes, para ellos este día ha sido pura aventura, - le dije a Juan. Después cogimos caminito arriba. En la plaza  entramos en el figón de Ismael,  que nos dio de comer cordero asado que, de verdad como siempre, estaba riquísimo y me costó un riñón. Pero fue un gran día y al caer la tarde volvimos felices a casa. ¡Había podido hacer la ruta! Y eso era un triunfo para mí.
 
 QUIRON              

sábado, 17 de enero de 2015

Sí se puede ser feliz






      En el valle se crió,
la hierba seca fue su cuna,
sus juguetes, las piñas, las calabazas,
correr tras las gallinas,
revolcarse con el perro,
abrazar a los corderos.
Sentarse en la piedra del musgo verde,
era su tobogán.
Contar estrellas le hacía dormir,
Y las aves le despertaban por la mañana.

        Sabía la hora de cada momento,
pero no tenía reloj,
su palo de mimbre y el sol hacían el resto,
el canto de las aves silvestres
le anunciaban la llegada de las estaciones,
las pieles de las reses,
le servían de vestimenta,
los reptiles para él eran un juego,
los esperaba para cazarlos,
y el sol le ponía la piel dorada.

        Su casa eran dos piedras juntas,
cubierta de ramas y pieles secas,
su colchón de espuma
eran las pajas de hierbas secas,
también de helechos y de castaños,
y de tomillos y de cantuesos,
y su pijama no era de seda,
su piel rozaba las rudas pajas,
sus zapatos de charol
eran cosidos de piel de gato.

        Jamás hizo daño a nadie,
jamás robó a nadie nada,
nunca conoció otro mundo,
siempre su casa, su cueva,
sólo habló con cazadores
en contadas ocasiones.

        Su corta familia era su tesoro,
su vida era el campo,
también el ganado,
la cueva era el todo, la vida y la muerte,
morían de viejo, morían de frío,
morían siendo felices, sin tener nada.


Trotamundos

Un roquero del violín





         En estas fiestas he tenido la gran suerte de ver un maravilloso espectáculo. Ara Malikian tocando el violín, acompañado de Ángel Corella con su grupo de ballet.

         Aras Malikian es un virtuoso del violín, con una apariencia de roquero que desconcierta. El pelo largo, rizado a lo afro, vestido de manera desenfadada e informal. Pero tocando el violín, es único. Toca con tal maestría que, cuando ejecuta esos magistrales solos, hace vibrar las cuerdas de la sensibilidad.

         Tres parejas de baile amenizaron el concierto. Música de Tchaikovsky la primera parte, que resultó de gran belleza. Pero en la segunda, en mi opinión, se superaron. El violinista utilizó su saber, entusiasmando al público como él sabe. Dando saltos como los roqueros y haciendo pasos de A C D C.

         El público puesto en pie, no dejaba de repetir ¡bravo!, ¡bravo!

         A este gran artista le vi por primera vez en Alcorcón, en el Buero Vallejo, junto al grupo ILLANA, y ya me encantó. Así que cuando supe que venía al Teatro del Canal, no he querido perdérmelo.

         Momentos como éste, hacen que los problemas de la vida se te olviden por unos instantes, y disfrutes de algo tan maravilloso como es la música. Al menos para mí, que soy una entusiasta de este bello arte. ¡Viva la música!


                   Dulce néctar son tus bellos sonidos
                que alimentan mi alma al escucharte.
                Cual si fueras apasionado amante,
                acaricias y besas mis oídos
                y deleitas suavemente mis sentidos,
                linda diosa princesa de las artes.
                           
                   Si te escucho y mis ojos cierro,
                tus acordes me elevan a las nubes
                y disfruto unos minutos en el cielo
                y regreso cargada de energía.
                Es por eso que te oigo día a día.

                   Eres musa de los enamorados,
                eres fuente de miles de poetas,
                la libertad del encarcelado,
                la compañía de soledades muertas.

                   Tu idioma universal todos lo entienden.
                Quien no te puede oír, ¡cuánto se pierde!

Luna