viernes, 27 de enero de 2017

Madurez activa y digna





       Félix llevaba una semana acomodándose a su nuevo estatus de huésped permanente en la residencia de mayores. Lo observaba todo, analizaba las reacciones del resto de residentes y cuales eran las normas y técnicas que aplicaba el centro.

       Llevaba viudo unos años y su dolencia de las vértebras lumbares le había llevado a depender de una silla de ruedas para su movilidad. Sus hijos vivían sus vidas independientes y él decidió, por voluntad propia, irse a una residencia donde tendría cubiertas todas sus necesidades de vida.

       Comprobó el grado de dependencia que tenían sus compañeros y la calidad de vida que tendrían hasta su baja definitiva. Había disminuidos físicos y mentales. Matrimonios y personas solitarias. Observó la asiduidad de los familiares en visitarlos, las actividades motrices y lúdicas que aplicaba el centro y el grado de afecto que el personal daba a los residentes. Se analizó a sí mismo para ver que posibilidades de desarrollar actividades en su estancia y se prometió que no dejaría de estar activo mientras su cuerpo y mente se lo permitieran.

       Se hizo traer un ordenador portátil desde el que escribía correos electrónicos a familiares y amigos. También le gustaba la creatividad literaria de relatos, cuentos o poesía. Se procuró materiales para el dibujo y pintura que ejerció en sus años de actividad plena. Escuchaba y tarareaba canciones de todos los tiempos y, sobre todo, dedicaba a la lectura de libros una parte de su tiempo.

       Algunas personas que fueron frecuentando su entorno se fueron interesando por las actividades de Félix. Les fue introduciendo en realizar pequeños dibujos, se retrataban entre ellos y se reían de los resultados. También hicieron pinitos literarios que se leían en público para deleite de residentes, empleados y familiares.

       Debido a su afición a la música, soñó con crear un coro que cantara canciones tradicionales que harían recordar a los que perdían su memoria momentos de su niñez y juventud. Transmitió la idea a varios contertulios y se pusieron manos a la obra. Al principio aquello eran más risas que resultados. Ni la entonación, ni la memorización de las letras ni la coordinación de las distintas voces hacían que aquello pareciera un orfeón. Pero advirtió que el hecho de intentarlo hacía despertar la actividad de sus compañeros y asomar en sus rostros, generalmente abatidos y derrotados, esa chispa de alegrías olvidadas y a no sentirse solitarios y marginados del resto de personas. Hay que agradecer a los familiares que se unieron también a la nueva terapia con entusiasmo.

       Llegó el día que la residencia celebraba una fiesta para los residentes y familiares y prepararon diversos eventos como exposiciones de pintura, lectura de relatos y poesía, algún  chiste que otro, concurso de karaoke y como colofón, una actuación del coro “Voces de oro”.

       La expectativa de todos los asistentes quedó colmada al ver el esfuerzo de los componentes del coro por efectuar una actuación digna y armónica, que acabó con un sonoro y prolongado aplauso.

       Félix durmió poco esa noche dejando que sus sueños se desbordaran. Al final, el agotamiento pudo con él y cerró sus ojos. La felicidad que su organismo había generado no le dejó despertar más. En su funeral se leyeron epítetos hacia su persona y el coro cantó el “Adiós con el corazón” en su memoria. La residencia retomó y continuó la labor de Félix al darse cuenta de lo terapéutica que era para sus residentes.

Rabo de lagartija

Sin sentido, sin base





Aparece la cara pálida del nuevo año. Se extinguieron los festines grabados, se apagaron las luminarias, pasaron los ritos de iniciación. El concierto de Viena. El pasional Papa. Ahora solas y desnudas: las programaciones, habría que hacer votos para que fueran más serias, buenas,, inteligentes.

Más vale el silencio, las circunstancias lo impiden, parecen perdidas. Han dejado espacio a falsas alegrías, se hunden en la madrugada. Hasta los informativos se nos van si no hay el más mínimo deporte, solo grandes imágenes excepcionales:, la somalí desnuda y apaleada sacada en planos como de estudio, pero pocas noticias o pocos comentarios dignos de confianza y seriedad.

Vivimos con nuestro amante y salimos de vez en cuando con nuestros amigos. Debería ser al revés: convivir con los amigos y salir de vez en cuando con nuestro amante.

            La frase consumida en frío. Esa costumbre de discutirle a la mujer o al marido, la última peseta, cuando con el amigo pasa por el más rumboso. Que estupenda aventura, que emoción, que asombrosa capacidad de enajenarse, de salir de lo cotidiano.

Al enamorarse vivimos otra vida, eres más alta, más guapa, más inteligente. Libre, otro viaje a ninguna parte. Nos enfadamos por tonterías, refunfuñamos por sandeces. En una construcción sólida de lo que uno sabe y lo que uno es, a la par que inventamos al otro. Es un pacto secreto entre dos extraños para imaginarse mutuamente. Los amigos son la base, el esqueleto.

Para los amantes, tu pareja es la carne doliente palpitante, es lo que no controlas y no eres. Pero es que la vida, en fin, es un misterio.

La inmortalidad del Imperio, eventos que enardecían a las vecinas. Las emperatrices: la Piquer y Juanita Reina. Denostadas durante un tiempo fueron las grandes consoladoras de la calle. Siempre había una vecina que sabia cantar. Por la ventana entraba la voz de alguna promesa sin cuajar. Ellas narraban gratuitamente el coraje de “Lola Puñales” o la cursilería de la “Niña de la estación”.

El repertorio de lucimiento, en todos los frentes, pero siempre pasional del que tan huérfanas estaban aquellas pobres almas. Se reivindica de la copla, como testimonio de ternura que toda una colectividad necesitó desesperadamente y que las tonadilleras ilustres repartieron a manos llenas. En este mundo que la memoria presenta en tonos grises, regresan con campanilleo remozado por los milagros de la técnica. Me estremezco pensando que las campanas también doblan por mí.     

Quirón

sábado, 21 de enero de 2017

La resaca






        Mil luces de colores se encienden y pintan las calles de la gran ciudad. La atonía y la rutina del día a día se disfrazan de fiesta por todo lo alto. Las tiendas, los balcones y las grandes superficies compiten en creatividad, pareciendo grandes luciérnagas que atraen a los miles de visitantes.

        Aparcamos las quejas, las penas, los deseos no cumplidos y nos pintamos de alegría, empatizando con todos los seres humanos que nos rodean. El hecho por lo que nos transformamos pasa a segundo plano. Se desborda el espíritu festivo, la locura transitoria se convierte en epidemia y nos gastamos hasta lo que no tenemos en obsequios y manjares.

        Suena el despertador familiar, la morriña del hogar donde vivimos nuestra juventud, el reencuentro con hermanos, padres, hijos, abuelos, tíos, primos, amigos, compañeros, e incluso desconocidos, nos embarga. Existen muchos días en el año para estos reencuentros pero no encontramos motivación hasta que llegan estas fechas.

        Santa Klaus o Papá Noel y los Reyes Magos, ponen en marcha su maquinaria mágica y en esos días señalados nos invaden de ilusiones envueltas en papel de colorines, que abrimos con manos nerviosas y expectativas que muchas veces no se cumplen.

        Han sonado las campanadas. Abrazos, besos y buenos deseos para el año nuevo que empieza, Alegría, risas, cantos y bailes, bebida y comida como si sobrara siempre y trasnoches que nos descolocan el cuerpo al día siguiente.

        La fatídica fecha del final de la fiesta nos hace empaquetar alegrías, ilusiones y calor humano hasta el año que viene. Lo que nos queda es la cruda realidad de nuestra cotidianeidad, con sus sombras y preocupaciones. La resaca es profunda, aunque el tiempo te hace olvidar lo que has intentado ser y no has llegado a alcanzar y el conformismo te ayuda a sobrevivir otro interminable año.


Rabo de lagartija

Un país de hechiceras





La revolución de Sherezade es un laborioso proceso contra la estupidez,
agravada por el “histerismo masculino” que ha dominado
en el poder político, religioso y cultural.
Marcelino M. Pelayo despachaba así a Emilia Pardo Bazán:
“Literata fea con peligro de volverse librepensadora”.
Fueron incapaces de ver que era la mejor.
El machismo, esa mezcla de grosería y miedo, les cegaba. Y ahora Dº Marcelino,
la cultura en España es un cultivo de hechiceras, heterodoxas y librepensadoras.
Donde no están, todo parece un “maldito sitio triste” con una pantalla
donde ver el fútbol, las moscas y  los toros.

Para evitar el estrago de la neodepredación, en Europa
se lanzó la idea defensiva de la “excepción cultural”.
Algunos Gobiernos desarrollaron políticas activas para
evitar el desahucio de la cultura de los espacios públicos.
Se trató el libro, el teatro, el cine, la música o la danza como bienes necesarios.
Aquí los gobiernos echaron una mano a la cultura, una mano al cuello.
Nuestra “excepción cultural” han sido y son las mujeres.
Son ellas las que están frenando la derrota de la cultura.
¿Frente a quién? Frente al imperio del vacío. El poder de la nada.
¡Qué suerte don Marcelino, un país de hechiceras! ¡Macanudo!         
 Quirón


La tarde otoñal





                   El sonido de mis pasos
                   despertaba las ganas de caminar,
                   al pisar sobre las hojas secas
                   en la tarde, cuando el sol se va a ocultar.

                   Los caminos se convierten en colchones
de las hojas que se secan en otoño,
cuando el aire las desnuda de sus ramas,
cuando brota el color rojo del madroño.

Esas tardes y esas brisas
que nos ponen colorada la nariz,
cuando vamos caminando entre las hojas
y notamos el aroma a regaliz.

Esas tardes que nos cuentan los minutos
que despiden hasta el sol con rapidez,
que nos cortan los paseos vespertinos
y el lucero que se muestra en avidez.

El paseo de esas tardes
entre árboles desnudos de sus hojas,
que se quejan al sentir a nuestros pasos
y no gritan ya las toques ya las cojas.

Trotamundos


sábado, 14 de enero de 2017

Para el año nuevo





                   Les he pedido a los Reyes
                   que nos traigan para España
                   calma, respeto y amor,
                   y una buena miel de caña-

                   Y también pido a los Reyes
                   que traigan serenidad,
                   que las aguas bajan turbias
                   y no existe claridad.

                   Que está revuelto el Congreso,
                   y está revuelto el Senado,
                   y en España no hay progreso,
                   cada cual va por su lado.

                   Cada cual quiere un sillón,
                   cada cual una cartera,
                   otros piden un trabajo
                   al terminar la carrera.

                   No sé si los Reyes Magos
                   alegrarán los hogares,
                   pues todo cuanto  os rodea
          más bien son calamidades.

          Y el pueblo no puede más,
          y está harto de sermones,
          y llegar a fin de mes,
          no son cuestas, son cuestones.

          Por eso pido a los Reyes,
          esos que vienen de Oriente,
          que aclaren bien las ideas
          de aquel que nos represente.

          Sueño que un día los Reyes
          harán un mundo más justo,
          que acaben las injusticias
          sueño, sueño, y me da susto.

          Yo ya he visto muchos Reyes,
          y he visto muchos camellos,
          y he visto muchos piratas
          que sólo piensan en ellos.

Trotamundos




Especies invasoras (24-7-16 Luis M. Ariza)





Su introducción en nuevos ecosistemas es lo más parecido a abrir la caja de Pandora. Atacan  a otras especies, se reproducen  sin control destrozando las cosechas, producen pérdidas multimillonarias y son una grave amenaza para la biodiversidad. Detrás de las plagas de las especies exóticas está la mano del  hombre.

Y yo, que leyendo este encabezamiento sobre animales, me encuentro que casi todo lo achacado a estas especies se les puede adjudicar a los humanos en sus migraciones (invasiones) de todas las épocas. Pongamos los españoles y Colon buscando Jipando. Nosotros seríamos la especie exótica, y cuidado con lo que hicimos en la América Latina. Los  europeos del norte emigraron al norte de América y su exotismo casi consigue terminar con los nativos indios de la zona.

 No parece que haya tanta diferencia en lo que producen los animales exóticos, con lo que siempre hemos hecho los humanos racionales y exóticos, cuando han llegado a un lugar para quedarse. Convertirse en especie invasora y exterminar a lo nativo. Y procurar medrar en su nueva biodiversidad.

   Ahora mismo, las  emigraciones exóticas humanas, cruzan el Mediterráneo, son  africano- asiáticas, quieren auxilio, se vienen a los países ricos noreuropeos. Sin embargo, su introducción en nuestro ecosistema, podría repoblar la Vieja Europa,, pero como dicen de los animales exóticos, “la gente empieza a pensar que son una grave amenaza  para nuestra especie”. Si tenemos en cuenta que además, las nuevas generaciones que ya nacieron en Europa, se están sublevando y no les importa un pito saltar por los aires cargados de dinamita, que pueda hacer explotar con él la mayor cantidad de gente posible. ¿Cómo se detiene esto?      


Quirón