sábado, 16 de diciembre de 2017

Diciembre festivo





                     Brillan luces de colores,
                ya se olvida la tristeza,
                penurias y desamores,
                llegan tiempos de grandeza.

                Ilusiones olvidadas,
                encuentros, implicaciones,
                alegrías renovadas,
                mazapanes y turrones.

                La casa por la ventana,
                otro año llega con prisa,
                ¿Será mejor el mañana?
                ¡Qué oscuridad se divisa!

                Ilusiones y promesas
                al empezar nuevo año,
                luego llegan las sorpresas,
                la vida es un desengaño.

                El futuro es muy oscuro,
                que decía aquel cantar,
                con empeño te aseguro,
                que lo podremos mejorar.

                Deseamos que disfrutéis,
                con amor y felicidad,
                de las fiestas, y paséis
                calentitos la Navidad.


Rabo de lagartija

Martes de mercadillo





  Como cada martes, viene mi hija nada más dejar a su pequeño en la escuela, me recoge y nos vamos con el carro a comprar. El mercadillo está a rebosar. En los puestos se exponen las frutas y verduras con todo ese colorido que las adorna y las hace tan apetecibles a la vista como necesarias a la vida.

 Pero para entrar tienes que amoldarte al entorno, cosa nada fácil. Porque  el personal ya es en sí, insólito  y variopinto,  tiende a caminar despacio por la aglomeración que se forma en el pasillo entre los puestos así que no queda otra. Uno, sale del puesto y se planta en mitad del camino y los demás tienen que dar  el frenazo, por aquel se cruzó, una señora tira del perro que no se quiere mover, un par de ancianos se paran para mirar los precios, pero sin salirse del centro, porque,  aunque todos miramos los precios, algunos como nosotras vamos a caso hecho. Ese puesto determinado del que nos surtimos cada semana, aunque siempre hay cosas que mirar en otros puestos. Al final  uno más intransigente levanta la voz ¡pero bueno que pasa! ¡Quítense del medio coño!  ¡Así no voy a llegar a casa nunca! La gente se solivianta, protesta, pero poco a poco se deshace el nudo gordiano y fluye el circuito de lentos viandantes.

 El caminar por entre los puestos tiene su aquel. Ya que los ciudadanos llevan cada uno su carro y meten la cabeza para ver precios y productos, pero dejan el carro detrás. Me permiten por favor, les pide una señora, para poder pasar. Como nadie se mueve, coge la señora el carro lo pone delante y empuja los carros que cruzados le impedían seguir su camino. Y seguidamente  ¡Pero oiga!, cuantas prisas, eso se dice, pues anda con la señora que modales y bla, bla. Mi hija, sofocada por el griterío me dice, -Mamá que poca paciencia tienes trae el carro y mira a ver si encuentras pimientos verdes, pero gordos, no italianos, y me compras un kilo, mientras yo compro lo demás en el puesto de siempre. Así, cada una compramos por un lado-.  Y al seguir adelante,  del puesto de una gitana sale una voz en grito  que jalea sus ventas: “¡Eh, mujeres! Mirar todo lo que traigo hoy, todo a euro, todo barato, barato. Habéis visto mis tomates, las peras, señoras mirar que peras, si mejores no las vais a encontrar.  Te pongo un kilo  guapa, mira no pases sin comprar, que está todo fresquito y robadito de esta misma noche. Pues no ves que es todo a euro, señora todo a euro<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<<.

 Un poco más adelante me encuentro a un conocido nos saludamos un momento y cada cual sigue su camino. Al final encuentro un puesto que tiene los pimientos, pero me toca esperar, porque entre los primeros se monta el tinglado: ¡Oiga, que ahora me toca a mí! ¡Pero usted que dice, si me ha dado la vez la señora que se acaba de marchar! ¡De eso nada, la que le ha dado a vez a usted, he sido yo! Y dale que te pego, ninguna de las dos da su brazo a torcer y la mujer termina por seguir buscado los pimientos. Sorteando carros y codazos, porque el mercadito en horas determinadas es un maremágnum, donde la mayoría  es gente mayor y somos muchos. No va más que a mirar y a comer mandarinas gratis.

Y poco más o menos, así es cada martes. Si te quieres dar un baño de sociedad, el mercadillo es el mejor sitio para empaparte de lo que es bueno.

QUIRÓN     

Llega la Navidad





         Las calles se iluminan con luces de colores. Los escaparates se visten de gala para la fiesta que se avecina. Los centros comerciales se afanan por mejorar cada año sus propuestas para atraer  a pequeños y mayores.

         Como cada año, al llegar estas fechas, los hogares se preparan para la llegada de la Navidad. Se montan los belenes con las figuras guardadas cuidadosamente año tras años. Según se va montando el belén, los mayores de la casa narran la historia de cada personaje a los más pequeños que escuchan muy atentos.

         También hay quienes prefieren el árbol navideño y adorna sus ramas con múltiples bolas y cintas de colores acompañas de intermitentes lucecillas.

         Cuando llega Navidad no puedo dejar de pensar en otras navidades de recuerdo imborrable a pesar de los muchos años transcurridos. Cierro los ojos y mi mente me trae la imagen de mi abuela. La veo fabricándose la zambomba con la piel de conejo que había dejado secar en el verano, y cómo,  una vez terminado el trabajo, comprobaba que este diera el resultado que ella esperaba y que serviría para acompañar con su ronco sonido a los villancicos que le habían enseñado sus mayores.

         El día de Nochebuena nos reunía a toda la familia, sacaba la zambomba y comenzaba a  arrancar de ella su sonido ronco que se mezclaba con los cánticos de toda la familia. Todo esto sucedía alrededor de la chimenea donde ardía la leña, acompañando con su calor al espíritu navideño que allí se vivía.

           El tiempo seguirá su imparable curso, pero estos recuerdos vivirán en mí  y el ronco sonido de la zambomba seguirá hablándome de ella.

         Feliz Navidad para todos.



I R I S

Un puente largo





El fin de semana
se forma la caravana.
Tomamos la  carretera
Y nos vamos para fuera,
por buscar el aire puro
como el tomate maduro.

Y si vamos a la sierra
eso parece la guerra.
 Y al llegar al restaurante
siempre hay alguno delante.
Y cuando al pueblo llegamos
ya nos sentimos los amos,

Y luego en casa de Antonio
pues parece un manicomio.
 Y un refresco y una cerveza
 y comienza la pereza.
Que marchemos para casa
que lo ha dicho la Tomasa.

Y ya en la casa rural
vaciamos el morral.
Y a las tres de la mañana
nos marchamos a la cama.
Luego el domingo otra vez
comienza la estupidez.             


Trotamundos

jueves, 7 de diciembre de 2017

Proyecto hogar





         Por las noches sacudíamos el polvo de nuestro calzado, cansado de patear nuevas viviendas a la búsqueda de la que mejor cumpliera nuestros sueños y que estuviera acorde con nuestra economía. Acabamos mezclando las bonanzas de unas y de otras y eliminando las que no cumplían ninguna de nuestras expectativas.  Fuimos cerrando el cerco y al final. Nos decidimos por la que iba a ser nuestro nido.

         Paredes vacías, casquillos sin luces, cocina y baño con algunos elementos y toda la imaginación para vestir nuestro nuevo piso. Con unos pocos ahorros compramos los muebles y elementos imprescindibles para hacer habitables los 80 m2 en los que pensábamos pasar el resto de nuestras vidas. Nacieron nuestros hijos y, poco a poco, fuimos llenando de vida todos los espacios en los que aún faltaba bagaje para darles utilidad.

         Pasados unos años, nuestros vástagos se hicieron adolescentes y, un día maravilloso nos dimos cuenta que la nómina la recibíamos en su totalidad. Habíamos pagado la hipoteca. Ya podíamos decir con orgullo que era nuestra casa. Renovamos elementos que, con el paso del tiempo necesitaban ser reemplazados y empezamos a llenar de comodidades nuestros espacios favoritos. Adornaban cortinajes, lámparas, cuadros y demás ornamentación que personalizaba nuestra casa, a diferencia de otras.

         Los chicos buscaron otros nidos a los que darles su toque personal, y dejaron de ser habitantes de hecho, que no de derecho, de esos 80 m2 que habíamos transformado con el paso de los años. Aunque seguimos llamando a algunas habitaciones el cuarto de los niños, nos repartimos su disfrute y sus armarios entre los dos que quedamos. Su ausencia cohabitó con nosotros un tiempo y, al final, nos acostumbramos a vivir sin ellos en casa.

         Últimamente, cerramos su puerta por un tiempo en el que viajamos, tomamos vacaciones ó simplemente pasamos el día fuera, cuando regresamos y abrimos la puerta, miramos su interior con la alegría de que por fin aquella vivienda, piso o casa, se ha convertido en nuestro acogedor hogar, forjado por esfuerzos, alegrías, penas y ausencias y donde, actualmente, somos visitados y acogemos a hijos, nietos, familiares y amigos y cada día nos sentimos más a gusto y confortables.

         Somos conscientes que muchas personas, por los motivos que la vida los depare, sufren el desahucio de sus cuatro paredes después de haber creado un hogar entre ellas con recuerdos de toda una vida, sembrando la desesperación en sus corazones bajo la frialdad implacable de la justicia de los hombres.

Rabo de lagartija

miércoles, 6 de diciembre de 2017

Porque ya no quiero




                   No quiero vino picado,
                   ni vinagre que esté dulce,
                   ni alcahuetes de tabernas
                   que por un trago te adule.

                   Y no quiero consejeros
                   que vengan buscando paga,
                   ni cadetes de la escuela
                   de las que el gobierno halaga.

                   No me gustan los pelotas
                   que se cuelan en las fiestas,
                   que te rozan por la chepa
                   o que te llevan a cuestas.

                   Porque según viene el viento
                   se colocan de aquel lado,
                   y mañana se despiden
                   si el deseo no han logrado.

                   Y… eso pasa en cualquier parte,
                  en la juerga y el trabajo,
                   cuando se acaba el chupete,
                   todo el mundo va al carajo.

                   Hay pelotas del gobierno,
                   también de la oposición,
                   en la taberna el cachichi
                   y en el futbol, un montón.

Trotamundos.


Palabras que se suceden




Vastas e impulsoras sonoridades en aquel alarido.
Hondo, hondo abismo en el que hemos caído.
Caminos de precipicio mencionan su llegada.
Vacía en las sombras, observando las sombras huidizas, acorralada.
Como el tono de una campana de oro, suena la alegría.
Era c0omo un lamento quejumbroso empapado en murmullos de ira.

El tiempo cumple a lo baturro y se deshace en éxtasis y sereno susurro,
gritando en amarillo sin empacho, por no mencionar su desamparado mostacho.
En el seno cóncavo y cambiante de pujo, la doncella núbil de ardiente lujo.
En ráfagas calientes por el atajo, el dulce perfil de la derrota sajo.

Un hocico largo pulido y negro. Turbio bajo la techumbre sombría
de la sombra virgen, Quirón reposa.
Pardas ojeras enhiestas apuntan la espiral de un rabo,
para lucidez intelectual de mi Quirón ideal.
Patas finas con herencia de mastín,
genio fuerte, arrogante y gentil con mé.
Espacio lóbrego e incognoscible es.
Apenas tengo un grito entre los puños, como un soplo invisible
que me sale y me pierdo en un crepúsculo vano.


Quirón

sábado, 2 de diciembre de 2017

Paseando con mi perro





       Abro la puerta de la calle y mi perro, Conciencia, sale disparado para encontrar un buen sitio donde marcar territorio y depositar sus residuos.

       Se pasa todo el día encerrado en casa, recorriendo todos mis rincones, buscando algo a lo que gruñir. Lo que no le gusta lo araña, lo muerde y ladra con fiereza. Aunque es un perro a veces áspero y antisocial, me he acostumbrado a convivir con él.

       Me recuerda que debo cambiar mi forma de ver la vida. Muchas veces me puede la pereza y la desgana cuando podría estar haciendo cosas productivas, no pensando sólo en mi propia satisfacción, si no en una existencia compartida con mi familia, mis amigos y gente que me rodea habitualmente. A veces me muerde el bajo de los pantalones cuando tomo el camino equivocado. Otras me restriega su lomo por la pierna cuando hago algo que le satisface.

       Cuando paseo con él por el parque, veo gente, niños, adolescentes, adultos y mayores y analizo sus comportamientos. Muchos pasean sus mascotas, que van soltando sus defectos por aquí y por allá. Algunos se avergüenzan de dejarlas para que las vea todo el mundo y las recogen para esconderlas en un depósito que las oculta. La mayoría, les da lo mismo lo que piensen los demás. Conciencia siempre espera a que yo recoja las suyas y me ladra impaciente hasta que desaparecen.

       Abuelos cariñosos con sus nietos y con gestos cansados, pululan por todo el recinto. Grupos de jóvenes con la risa a flor de piel y una visión optimista de la vida, comparten juegos y bromas y compiten para ver quien está más en forma. Algunos ya tienen mascota y se responsabilizan de ella, otros aún no han adquirido dicho compromiso. Muchas veces coinciden en los recintos dedicados a las mascotas una variedad de amos que comparten ideas, gustos y cuidado de las mismas.

       Las luces de la tarde se van apagando. Mi perro ha jugado, ladrado y discutido con unos cuantos de su especie y busca ya, como yo, el sosiego del hogar y las benditas rutinas del ser humano.

       He llegado a la conclusión que es bueno sacar a pasear al perro varias veces al día, para remover nuestros pensamientos y nuestro cuerpo. Te ayuda a pensar y a tratar y entender al resto de nuestra sociedad, conociendo sus penas y alegrías, sus anhelos y sus fobias.

       Aconsejo a más de uno que encuentre su mascota, que le ayudará a pensar más en los demás.


Rabo de lagartija

Ventana entreabierta






Hoy empiezan las vacaciones de navidad para Alberto y Teresa.  Después de un desayuno relajado, hablan entre ellos,  tienen que adornar el apartamento.

         ¡¡Las navidades están tocando puertas y ventanas¡¡

Es el primer año que pasarán juntos e independientes y están muy contentos. Se ponen a preparar un listado de compras de adornos navideños, luces, serpentinas, campanitas,

         ¡¡ Y un PAPA NOEL para dejar los regalos a su alrededor¡¡

  -Alberto-, dice Teresa -vamos a dar prioridad a la ventana de la cocina, esa la tenemos siempre entreabierta y tiene el encanto de dar a la calle principal.  Sabes que se mueve con gran holgura y desde  ahí  podemos oír a los niños tocando la pandereta con sus deditos fuera de los guantes-

         -Esa  ventana será  la que nos conecte con el mundo, y las voces desconocidas las que nos harán participes de sus fiestas.  Las luces no dejaran de tintinear al oír otros cantos de alegría y sentiremos en nuestros oídos el deambular de la gente más cercana.-    
                                                                 
                                                                                      VIRPANA

La nana y el vestido rojo





Fuiste la nana de ese niño antes que su tía. Le criaste, le bañaste, le cambiaste los pañales. Depositaste en él toda tu tristeza, porque era la única criatura de toda la ciudad que no te juzgaba, que no te veía diferente a los demás por tu piel, tus rasgos o tu acento.

 Llegó a tener tres años y se volvió tu razón de vivir, la compañía de tu soledad, la única persona con la que te permitías llorar. Cuando lo hacías, me has contado que ese niño te llamaba Cotele, te secaba el rostro con sus manos y te pedía que no lloraras. Te decía que un día, cuando fuera grande, te compraría un vestido rojo, el más hermoso vestido rojo que existiese, para acabar para siempre con tus penas y tus lagrimas.

El tiempo ha pasado y a veces  nos vemos. Tienes hijos en la universidad. Hace  unas semanas  conociste a mi pequeño de dos años. A veces me da por poner ese tema de Perales que escuchábamos aquellas noches, en mudez del cuarto de la azotea aislada y entonces puedo imaginar mejor las razones de tu llanto.

Nunca te compré ese vestido. Por eso, cuando me puse a escribir esta carta pensé en ti, y también fantaseé con la idea de que mi firma apareciese en el color de la prenda que nunca te regalé.  


QUIRÓN

El olvido





            ¿Cómo he podido olvidarme de ella? Se iba preguntado el hombre cuando se dirigía al lugar donde la había visto por última vez. Tenía que recuperarla. Era tan imprescindible para él que no podía perderla.

            El hombre salió a la calle para ir en su búsqueda. Rápidamente se dirigió hasta la parada del autobús y cuando éste llegó, subió a él para dirigirse hasta el lugar donde esperaba encontrarla. Durante el tiempo que duró el trayecto, el hombre fue reconstruyendo paso a paso como había transcurrido aquella tarde y el  momento en que notó  su desaparición. Recordaba también  cómo había llegado con ella hasta el lugar donde se encontraba la sala de baile. Su entrada al local. El saludo del camarero al verle llegar, para después acompañarle hasta la mesa que tenía reservada, cerca de la pista de baile. La animada  conversación con las señoras sentadas en la mesa junto a la suya, esperando que empezara a sonar la música. En este punto una sonrisa se dibujó en sus labios al recordar que no había parado de bailar en toda la tarde, unas veces bailando con las señoras que estaban junto a él y en algunos momentos bailando solo. La tarde transcurría felizmente para él hasta que miró el reloj. Tenía que volver a casa.  Se cambió los zapatos de baile y los guardó en la bolsa donde los había llevado. Seguidamente se echó mano a la cabeza, comprobando que el peluquín no se había movido de ella. Cuando hubo terminado de prepararse, se levantó de la mesa y, tras despedirse de las señoras, abandonó el local.

            Cuando llegó de nuevo a la sala de baile, preguntó por el camarero que le había atendido. Cuando este llegó hasta él, le pidió que le llevara hasta la mesa que había ocupado. El camarero le miró extrañado y tras encogerse de hombros le acompañó hasta la mesa que le había indicado. Una vez allí separaron las butacas y sobre una de ellas descubrieron  la olvidada dentadura.

I R I S

Un mundo desastroso





         ¿Qué está pasando en el mundo?

         ¿Se lo quieren cargar?

         ¿Acaso alguien no tiene familia?

         ¿No sienten nada por nadie?

         En el mundo no sólo estamos tú y yo, hay alguien más.

         Hay personas que no conocemos y que nos proporcionan todo lo que necesitamos. Porque comemos y bebemos, nos ponemos una ropa y nos calzamos, conducimos un coche y nos distraemos co revistas y televisión y acudimos al cine y los teatros; vamos a la playa, nos bañamos, comemos una paella, un bocadillo de calamares y una cerveza, y también unos vimos. Acudimos a un partido de fútbol y otros tantos deportes, porque a cada cual le apetece una cosa y es lógico que haga lo que más le apetezca. Pero… hay quien parece que esto no le agrada. De ahí parte todo lo que está sucediendo en toda la Tierra y en todos los medios. Ya sean unos u otros, a todos les parece que lo suyo es lo mejor. Que su opinión es la buena y la de los demás no cuenta. Eso les lleva a crear situaciones bastante dolorosas para los pueblos enteros, con hambrunas y miserias en lugares que antes, no hace mucho tiempo, vivían con un gran bienestar, y que hoy han perdido, por culpa de las ideas descabelladas de unos pocos. Y… es que el mundo no se cambia de la noche a la mañana. Todo tiene su tiempo para hacer las cosas bien. Y cuando se hacen bien, todo el mundo sale ganando. Por eso y por unos que se c creen superiores a los demás, están volviendo loco al mundo y los que vivimos en él, que aunque no tenemos la culpa, sí pagamos las consecuencias de los errores de los demás.

         Deseo que se laven la cara con agua limpia, aclaren sus ideas y piensen las cosas antes de cometer errores y crímenes, como está pasando en todo el mundo.


Trotamundos

sábado, 25 de noviembre de 2017

¿Dónde están las nubes?





       Un cielo precioso y radiante de sol de otoño nos saluda todas las mañanas. El anticiclón nos provee del calor del sol y sus rayos lumínicos son necesarios para la vida en el planeta. Los bares ponen sus terrazas, los hosteleros llenan sus plazas de turistas y las playas se abarrotan de gente paseando e, incluso, de algún valiente que goza de la salinidad de las aguas marítimas. Pero, ¿dónde están las nubes?

       Un cielo nublado, cargado de tormentas y borrascas y un viento que hace la función de barrer partículas nocivas que cubren las grandes ciudades, nos provee del agua necesaria y del aire purificado, que también son necesarios para la existencia de seres vivos del planeta. Los agricultores y ganaderos, los municipios que riegan calles y jardines, las especies que pueblan nuestros ríos, los manantiales y fuentes que nos suministran en sitios despoblados de agua fresca o embotellada. ¿Cuándo vamos a mojarnos con la bendita lluvia?

       Las tradiciones religiosas sacan Santos a la calle para atraer la lluvia. Los científicos y máximos dirigentes políticos se reúnen y discuten y vuelven a reunirse y aplazan sus decisiones para más adelante. Han encontrado un culpable: El cambio climático, producido por la mala gestión del ser humano que tira y llena el espacio de residuos tóxicos que le hacen difícil a la Naturaleza desarrollar sus ciclos vitales. Queremos que llueva sin prescindir de ese mal agónico que llamamos consumismo. Coches y transportes contaminantes. Energías no renovables que mantenemos porque generan riqueza a quien las gestiona. Todo ello nos produce un cierto placer mundano pero no valoramos el coste vital que estamos pagando. Año de nieves, año de bienes, dice el refrán popular.

       El agua es un bien preciado y escaso y aunque sabemos que la cantidad de agua ni aumenta ni disminuye, es una realidad que o bien llueve con despropósito anegando zonas y sin poder aprovechar para futuro esa agua caída, o bien nos condena a la escasez. En la antigüedad se denominaba años de vacas flacas y años de vacas gordas. No se como quedarán las vacas de la actualidad. Si la lluvia es escasa, hay que aprovecharla al máximo y repartirla solidariamente. Su consumo debe ser prudente, moderado y pensando en el mañana.

       ¡Que llueva, que llueva, la Virgen de la Cueva!


Rabo de lagartija

La duda me envuelve





Una tarde sentada en mis pies estaba la duda.  Era persistente, no entendía su idioma, una veces creía que podríamos hablar, y cuando me lanzaba, ella, LA DUDA, se enroscaba como cualquier reptil que tiene miedo a ser captada y espera que el depredador se aleje.

            No dejaba que se moviesen los pies, se pensó que era la dueña de todo el equilibrio que el cuerpo necesita.

            ¡OH¡ sombra ignorante no te creas que puedes con todo, poco a poco entenderé tu idioma y si no quieres hablar, ya me encargo yo de  hablar por las dos; no te gustará estar pendiente de lo que hago contigo, te marcharás y verás como  te desintegras, entonces mis pies serán libres y disfrutarán de estar sin ti. Saltarán de alegría en el andar de cada día y jugueteando con todas las areniscas que se encuentren.

            Estoy segura que las próximas dudas que vengan con interés de posarse a mi lado serán diferentes.  Una duda que me puede surgir……comprarme un vestido, verde o rojo, largo o corto, cambiar de diseño el baño,  o con lo que me pueda  gastar en la obra  hacer un viaje lejos y disfrutarlo sin miedo a ninguna sombra.


Virpana

Blanca





      Sus manos guiaban el bolígrafo azul que plasmaba en su cuaderno de hojas cuadriculadas los sentimientos, emociones, recuerdos y sueños que su corazón le dictaba.

         Nos contó sus soledades, sus vivencias, su gran amor, sus opiniones y deseos, con esa letra adquirida hace muchos años en las escuelas públicas, sin falsos pudores ni cortapisas. Desnudó su mochila llena de experiencias para que todos disfrutáramos con ellas.

         El último escrito que nos dejó publicado  es “El tren que se fue”. Ella ya ha tomado su último tren con billete sólo de ida. Te deseamos que al final del trayecto encuentres la paz y el sosiego que siempre has merecido.

Cómo suena la tinta

sábado, 18 de noviembre de 2017

Yo soy Tauro





         Dicen que los astros y las estrellas marcan nuestro carácter. Yo no creo en eso. Creo que el carácter se forma en el entorno familiar y social donde naces y creces, hasta que tienes que elegir qué hacer con tu vida y qué derroteros te serán más favorables.

        Los sueños, las ilusiones y el deseo de alcanzar metas lejanas activan nuestra lucha por ser alguien en esta vida. Las circunstancias que nos rodean, la realidad en la que vives, marcan tu destino en la mayoría de las veces, aunque nunca hay que perder la ilusión de alcanzar algún día aunque sea uno solo de nuestros sueños.

        Yo no sólo soy Tauro de nacimiento sino de convicción. Nos definen como cabezotas, testarudos y machacones. ¡Qué equivocados están! Hay que cambiar los adjetivos que nos definen: Somos tenaces, perseverantes, constantes, prácticos y creemos en poder alcanzar nuestros objetivos.

        El signo del Zodíaco Tauro simboliza estabilidad, permanencia, fuerza de voluntad, firmeza, concreción, sensualidad, buena mesa, música, sentimientos duraderos, naturaleza, y otros epítetos más.

        En muchos momentos de nuestra vida hay que tomar decisiones sobre qué hacer, donde ir, qué camino elegir. Muchas veces nos dejamos guiar por la asunción de lo que la vida nos depare. Otras optamos por tratar de cambiar nuestro destino aunque no lo logremos, pero lo intentamos. También somos realistas. Lo que no se puede conseguir, a pesar de intentarlo, se olvida y se buscan nuevas alternativas.

        Buscamos la vida tranquila, sosegada, encontramos la felicidad en las cosas sencillas, cotidianas, somos fieles a nuestros amores y convicciones. Creativos, hambrientos de adquirir conocimientos, la cultura es nuestra bandera y pertenecemos de pleno derecho a la sociedad que nos rodea.

        Creo que me he pasado en definirnos. También somos imperfectos, nos equivocamos como seres humanos que somos y deberíamos practicar más a menudo la autocrítica que nos ayude a ser mejores personas.

        Como dice un amigo, yo soy Tauro del cuello para abajo, no quiero que mi testa de lugar a malentendidos.


Rabo de lagartija



El agua del río





             Ayer pasé por el río,
             el del agua cristalina,
             pero el agua no cantaba,
             no formaba su cantina.

             No formaba la cantina,
             porque el agua era muy poca,
             no cantaba la cascada,
             cuando la besa la roca.

             Ya las algas se han secado,
             porque les falta humedad,
             y hasta el musgo está muriendo,
             y ya todo es soledad.

             Aquellas losas con algas,
             eran alfombras de flores,
             diminutas y radiantes,
             y además, de mil colores.

             Pero el agua se ha escondido,
             y el río lo está esperando,
             y esperamos que el río cante,
             le escucharemos cantando.


Trotamundos

La danza mágica








Con nuestra Escuela de Adultos, esperábamos el momento de entrar en el teatro, donde esa tarde veríamos un certamen coreográfico el nº XXIII. Comenzó y la sorpresa fue mayúscula, nos habían vendido las entradas en la asociación, como danza clásica, y nada más comenzar el espectáculo, el asombro, en mí, lo pudo todo.
Aquello era como una metáfora, compuesta exclusivamente por expresión corporal. Era el resultado del esfuerzo y el estudio en el Conservatorio Superior de Danza, “María de Ávila”. Un certamen que durará tres días, llamado “Espanding Movement”.
Vimos siete grupos, el primero representado por dos chicos descalzos y desnudos salvo el pantalón. Sus movimientos me asombraron, aquello a veces parecían caricias, que de pronto se volvían bruscas. Era como una lucha sorda de posesión. Como si se midieran a ver quién conseguía subyugar a quien, pero soterradamente. Haber quien manda, sin violencia pero observando como al más posesivo, el otro se le revolvía, no quería dejarse. Estaban dirimiendo condiciones.
Esta vez eran dos chicas en pololos, y sus movimientos más suaves y alegres, no dejaban de tener una gran dificultad. Me gustaron muchísimo, aquellos cuerpos tenían dificultades para mantenerse quietos, o erguidos, o estáticos, pero no recuerdo lo que para mi representaron sus movimientos, pero me tenían extasiada.
Los terceros, fueron cinco jóvenes  que no conseguían mantenerse en pie. Desde el suelo se elevaban como si fueran de gelatina, el esfuerzo era ímprobo. Buscando apoyo, se agarraban al que encontraban erguido, que cual árbol torcido lo dejaba caer, no le sujetaba y caían al suelo uno tras otro, pero tantas veces que todo era levantarse para volverse a caer. Yo estaba en suspenso y cuando terminaron exclame: ¡Qué buenos! Qué trabajo esas caídas, y saberse caer así, ¿cuántas caídas se han dado para hacer este pase, con tal perfección? Me pareció una metáfora de la vida, cuando alguien esta caído y generalmente nadie le da la mano para que se agarre.
Llegaron los cuartos, estaban en penumbra, al fondo sólo se veía un estómago o abdomen que se movía de tal manera que lo mirabas sin pestañear, tratando de encontrarle significado a aquello. Poco a poco aparecieron las piernas hercúleas y cortas y por obra de los movimientos del abdomen, era capaz de dislocarse, de distorsionarse  dando la sensación que, de enano, se volvía gigante, se agrandaba sin transición alguna, era un continuo movimiento. Se vuelve lentamente y aparece ella, con el pecho al aire. Nada más natural y escénico, que aquel cuerpo independiente que abandona a su compañero y se contorsiona sin cesar, mientras él, convertido en gelatina, nos constriñe las entrañas en un intento inhumano por incorporarse sin conseguirlo. Ella mientras, se ha convertido en un trompo que gira y gira sin cesar, mientras su cabeza  gira loca y frenéticamente, como sus brazos.
  Fue de una belleza y un esfuerzo tan brutal, que aun me abruma. Eran como cuerpos destornillados que fueran a soltarse y terminar en trozos entre nosotros. Fue magistral. De alguna manera, la escuela de estos distintos bailarines, o coreógrafos, les ha dado la técnica, para hacer esas coreografías tan distintas. Sin  embargo para  mí tienen como un nexo de unión, un espíritu común que los  movía a todos.
   Fue una tarde de danza fascinante, me gustó más que todo lo que yo haya visto sobre cualquier tipo de danza, incluida la danza clásica. Tengo que reconocer, que tampoco he visto tanta danza  como para poder poner en evidencia su valía.
Pero sí, sí. Fue una verdadera maravilla para mí.
                                                                                                       QUIRÓN

sábado, 11 de noviembre de 2017

Me llaman feo





         Cuando nací, mis padres me vieron como un chico sano, con buen peso, hambriento y llorón. Los demás decían que era feo, de pelo oscuro y cejijunto, que parecía un mono, El tiempo dirá como soy.

         Me crié con un hermano mayor, al que todos querían hacerle carantoñas de rubio y guapo que era. Fui un niño bueno, tranquilo, obediente y aplicado. Mis rasgos se fueron suavizando y configurando mi personalidad, En el desarrollo hacia la juventud alcancé una altura superior a la normal. Seguía siendo el feo de los dos hermanos.

         Siendo  joven, y a pesar de mi apariencia, conocí a mi media naranja, encontré un trabajo que me permitiera soñar en hacer planes de futuro y nos casamos. Siempre he sabido que no era guapo, en el sentido de los cánones que la sociedad perfeccionista exige par alcanzar dicho título. Eso no me ha impedido realizarme como ser humano en casi todos mis sueños, anhelos y metas, siempre dentro de los límites de la realidad en la que he vivido.

         Mi corazón late igual que el de una persona guapa. Mis órganos vitales funcionan tan bien como los de cualquier otro ser humano. Mis sentimientos me producen momentos felices y tristes similares a los de mis congéneres. Tengo un montón de amigos, de familiares, de compañeros y vecinos a los que aprecio y me veo correspondido. Adoro a mi mujer, a mis hijos y nietos, cumplo con alegría mis obligaciones sociales y morales y doy gracias a la vida por esta existencia que me ha tocado.

         A todos los que no han sabido encontrar esa belleza utópica en mi, les deseo que puedan disfrutar de una vida tan plena como la mía. El espejo no ha sido nunca el que ha marcado mi destino. He aprendido a quererme tal cual soy y a dejar de lado aspectos superfluos e inútiles que otros priorizan, y a buscar los verdaderos valores de la vida.

         Más de uno se tendría que leer el cuento del patito feo y comprendería la felicidad que he gozado.


Rabo de lagartija

el calcetín





        No sé qué me pasa contigo, en serio no lo sé. Parece que jugamos al escondite. Sí, ríete, pero es cómo me siento cuando quiero localizarte después de terminar el programa de lavado de la lavadora. No sé cómo te las ingenias para enrollarte entre la ropa. Cuando por fin te rescato del envoltorio donde te has metido me encamino hacia el tendedero y, una vez allí, voy con sumo cuidado tendiendo las prendas en él. Cuando llega tu turno, te sujeto fuertemente a la cuerda con la pinza para que no te precipites al fondo del patio.

        Pasado un tiempo me dispongo a recoger la ropa, una vez comprobado que está seca. Seguidamente, me pongo a doblar la ropa y cuando casi había terminado de ordenarla, compruebo con sorpresa que tú no estás entre ella.

        Ya empieza el juego, pienso. Y empieza la búsqueda. Compruebo el interior del tambor de la lavadora. Me asomo al patio por si te he dejado en el tendedero o te has caído, pero no estás entre los descoloridos restos olvidados en alguna cuerda. Agotados todos los lugares donde te podría encontrar, al no hallarte, decidí abandonar tu búsqueda.

        Después de colocar las prendas en su correspondiente departamento, me dispuse a guardar el cesto y la bolsa de las pinzas, y cuál no sería mi sorpresa, cuando al ir a cerrar la bolsa descubrí, atrapado entre las pinzas al desaparecido calcetín.    

I R I S

La lluvia llegó





        Ayer por fin comenzó a llover. Los árboles cambiaron su color, las hojas tenían un brillo radiante, iluminaban la vista con sus tonos- Las laderas con sus colores tan variados mostraban una alfombra multicolor que, con los rayos del sol, mostraban un lugar idílico. Contemplando tal momento es digno de recordar durante mucho tiempo.

        La vista se quedaba clavada en aquella ladera llena de bondad, con un cielo claro y luminoso, con las hojas amarillas y ocres de los chopos y cerezos, el verde fuerte de los pinos y el color rojizo de los castaños, que empiezan a perder sus hojas y erizos después de la caída de las castañas, ese fruto tan bueno y nutritivo para los huesos. Y si a esto acompañamos el verdor de los olivos, la alfombra queda majestuosa.


Trotamundos