sábado, 28 de marzo de 2015

El fruto del olivo





        Igual que la rama de olivo se desgaja porque no puede soportar el peso del fruto, así me siento yo con el amor de mis hijos. Es tanto lo que me dan y me siento tan querida, que no puedo describir las sensaciones que me producen. Noto que me rompo por dentro al recibir tanto abono, sin el cual no podría salir la semilla y florecer.

        Siempre pensé que padres e hijos deberían ayudarse mutuamente, sobre todo cuando los vientos son más fuertes para una de las partes. Pero  nunca imaginé que lo que yo recibiera, fuera tan excesivo. Valoro tanto su afán de verme feliz.

        Desean que reorganice mi vida, que la llene de proyectos y actividades que siempre me gustaron, y que ahora puedo acceder a ellos. Piensan como poder ayudarme a que esto se realice, aunque para ello tengan que renunciar y quitarse parcelas de su tiempo libre. En el aspecto económico son tan desinteresados, que nunca permitirían que yo viviera a un nivel más bajo que ellos. Nunca intenté coaccionarles para que su comportamiento fuera así.

        He querido que me vean fuerte y positiva. No quiero que lo que digo se vea como una fantasía. Nada más lejos de la realidad. Estoy segura que hay madres que piensan y sienten como yo, porque el comportamiento de sus hijos es similar al de los míos.

        En definitiva, he querido decir mi experiencia y loo que yo estoy viviendo en esta etapa de mi vida, en la que se piensa que todo está hecho, y que a mí me está dando tantas satisfacciones. Y como madre, me siento afortunada y orgullosa de que mis hijos tengan unos valores para saber estar en la vida, y recalcar una vez más el pilar que ellos son para mí, y en el que me siento segura cuando tengo que apoyarme.


Blanca

No hay comentarios:

Publicar un comentario