viernes, 23 de noviembre de 2018

Curri





            Manuela se encontraba regando las plantas de las jardineras, cuando un sonido estridente llegó hasta ella. Dejó  lo que estaba haciendo para averiguar de dónde procedía el sonido que había llamado su atención. Su mirada la llevó hasta el abeto que tenía enfrente y vio como los pájaros de plumajes verdes revoloteaban alrededor  del viejo árbol, donde se encontraba el nido que habían construido.

            Por unos minutos, mientras seguía la escena, a Manuela le vino a la mente el recuerdo del pájaro que tuvo en casa años atrás y que se parecía bastante a los que tenía enfrente.

            El ave llegó a su casa después que los niños lo recogieran de la calle. Como estos sabían que a ella le gustaban los animales, decidieron dárselo para que lo cuidara.

            Como la jaula donde lo habían  transportado era de reducido tamaño, la mujer fue a la tienda de animales a comprar una de gran tamaño, para que se sintiera más cómodo, pero cuando fue hacer el traslado de jaulas, el pájaro le arreó tal picotazo, que si no llega a tener puesto un guante grueso le hubiera causado un problema

            Desde el primer momento  se ocupó tanto de la comida, como de la limpieza de la jaula y le puso como  nombre Curri ,para llamarle. El pájaro lejos de agradecer los cuidados que esta le prodigaba, cada vez que ella se acercaba a la jaula, este la miraba fijamente y lanzaba la cabeza  estrellándola  contra los barrotes en actitud agresiva.

            Los días pasaban y la actitud del pájaro hacia la mujer no mejoraba.  Este hecho no pasó desapercibido para el resto de la familia, pues a ellos si les dejaba que le acariciaran a través de los barrotes, pero cuando la llamaban para que  le acariciara, el pájaro la miraba fijamente y se dejaba acariciar en espera que los demás se despistaran y pasar al ataque.

            Con el paso del tiempo ella seguía manteniendo la esperanza  de que el pájaro cambiara de actitud y de esa manera poder  dejarle en libertad por la casa, pues no le gustaba el encierro de los pájaros entre barrotes, sino la libertad fuera de ellos.

            Una mañana como de costumbre al pasar por delante de la jauja vio que el pájaro no estaba subido en el palo como de costumbre, sino  tumbado en el suelo de ella.

            Curri se había ido sin hacer ruido en busca de la libertad fuera de los barrotes de la jaula.


IRIS

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