sábado, 27 de octubre de 2018

La libertad





Ya se ha hablado en otros tiempos del
divorcio entre las instituciones y la sociedad civil.
Son muchos, demasiados, los procesos judiciales
en marcha que afectan a la libertad de expresión.
Podríamos ironizar: ¡Qué buen momento vive la libertad en España
que andan las jaulas detrás de ella!
Creo que vivimos uno de esos momentos,
y la mejor expresión fue la eclosión feminista del 8 de marzo,
esos millones de personas en la calle, una España avanzada,
en vanguardia democrática, y por otro lado, la perplejidad
de los gobernantes y otros estamentos viriles, como ese arzobispo
que reza un padrenuestro para salvar del pecado “a la prensa libre”. Un estupor
que nos recordaba una estampa de  El ruedo ibérico, de Valle- Inclán,
en La corte de los  milagros: “La gente nea se santigua con susto y aspaviento.
Las doctas calvas del moderantismo enrojecen”.
Son ya demasiados los procesos que atañen
a la libertad de expresión y manifestación.
No solo afectan a jóvenes raperos, artistas provocadores,
titiriteros, sino también activistas ecologistas  o sindicalistas.
Son posiciones  en muchos casos, radicales y orilleras,
pero ese es el espacio, en la orilla, donde se prueba la libertad.
También la tolerancia. En una de esas frases luminosas
que dicen más que un tratado jurídico, el filósofo Charles Péguy advirtió:
“Porque las leyes suelen ser duras se cree que lo que es duro es forzosamente ley”.
Un pensamiento del que podemos sacar muchos injertos.
Tenemos, por ejemplo, una ley muy rigurosa, discutible como ley,
que es  la Ley de Seguridad Ciudadana de 2015, en la voz popular ley mordaza.
Me temo que se está convirtiendo en una causa de inseguridad para la ciudadanía.
La crisis de la que puede aprovecharse para cerrar más una sociedad
o para abrirla.
Los cerrajeros, los que tienen las llaves no pueden llamarse a engaño.
Se habló mucho del valor de los periodistas a propósito de la película
The Post, de Spielberg, sobre los papeles del Pentágono.
Se habló menos del papel decisivo que tuvieron los jueces
en ese asalto adelante en la defensa de la libertad de expresión.
Al principio, un juez federal, Murray Gurfein, atendió la petición de la Casa
Blanca para parar la publicación de esos documentos que demostraban
la política de embuste sistemático a la ciudadanía en la guerra de Vietnam.
El Juez compartía la postura del Gobierno: esa revelación  ponía en peligro la “seguridad nacional”.
Menos  mal que Lisistrata, de vez en cuando, como el 8-M,
sale a limpiar el miedo.

  QUIRÓN

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