miércoles, 1 de febrero de 2017

Por un catarro





           Por un catarro tontorro,
          me jorobé una semana,
          me perdí algunos quehaceres,
aunque de muy mala gana.

Los ojos casi llorosos,
la sesera dolorida,
la nariz siempre llorando,
y la espalda compungida.

Los brazos agarrotados,
el pecho una gran orquesta,
las piernas eran de arena,
todo el cuerpo una tormenta.

Entre la leche y la miel,
las pastillas y el jarabe,
las castañas y los higos,
lo pusimos más suave.

Aún me queda la ronquera,
y el mareo de cabeza,
a ver si entre caldo y caldo,
le alejamos con presteza.


Trotamundos

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