sábado, 10 de diciembre de 2016

Lo conseguimos...





         Amanecer después de un sueño profundo, desestabilizó mji cuerpo y mi mente.

         He vuelto a soñar con la compañía de músicos que ensayan frente a mi casa, al aire libre. Sigo con la angustia de no poder hacer nada por ellos. Esa ventisca que se forma por las tardes estropeará los instrumentos.

         Indagaré de quien es el solar y la cueva que está dentro. Es una pena que no se le de utilidad, con lo grande que es y parece acogedora. Alguna solución encontraré.

         Después de mucho tiempo de investigación, me dijeron que el propietario de ese solar era un señor que ahora vive en otra ciudad, y se lo había expropiado el ayuntamiento, para hacer un camino que acortara el tiempo de llegada a “VILLA JULIANA”, que está más arriba.

         Yo, que soy de ideas fijas, por una temporada no dejé las visitas al ayuntamiento, quería conseguir junto con otros vecinos, que los músicos pudieran ensayar en la cueva, la veía idónea, pensaba que tendría buena acústica, que es lo más importante y lo que necesita una buena orquesta.

         Un día, en una reunión con el arquitecto y el concejal de urbanismo, me dijeron: Señora, por el interés que se ha tomado y después de muchas deliberaciones, hemos acordado que los músicos ensayen en la cueva. No podemos ver que ensayen a la luz de la luna.

         ¿Entonces, quiero entender que se va a remodelar el terreno? ¡Sí, van a tener suerte los músicos! El dueño cede la cueva, por un tiempo deja que se utilice. Este señor cree que es por una buena causa. ¡Ahora no ponga pegas porque la cueva está a la sombra! Y que el ciprés que hay no le gusta, que eso no se puede modificar.

         Más veloz que el viento, mi alegría se la transmitía a los músicos, que seguían ensayando en pleno campo, alineados como un grupo de juncos, que sigue erguido hasta terminar las escalas.

         Una nube que no dejaba de regalar agua, consiguió un aroma en el campo, que multiplicó la alegría de obreros que, a la sombra o al sol, seguían los trabajos de restauración en la cueva, y los accesos por varias carreteras.

         Terminada ya la restauración, la orquesta con gran armonía, deleitaba a todos los convecinos, que pasaban tardes inolvidables y llenos de satisfacción y aplaudían sin parar.

         Estoy segura que, con esfuerzo, seremos capaces de conseguir nuestros objetivos, y aunque tengamos caminos cerrados, no podrá la ventisca con nosotros.

Virpana

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