viernes, 18 de noviembre de 2016

La ventana





         El paciente permanecía en silencio sobre la cama en la unidad de la UCI, rodeado de aparatos y cables conectados a él, que avisaban de los cambios que se producían en su cuerpo.

       El tiempo parecía haberse detenido en aquella habitación. El día y la noche se repartían el paso de las horas, la ventana que tenía frente a él, le dejaba ver la luz y la oscuridad.

        El sonido de la puerta al abrirse,  hizo que el hombre girase la cabeza para ver quien  venía a visitarle y, rápidamente, reconoció al médico. El recién llegado, tras examinarle, le informó de la mejoría que había experimentado, y por ello, sería trasladado a otra sala donde no estaría solo. Al oír estas palabras no pudo evitar que una lágrima resbalara por su mejilla, y cuando la puerta se cerró, sus ojos se volvieron hacía la ventana y pudo ver a través de los cristales la luz del nuevo día.

      No había pasado mucho tiempo cuando llegaron a buscarle para su traslado. Uno  a uno le fueron desconectando los controles, hasta quedar libre de ellos. Tras esta operación fue sentado cuidadosamente en la silla de ruedas y conducido por largos pasillos hasta su nueva habitación.

         Después de instalarlo en la cama y comprobar que todo estaba en orden, los sanitarios se marcharon. El hombre miró a su alrededor, fijó su mirada en la ventana que tenía junto a la cama, preguntándose qué habría al otro lado de ella. Sacando fuerzas de su débil cuerpo se levantó, y con paso torpe se acercó a ella.  La desilusión se dibujó en su rostro. Frente a él, las ruinas del edificio que estaba siendo restaurado y no le dejaban  ver más allá de sus raídas paredes. Con tristeza,  bajó la mirada al patio interior con la esperanza de ver un jardín, pero sólo vio un rectángulo lleno de escombros. Abatido, levantó la mirada hacia el cielo, divisando el vuelo de una paloma. Durante unos instantes se quedó mirando su vuelo, después cerró sus cansados ojos y, por unos instantes, dejó volar sus pensamientos al tiempo que sentía como su cuerpo se aligeraba y tomaba movimiento. En un último deseo, su imaginación le llevó  hasta la paloma, posó su alma sobre las alas de ella, emprendiendo el vuelo hacía la libertad, al otro lado de la ventana.

I R I S


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