viernes, 11 de noviembre de 2016

El testamento intangible





        El notario procedió a la lectura de las últimas voluntades del finado, exponiendo primero el reparto de los bienes materiales entre sus herederos. Una vez concluidos estos, expuso a los presentes que, además, había acumulado a lo largo de su vida unos bienes inmateriales que también legaba a sus seres queridos, en forma de decálogo, con la indicación de que fueran mantenidos y, si fuera posible, mejorados:

1)                       El respeto a todas las personas, sean de la clase, condición, raza, religión, ideología o cultura que sean.

2)               El amor a la Naturaleza, que nos satisface todas nuestras necesidades materiales, a la que no debemos dañar ni exigir más de lo que nos da, ni agotar sus bienes para beneficios particulares.

3)                      Los buenos sentimientos que nos aportan felicidad, tanto propia como ajena y que nutren el entendimiento, el bienestar y el amor entre los seres humanos.

4)               La aportación con nuestro esfuerzo físico y mental al mantenimiento de la sociedad, en todas sus facetas, (familiar, educativa, sanitaria, legislativa, solidaria, empresarial, industrial y humana), siempre buscando el beneficio para todos.

5)                          El deseo natural de adquirir nuevos conocimientos, que ayuden tanto a nuestro desarrollo individual como colectivo.

6)                          La capacidad de amar a otra persona con la que quieres compartir el resto de tu vida, renovando todos los días ese amor y con la que pasas del yo al nosotros.

7)                        La capacidad de saber sujetar nuestros instintos e impulsos más irracionales y utilizar nuestra razón para la convivencia con el resto de la humanidad.

8)                     Sentirse y ser agradecido con todo lo que nos aportan los demás, ya que sin ellos, no seríamos nada ni nadie.

9)                         Tratar de realizar todos nuestros proyectos de vida que tiendan a la felicidad individual y común, aprendiendo de los errores para mejorarlos.

10)                  La aceptación de que nuestro recorrido por esta vida es efímero y que tenemos que llegar al final con la tarea bien hecha, si es posible, con alegría por poder vivirla, aceptando el deterioro físico y mental que ello conlleva y sin perder la ilusión de ver a nuestra prole que sigue nuestras huellas.

Una vez terminada la exposición de los bienes legados, el notario preguntó a todos los presentes si aceptaban la herencia del finado o renunciaban a ella. Nadie quiso quedar excluido de una herencia tan universal.


Rabo de lagartija

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