Mamá está triste. Desde hace días no oigo su risa.
Tampoco canta cuando hace las tareas de casa. Cuando me ve por el pasillo, me
toma en sus brazos, me acaricia y me llena de besos, pero lo noto. Mamá está
triste.
Un
día que me desperté asustado, oí voces muy altas. Sin hacer ruido me acerqué
hasta la puerta de su habitación. Estaba entreabierta y me asomé con cuidado
para que no me vieran. Papá estaba enfadadísimo y gritaba a mamá. Ella estaba
sentada en la cama y lloraba. Si papá se acercaba, ella instintivamente
levantaba el brazo y se tapaba la cara. No respondía. Papá se alborotaba cada
vez más. Al cabo de un rato, me dio miedo y me marché a mi cama. Belén y Yago
dormían plácidamente. Son pequeños para darse cuenta de lo que está ocurriendo.
Otro
día, cuando sonó la llave de la puerta, mamá soltó corriendo el teléfono con el
que estaba hablando con alguien y se presentó en la entrada de la casa para
recibir sumisa y cabizbaja a papá. Éste abrió la puerta y, al verla, empezó a
chillarla y a darla empujones. Tenía la cara roja y los ojos sanguinolentos.
He estado dando vueltas a
qué tendría yo que hacer para que no ocurran más estas cosas y he llegado a la
conclusión de que me tengo que armar de valor y decirle a papá que no me gusta que
trate de esa manera a mamá y que estaré al lado de ella cuando la maltrate.
Hasta hoy no he encontrado el valor para llevarlo a cabo, pero cuando se ha
marchado papá he ido corriendo al lado de mamá y la he visto con moratones en
la cara y llorando con desesperación y rabia. De hoy no pasa. Me enfrentaré con
papá a pesar de las consecuencias.
Es
la hora de que llegue papá a casa. Me muevo inquieto entre el salón y el
recibidor. He hecho este recorrido muchas veces y mi cabeza parece que va a
estallar de tantas sensaciones encontradas. Miedo, rabia, ternura. ¡La puerta!
Se abre despacio, como si no quisiera entrar a sabiendas de lo que le espera.
Por fin, aparece la figura de papá en el quicio. Se le ve grande, desabrido,
furioso. No lo pienso y me lanzo corriendo hacia él y le digo con rabia:
¡Guau, guau, grrrrrrrrrr, guau, guau, guau!
Rabo
de lagartija
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