sábado, 9 de junio de 2018

Mirada entre las nubes





         Si me preguntaran si me gusta viajar en avión tendría que, por unos instantes, pensar en la respuesta.

         Cada vez que tengo que volar al destino a donde me dirijo, siempre al coger el asiento pido que este sea al lado de la ventanilla. Una vez   comienza el vuelo, miro a través de ella, para seguir con la mirada el recorrido que tiene que hacer el avión por las líneas que anuncian por donde tiene que iniciar el despegue y elevación a las alturas. Tras unos minutos de ascenso, el aparato se nivela para seguir el rumbo marcado por el plan de vuelo.

         Durante el viaje miro desde la ventanilla. El paisaje que se me ofrece del exterior me atrapa. Las ciudades y pueblos apenas son motas. Las tierras forman cenefas que van cambiando de colores. Los ríos serpentean y el mar convertido en una gran mancha azul verdosa, ribeteada con puntilla de blanca espuma, creada por las olas al romper sobre la arena de la playa.

         Otra imagen que llama mi atención son las nubes. Estas parecen blancos  algodonales que te dan ganas de alargar las manos para tocarlas, a sabiendas que se esfumarían entre ellas. También el cielo, con su color azul intenso, sobresaliendo por encima de la capa creada por la  contaminación que amenaza con oscurecerlo.

         Mientras el vuelo continúa, las imágenes grabadas en mi mente me siguen hablando de la inmensidad que se divisa desde las alturas y de lo insignificantes que somos en la tierra vistos desde allí arriba.

         El tiempo pasa y el viaje sigue su curso. La voz del comandante anunciando que pronto tomaremos tierra, rompe el hilo de mis pensamientos. Miro por última vez por la ventanilla, despidiéndome hasta la próxima vez de la mirada entre las  nubes.


I R I S

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