¡Cómo
me gustó Sevilla! Sus calles, sus balcones, sus gentes, el ambiente que se
respira… Tenía ganas de conocerla y, sin pensarlo dos veces, mi marido y yo
sacamos los billetes en el AVE, de lunes a jueves, que a los mayores nos hacen
el 40% de descuento, y pasamos tres días en la preciosa capital de Andalucía.
Tenía mis dudas, entre Sevilla y Córdoba, porque también deseaba conocer La Mezquita , pero al final
nos decidimos por la primera, y al año siguiente, conocimos la bonita ciudad sultana.
El
hotel lo elegimos por Internet. Un hotel corriente y sencillo, pero muy típico
y chulo y, sobre todo, céntrico, con el fin de movernos sin tener que
desplazarnos demasiado.
Visitamos
su preciosa catedral, que para hacer justicia, diré que de todas cuantas
conozco, es una de las que más me ha gustado. Me subí a La Giralda a patita, como una
jabata. De esto hace cuatro o cinco años, que si fuer ahora, con sinceridad
pienso que no podría subir. Así es que, cuando llegué con la lengua fuera, “que
me quiten lo bailao”.
Paseamos
por el barrio de Santa Cruz, y pude conocer la “Hostería El Laurel”, que
mencionaba Zorrilla en su Don Juan, y por un momento, mi imaginación me llevó a
la época de doña Inés.
Me
encantó La Plaza
de España, La Torre
del Oro, la plaza de toros de La
Maestranza , el Puente de Triana, y saboreé un precioso paseo
nocturno, a la luz de las estrellas y farolas, por los alrededores de La Catedral , escuchando
sonidos de guitarra de los virtuosos que hacen sonar sus cuerdas con gran
pasión y sentimiento.
Después,
como colofón, dimos el obligado paseo en calesa, recorriendo parte de la
ciudad, junto con el Parque de María Luisa. La verdad es que desde el coche de
caballos, Sevilla se ve con un toque de romanticismo, que hace disfrutar del
encanto de esta bonita ciudad.
Nos
quedaron muchas cosas por ver, pero volveremos porque, como dije al principio…
¡Cómo me gustó Sevilla!
Luna
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