Unos jardineros sentados en la plaza
del pueblo comentaban entre ellos.
- Qué vergüenza lo que han hecho con nosotros, mandarnos a
todos a la calle alegando que no hacemos falta, que todo está perfecto en
jardinería. Y bien sabemos nosotros que hay muchas cosas abandonadas.-
- Todos conocéis como está el parque de
Serranillos. ¿Cómo está? - se preguntan
entre ellos. Yo pasé ayer por allí y está completamente seco, la fuente no suelta ni una gota de agua, los
arriates están sin una flor, se han secado por falta de riego, llegará el día
que allí no habrá ni un pajarito, se tendrán que ir a otros árboles fuera del
parque.
A la mayoría de la población les da pena que ese parque se
pierda, sobre todo a los mayores. Era su lugar de reunión en verano, al
fresquito después de haber regado los
jardineros, con sus buenas mangueras,
los bancos donde se podían sentar.
De pequeña mi abuela me hablaba de
ese parque, de los niños que allí jugaban al escondite. A mí me llevaba después
de la siesta, con la merienda en la
mano. Tenía mucha vegetación, un buen
alumbrado y estaba muy bien cuidado.
Muy orgullosa, contaba que en ningún
pueblo de alrededor tenían una fuente tan grande y bonita. El agua brotaba de unos brazos de barro, con tal fuerza,
que parecía estremecer a la tierra y
darla su alimento.
- Lo que me fastidia a mi ahora -, decía uno de los
jardineros del grupo que todas las mañanas se reunían en la plaza, - ¿por qué está este parque tan abandonado?- Otro decía, - no os preocupéis, harán otro
parque nuevo y traerán a otros jardineros, dirán que son más técnicos, que lo
han preparado de tal manera, que, simplemente con dar a un botón regarán todo el pueblo ganando más que nosotros y
trabajando menos.-
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