martes, 4 de noviembre de 2014

Acampada




Escuchaba los sonidos de la noche antes  de llegar a dormirme en una tienda de campaña. Para ser más exactos, en una  canadiense donde dormíamos varios amigos.

Nos gustaba la aventura, y siempre estábamos dispuestos a salir al campo en nuestras vacaciones, y disfrutar al aire libre.

En una de esas acampadas, instalamos la tienda a dos metros de la margen de un río. La corriente no dejaba de gorgotear el agua, ese sonido me hacía pensar que estaba lloviendo.

Inquieta por si nos mojábamos, subí la cremallera delantera de la tienda, ¡claro mis  compañeros se despertaron! Y salimos a ver qué  pasaba. Fuera descubrimos que no era agua de lluvia lo que arañaba la tienda, ¡entonces todos tranquilos! Era el roció de la noche que anunciaba  que el día sería bueno de sol.

Desde esa noche opté por quedarme fuera de la tienda. Hasta que el sueño me vencía, era estimulante oír todos los sonidos.  En la serenidad de la noche es como si todos  los insectos estuvieran de mudanza, aprovechando la luna para orientarse.

El resto de días de vacaciones que nos quedaban, aún las aprovechamos más. Mis compañeros no se dormían tan pronto, y en una mesita con el camping gas fuera de la tienda, escribíamos las experiencias del día y ellos percibieron también los sonidos de la noche.


VIRPANA

No hay comentarios:

Publicar un comentario