lunes, 10 de noviembre de 2014

Otoño







         Otoño… Diversidad de colores marrones, amarillos, dorados y rojizos, que se entremezclan y embellecen el paisaje natural. Atardeceres tempranos con cierto olor a nostalgia, de un verano en el aún está cercano su término. El viento y la lluvia hacen su aparición, cobrando protagonismo.

        Es una estación bellísima, con un paisaje lleno de encanto. Pasear en otoño por su campiña es un regalo para la vista. Pisar las hojas caídas, refugiarse en el paraguas cobijándote de la lluvia…

        Recuerdo cuando era niña, que en esta fecha me encantaba ir al campo con mi pandilla. Agrupábamos las hojas secas, bien amontonadas, y nos tirábamos en plancha revolcándonos como locos, disfrutando de su mullido sonido.

        En otoño cambia la imagen de la ciudad, los puestos de helados desaparecen para dar paso a los puestos de castañas. También es tiempo de encuentro para hacer vida familiar. Es fuente de inspiración para miles de poetas. Los atardeceres cortos se impregnan de melancolía y de recuerdos de algún amor de verano, que ha llegado a su fin.

        Como en el ser humano, el otoño es la madurez, el reposo, el sosiego, la reflexión, el disfrute de la experiencia vivida, con una belleza tranquila y serena, que se prepara para abrirle la puerta al invierno.

        Por fin nuestro otoño ha llegado. Se resistía, y ha resultado tardío por culpa de un verano que se negaba a expirar. Disfrutemos de esta estación tan hermosa, saboreando sus riquísimos frutos secos, membrillos, uvas y demás delicatessen, alternándolo con tardes de cine, paseos al atardecer y contemplando bellas puestas de sol.


Se refugia la hormiga en su choza,
y se visten los campos de amarillo.
No se escucha el canto de los grillos.
Los chopos se desvisten de sus hojas.

Llegó el otoño y se alejó el estío,
el sol está cansado, no calienta,
el viento con su brisa nos deleita
y la lluvia alimentará los ríos.

También el otoño entró en mi vida,
mis huesos, cual las hojas se resienten,
pero la primavera está en mi mente
y la intento vivir día tras día.

No me duele el tiempo que se pasa,
ni los surcos que en mi rostro han nacido,
me duele perder seres queridos,
eso sí que me llena de nostalgia.

Pronto llegará el gélido invierno
y pintará de blanco sus parajes,
pero mi corazón aún está tierno
y lejano, mi último viaje.

Quiero pisar las hojas de los chopos,
y que la lluvia moje mi cabeza,
quiero respirar de esta belleza,
mientras que la luz brille en mis ojos.

Es el tiempo, un ave pasajera,
quiero volver mi otoño en primavera.


Luna

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