Otoño… Diversidad de colores marrones, amarillos,
dorados y rojizos, que se entremezclan y embellecen el paisaje natural.
Atardeceres tempranos con cierto olor a nostalgia, de un verano en el aún está
cercano su término. El viento y la lluvia hacen su aparición, cobrando
protagonismo.
Es una
estación bellísima, con un paisaje lleno de encanto. Pasear en otoño por su
campiña es un regalo para la vista. Pisar las hojas caídas, refugiarse en el
paraguas cobijándote de la lluvia…
Recuerdo
cuando era niña, que en esta fecha me encantaba ir al campo con mi pandilla.
Agrupábamos las hojas secas, bien amontonadas, y nos tirábamos en plancha
revolcándonos como locos, disfrutando de su mullido sonido.
En
otoño cambia la imagen de la ciudad, los puestos de helados desaparecen para
dar paso a los puestos de castañas. También es tiempo de encuentro para hacer
vida familiar. Es fuente de inspiración para miles de poetas. Los atardeceres
cortos se impregnan de melancolía y de recuerdos de algún amor de verano, que
ha llegado a su fin.
Como en
el ser humano, el otoño es la madurez, el reposo, el sosiego, la reflexión, el
disfrute de la experiencia vivida, con una belleza tranquila y serena, que se
prepara para abrirle la puerta al invierno.
Por fin
nuestro otoño ha llegado. Se resistía, y ha resultado tardío por culpa de un
verano que se negaba a expirar. Disfrutemos de esta estación tan hermosa,
saboreando sus riquísimos frutos secos, membrillos, uvas y demás delicatessen,
alternándolo con tardes de cine, paseos al atardecer y contemplando bellas
puestas de sol.
Se refugia la hormiga en su
choza,
y se visten los campos de
amarillo.
No se escucha el canto de
los grillos.
Los chopos se desvisten de
sus hojas.
Llegó el otoño y se alejó el
estío,
el sol está cansado, no
calienta,
el viento con su brisa nos
deleita
y la lluvia alimentará los
ríos.
También el otoño entró en mi
vida,
mis huesos, cual las hojas
se resienten,
pero la primavera está en mi
mente
y la intento vivir día tras
día.
No me duele el tiempo que se
pasa,
ni los surcos que en mi
rostro han nacido,
me duele perder seres
queridos,
eso sí que me llena de
nostalgia.
Pronto llegará el gélido
invierno
y pintará de blanco sus
parajes,
pero mi corazón aún está
tierno
y lejano, mi último viaje.
Quiero pisar las hojas de
los chopos,
y que la lluvia moje mi
cabeza,
quiero respirar de esta
belleza,
mientras que la luz brille
en mis ojos.
Es el tiempo, un ave
pasajera,
quiero volver mi otoño en
primavera.
Luna
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