El tiempo muere de cansancio.
Impotente a la derrota, el tiempo muere
de cansancio.
Porque el tiempo es el gran terror del
hombre,
pero el tiempo solo teme a las pirámides.
Porque su eternidad
nos protege de los dioses de la eterna pesadilla.
¿Por qué no apagan esas hogueras si ya
solo iluminan la derrota?
Mira a las parcas ciudad mortificada,
como plagas nefandas, impías y agoreras. El
áureo carro del triunfador, el rictus de severidad se había suavizado,
las comisuras de los labios aparecen distendidas a punto de concederse una
sonrisa de afabilidad.
Un padre que acoge con benevolencia los devaneos de sus hijos.
El botín gigantesco, la rapiña infame, el
tesoro de los hijos Tolomeos y que durante generaciones expoliaron los templos
de los antiguos dioses y las tumbas de los reyes del Nilo, anteriores a las
pirámides.
Marco Antonio y los hijos de Cleopatra
Séptima, los mellizos Cleopatra Selene, Alejandro Helios, y Cesarión rey de
reyes.
No era la circunstancia la encargada de
proteger a los desamparados
vástagos de innobles agresiones.
Todas las políticas navegan a merced del
ocaso. Toda la ciudad de Alejandría era de mármol blanco.
Marco Antonio se suicidó y Cleopatra
prisionera y muerta, Cesarión
decapitado en Menfis y los mellizos,
Octavia los recogió.
Quirón
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