sábado, 16 de noviembre de 2019

Despertar





        Sueños inquietos castigaban mi espíritu mientras dormía. Peleas cruentas llenaban las calles atemorizando al vecindario. Incendios amenazantes hostigaban las fachadas de los edificios del barrio. Gentes sin rumbo con rostros difuminados cortaban calles, avenidas, autopistas y todo lo que se les ponía por delante.

        Me desperté de golpe y puse la radio para comprobar si lo que agobiaba mi ánimo lo había soñado o era real. Las noticias circulaban por todas las emisoras. Había llegado el invierno crudo y duro. La nieve había cortado carreteras y aislado poblaciones. El aire había desgajado ramas y árboles en las calles y había volado techumbres y gruesos muros caían como castillos de arena. Las olas hacían cabriolas en los rompeolas de la costa y se elevaban haciendo una coreografía de espuma.

        En alguna emisora daban partes escuetos de otros sucesos que ocurrían en el país. La gente hablaba y se ponía de acuerdo para solucionar los problemas que nos agobian. Algunos que no estaban muy conformes se manifestaban pacíficamente por las calles sin molestar a nadie. Nuestros dirigentes estaban trabajando con dedicación y tesón para solucionar estos pequeños desacuerdos y mejorar nuestra calidad de vida.

        Dicen que los sueños suelen ser premonitorios de sucesos que ocurrirán, pero muchas veces nuestra mente exagera al plantearlos, haciendo una montaña de un grano de arena. Aunque también dicen que la realidad supera la ficción.

        Tranquilos, todo tiene solución en esta vida menos la política.


Rabo de lagartija

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