Sueños
inquietos castigaban mi espíritu mientras dormía. Peleas cruentas llenaban las
calles atemorizando al vecindario. Incendios amenazantes hostigaban las
fachadas de los edificios del barrio. Gentes sin rumbo con rostros difuminados
cortaban calles, avenidas, autopistas y todo lo que se les ponía por delante.
Me
desperté de golpe y puse la radio para comprobar si lo que agobiaba mi ánimo lo
había soñado o era real. Las noticias circulaban por todas las emisoras. Había
llegado el invierno crudo y duro. La nieve había cortado carreteras y aislado
poblaciones. El aire había desgajado ramas y árboles en las calles y había
volado techumbres y gruesos muros caían como castillos de arena. Las olas
hacían cabriolas en los rompeolas de la costa y se elevaban haciendo una
coreografía de espuma.
En
alguna emisora daban partes escuetos de otros sucesos que ocurrían en el país.
La gente hablaba y se ponía de acuerdo para solucionar los problemas que nos
agobian. Algunos que no estaban muy conformes se manifestaban pacíficamente por
las calles sin molestar a nadie. Nuestros dirigentes estaban trabajando con
dedicación y tesón para solucionar estos pequeños desacuerdos y mejorar nuestra
calidad de vida.
Dicen
que los sueños suelen ser premonitorios de sucesos que ocurrirán, pero muchas
veces nuestra mente exagera al plantearlos, haciendo una montaña de un grano de
arena. Aunque también dicen que la realidad supera la ficción.
Tranquilos,
todo tiene solución en esta vida menos la política.
Rabo de lagartija
No hay comentarios:
Publicar un comentario