Siempre que estás ocupada,
muchas
veces yo te observo,
mi
recuerdo me traslada
a
aquella tarde de invierno
cuando
saliste casada.
En
nuestra humilde morada
tú has
sido el lado tierno,
yo el
amado y tu la amada
en la
salud y el enfermo,
siempre
de mí enamorada.
Por los
hijos preocupada,
por la
nuera, por el yerno,
por los
nietos arropada,
te damos
amor eterno
y no te
pedimos nada.
En la
cocina instalada
con un
calor del infierno,
platos
ricos y ensalada,
arroces,
frutas y puerro,
macarrones
y empanada.
Cada día
más cansada,
se te
nota ya en el cuerpo,
se te
nota en la mirada,
se
termina nuestro tiempo,
tengo tu
mano agarrada.
Rabo de lagartija
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