sábado, 30 de noviembre de 2019

El sueño de Lucía





Las imágenes pintadas en los lienzos despertaban la imaginación de Lucia, llevándola a investigar hasta lo más íntimo de los personajes reflejados en los mismos.

                        Desde niña, Lucía  había mostrado un carácter despierto y cuando hablaba en las reuniones familiares, contaba historias  que su familia al escucharla les costaba separar lo real de la fantasía. 
       
            Cada tarde al salir del colegio donde daba clases, Lucía se dirigía al Museo donde trabajaba su padre como restaurador de obras de arte. Una vez allí  esperaba a que las puertas se cerraran al público para reunirse con él y hablar  de los trabajos  que este estaba llevando a cabo y que tanto le apasionaban a ella. 
            
            Un día de los que entró en la sala donde su padre se encontraba trabajando,  sus ojos se quedaron mirando fijamente un cuadro en el que el rostro de la mujer pintada le devolvía la mirada. Por unos instantes continuó observando la pintura, la imagen de la  mujer envuelta en transparentes velos de colores, que parecían revolotear como el vuelo de la mariposa queriendo escapar de su encierro. Tan abstraída estaba en su contemplación, que se sobresaltó a oír que la llamaba su padre. Cuando se volvió hacia él quiso saber de dónde había salido aquel cuadro, a lo que él le contestó que lo había encontrado en el sótano, junto a otros cuadros que esperaban para ser restaurados y expuestos en la sala, para una  exposición que estaban preparando.

            Lucía regreso a casa, durante el trayecto recordaba la impresión que la había causado la mujer del lienzo.

            Aquella noche el sueño de Lucía se lleno de imágenes y entre ellas, las del cuadro de la dama misteriosa y de cómo esta tomaba vida y traspasaba el lienzo, rompiendo el cristal que lo protegía y  caminaba lentamente hacia ella, tratando de atraparla con sus manos, mientras ella permanecía inmóvil, sin poder moverse, hipnotizada por el extraño brillo de los ojos fijos en ella y cuando parecía que iba alcanzarla, un estridente golpe sonó a lo lejos.

            Una fuerte ráfaga de viento había cerrado bruscamente la ventana y los cristales desprendiéndose por el golpe caían al suelo rompiéndose en pedazos y con su estallido rescataron a Lucía del extraño sueño.


I R I S

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