Ayer entré
en el hormiguero de personas, en el centro de Madrid, y me encontré con una
escena que me hizo estremecer.
Un hombre y
una mujer, jóvenes, calculo que entre los 25 y los 30 años, con una niña de
unos tres años y un niño que no llegaba a los dos años. Estaban en la puerta
del metro, con un cochecito de bebé y una bolsa con pocas cosas. La niña pedía
algo y el papá la tomó en sus brazos. Mientras, la madre con el niño en el
coche del bebé le conducía para el lugar contrario al que yo me dirigía.
Cuando vi el
atuendo de los padres y los hijos, pensé que estaban buscando un lugar donde
pasar la noche, y el alma se me estremeció al pensar donde estarían, con la
noche tan fría. Porque sus atuendos no eran los adecuados para una noche
extrema de frío.
Qué triste y
penoso tiene que ser verte fuera de tu país, tu pueblo, tus amigos y
familiares, buscando una forma de vivir y no encontrarla. El resto de la tarde
la pasé pensando en ellos y sobre todo en los niños. Cuando su padre tomó a la
niña en brazos, parecía que le quería decir lo que les esperaba en una noche
tan gélida.
Durante la
noche pensé tantas cosas, que no hay tiempo para explicarlas. Todo esto me hace
preguntar a los gobernantes de todos los pueblos del mundo, si ellos duermen
tranquilos todas las noches. Si cuando se sientan a comer, se acuerdan de los
millones de seres que les gustaría comerse lo que ellos les sobra. Si los miles
de millones que se gastan en las guerras, no les duele al ver que la gente se
muere de hambre y frío, los que mueren en el mar buscando una vida que sea eso,
vida. Y no se les cae la cara de vergüenza cuando se ver un país destruido y
arrasado por las bombas. Parece que la política es algo que no entendemos, que
se va de nuestras mentes, que no es algo que el pueblo pueda entender. Y el
caso es que luego el pueblo VOTA, y el pueblo se da cuenta que su voto ES UNA
MIERDA.
Trotamundos
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