sábado, 30 de noviembre de 2019

La cárcel que tenemos todos dentro





         Nuestra vida, nuestra existencia, desde pequeños se rige por las normas de una cárcel. Hay un director, que es nuestra conciencia, que te conmina: “Esto no, esto si, esto tal vez, esto más adelante”.

         Actuamos con arreglo a unas normas establecidas para la convivencia del ser humano. Incluso en las dietas, en las horas de ocio. Pero, somos seres humanos y, a veces, tenemos nuestros fallos, relajamos las normas, nos fabricamos a escondidas del director normas nuevas más placenteras. Los guardianes hacen la vista gorda y nos permiten vislumbrar lo que hay fuera de nuestras cuatro paredes.

         Llega un momento en que cumplimos nuestra condena y rompemos las cadenas que nos han tenido atados a lo que nos dictan los demás. Vislumbramos eso que nombran en voz baja, la libertad. Podemos hacer nuestras nuevas normas que se acomoden a nuestro deseo de un futuro de bienestar y de realización de lo que hasta ahora fueron sueños imposibles. Pero, siempre hay que respetar una única regla, o volveremos a la cárcel interior. Nunca podrás dañar las reglas y los sueños de los demás. Vive y deja vivir. Respeta las opiniones ajenas aunque no las compartas. Empatiza con los demás sin dejar de perseguir tus ilusiones.

         Comparte tus ideas y tus sueños y deja que los demás consideren si las aceptan o si no. Escucha las ideas de los demás y quédate con lo que te pueda ayudar a ser mejor o a alcanzar tu estado del bienestar. Tenemos en nuestra mano cinco dedos y cada uno corresponde a una de las normas que deberíamos cumplir: Respeto, firmeza, sinceridad, empatía y amor con todo lo que nos rodea.

         Mirémonos la mano de vez en cuando y recordemos estas normas.


Rabo de lagartija

El sueño de Lucía





Las imágenes pintadas en los lienzos despertaban la imaginación de Lucia, llevándola a investigar hasta lo más íntimo de los personajes reflejados en los mismos.

                        Desde niña, Lucía  había mostrado un carácter despierto y cuando hablaba en las reuniones familiares, contaba historias  que su familia al escucharla les costaba separar lo real de la fantasía. 
       
            Cada tarde al salir del colegio donde daba clases, Lucía se dirigía al Museo donde trabajaba su padre como restaurador de obras de arte. Una vez allí  esperaba a que las puertas se cerraran al público para reunirse con él y hablar  de los trabajos  que este estaba llevando a cabo y que tanto le apasionaban a ella. 
            
            Un día de los que entró en la sala donde su padre se encontraba trabajando,  sus ojos se quedaron mirando fijamente un cuadro en el que el rostro de la mujer pintada le devolvía la mirada. Por unos instantes continuó observando la pintura, la imagen de la  mujer envuelta en transparentes velos de colores, que parecían revolotear como el vuelo de la mariposa queriendo escapar de su encierro. Tan abstraída estaba en su contemplación, que se sobresaltó a oír que la llamaba su padre. Cuando se volvió hacia él quiso saber de dónde había salido aquel cuadro, a lo que él le contestó que lo había encontrado en el sótano, junto a otros cuadros que esperaban para ser restaurados y expuestos en la sala, para una  exposición que estaban preparando.

            Lucía regreso a casa, durante el trayecto recordaba la impresión que la había causado la mujer del lienzo.

            Aquella noche el sueño de Lucía se lleno de imágenes y entre ellas, las del cuadro de la dama misteriosa y de cómo esta tomaba vida y traspasaba el lienzo, rompiendo el cristal que lo protegía y  caminaba lentamente hacia ella, tratando de atraparla con sus manos, mientras ella permanecía inmóvil, sin poder moverse, hipnotizada por el extraño brillo de los ojos fijos en ella y cuando parecía que iba alcanzarla, un estridente golpe sonó a lo lejos.

            Una fuerte ráfaga de viento había cerrado bruscamente la ventana y los cristales desprendiéndose por el golpe caían al suelo rompiéndose en pedazos y con su estallido rescataron a Lucía del extraño sueño.


I R I S

La España vaciada





       Un país no es nada sin personas
         ni por el número de habitantes,
         un pueblo puede ser grande
         si se le hace fuerte y decente.

         Un pueblo libre, traba y vive,
         un pueblo oprimido estará triste,
         estará lleno de odio y rencor
         y la paz y el amor no existe.

         ¿Y cómo aunamos el bienestar?
         Con vergüenza, valentía y corazón,
         sin lucro, sin mentiras, sin odio,
         sin venganza, con trabajo y formación.

         Cuando las mentiras se paguen caras,
         cuando el pueblo sea libre de expresión,
         cuando los saqueos sean penados,
         hallaremos bienestar y comprensión.

         Hoy hablamos de la España vaciada,
         pero cuantos años han estado en horas bajas,
         nadie se ha dado cuenta hasta hoy,
         acaso no se veía la natalidad tan baja.

         Las familias cada día son más cortas,
         las parejas necesitan más apoyos,
         con un sueldo no se llega a fin de mes,
         y los niños no se crían ellos solos.

         Conseguir una vivienda es todo un reto,
         con los sueldos de miseria que tenemos,
         encontrar un puesto fijo es un veto,
         que entre toda la familia no podemos.


Trotamundos

sábado, 23 de noviembre de 2019

A veces te miro





             Siempre que estás ocupada,
             muchas veces yo te observo,
             mi recuerdo me traslada
             a aquella tarde de invierno
             cuando saliste casada.

             En nuestra humilde morada
             tú has sido el lado tierno,
             yo el amado y tu la amada
             en la salud y el enfermo,
             siempre de mí enamorada.

             Por los hijos preocupada,
             por la nuera, por el yerno,
             por los nietos arropada,
             te damos amor eterno
             y no te pedimos nada.

             En la cocina instalada
             con un calor del infierno,
             platos ricos y ensalada,
             arroces, frutas y puerro,
             macarrones y empanada.

             Cada día más cansada,
             se te nota ya en el cuerpo,
             se te nota en la mirada,
             se termina nuestro tiempo,
             tengo tu mano agarrada.
            
            


Rabo de lagartija

coplillas del abuelo





            María no había conocido al abuelo, este había fallecido cuando ella era tan solo un bebé, pero la abuela y su madre le hablaban de él.

            Cuando la abuela le hablaba a la niña del abuelo,  comenzaba contándole que él no había nacido en el pueblo, sino en la capital donde pasó sus primeros años  hasta que sus padres decidieron trasladarse a vivir al pueblo. También le contaba entre sonrisas que el abuelo no había podido hacer el servicio militar por no dar la talla y que tiempo después era de los mozos más altos del pueblo.

            La abuela se detuvo unos instantes para comprobar la atención de la niña y  viendo el gran interés que esta mostraba,  la animaba a seguir contándole  las vivencias  del abuelo. 
                    
            El abuelo, continuaba con su relato  la abuela, sabía leer y escribir, pues había asistido al colegio hasta que sus padres abandonaron la ciudad. Cuando pasaron los años y el trabajo del campo le dejaba libre, se reunía con los viejos en la plaza del pueblo para conversar y contarles las noticias que le llegaban de otros lugares.

            Tras unos segundos de pauta la abuela continuó hablando: Una de las coplillas escritas por el abuelo fue con motivo de la llegada de la luz al pueblo, en ella contaba como todos los vecinos,  incluidos los perros y los gatos no quisieron perderse el extraordinario  acontecimiento.

            Cuando llegó el día y la instalación estuvo terminada,  la luz se hizo en los hogares, sus moradores  apagaron los candiles y velas para dejar paso a la nueva luz  alejando  las sombras.

                                   COPLILLA DEL ABUELO
                                   La villa de Santa María
                                   está muy adelantada
                                   con el alumbrado que han puesto
                                   por las calles y plazas….


I R I S

La vida en ello






A la democracia no se la puede mirar con un encogimiento de  hombros
 porque siempre hay alguien al acecho para dinamitarla. Porque, de pronto, aparece una garra siniestra que sorprenderá y aterrará hasta a los
 más indiferentes, apáticos y displicentes a ella.
La democracia no  es de los políticos, no lo es exclusivamente:
La democracia es  del pueblo. Por lo tanto, por nuestro propio bien y por el de nuestra descendencia, hemos votado. Votamos sí a la democracia, sí a la libertad,
sí a los derechos humanos, si a la  protección de los más necesitados,
de los más débiles ;  Sí a un estado donde solo sufran persecución los asesinos, los malhechores, los  corruptos y los que abusan de otras personas indefensas.
Un Estado sin vetos a la opinión y a la información.
Un Estado que apueste firme por la evolución, por el progreso y por un futuro esperanzador para sus ciudadanos y para sus instituciones.
 Elijamos entre nuestros políticos  candidatos, al que creamos que  mejor puede garantizar los citados ideales. ¡Hemos votado! Votamos
                           como si nos fuera la vida en ello.   

                QUIRÓN

Cómo vivir hoy en día





         Ayer entré en el hormiguero de personas, en el centro de Madrid, y me encontré con una escena que me hizo estremecer.

         Un hombre y una mujer, jóvenes, calculo que entre los 25 y los 30 años, con una niña de unos tres años y un niño que no llegaba a los dos años. Estaban en la puerta del metro, con un cochecito de bebé y una bolsa con pocas cosas. La niña pedía algo y el papá la tomó en sus brazos. Mientras, la madre con el niño en el coche del bebé le conducía para el lugar contrario al que yo me dirigía.

         Cuando vi el atuendo de los padres y los hijos, pensé que estaban buscando un lugar donde pasar la noche, y el alma se me estremeció al pensar donde estarían, con la noche tan fría. Porque sus atuendos no eran los adecuados para una noche extrema de frío.

         Qué triste y penoso tiene que ser verte fuera de tu país, tu pueblo, tus amigos y familiares, buscando una forma de vivir y no encontrarla. El resto de la tarde la pasé pensando en ellos y sobre todo en los niños. Cuando su padre tomó a la niña en brazos, parecía que le quería decir lo que les esperaba en una noche tan gélida.

         Durante la noche pensé tantas cosas, que no hay tiempo para explicarlas. Todo esto me hace preguntar a los gobernantes de todos los pueblos del mundo, si ellos duermen tranquilos todas las noches. Si cuando se sientan a comer, se acuerdan de los millones de seres que les gustaría comerse lo que ellos les sobra. Si los miles de millones que se gastan en las guerras, no les duele al ver que la gente se muere de hambre y frío, los que mueren en el mar buscando una vida que sea eso, vida. Y no se les cae la cara de vergüenza cuando se ver un país destruido y arrasado por las bombas. Parece que la política es algo que no entendemos, que se va de nuestras mentes, que no es algo que el pueblo pueda entender. Y el caso es que luego el pueblo VOTA, y el pueblo se da cuenta que su voto ES UNA MIERDA.


Trotamundos

sábado, 16 de noviembre de 2019

Despertar





        Sueños inquietos castigaban mi espíritu mientras dormía. Peleas cruentas llenaban las calles atemorizando al vecindario. Incendios amenazantes hostigaban las fachadas de los edificios del barrio. Gentes sin rumbo con rostros difuminados cortaban calles, avenidas, autopistas y todo lo que se les ponía por delante.

        Me desperté de golpe y puse la radio para comprobar si lo que agobiaba mi ánimo lo había soñado o era real. Las noticias circulaban por todas las emisoras. Había llegado el invierno crudo y duro. La nieve había cortado carreteras y aislado poblaciones. El aire había desgajado ramas y árboles en las calles y había volado techumbres y gruesos muros caían como castillos de arena. Las olas hacían cabriolas en los rompeolas de la costa y se elevaban haciendo una coreografía de espuma.

        En alguna emisora daban partes escuetos de otros sucesos que ocurrían en el país. La gente hablaba y se ponía de acuerdo para solucionar los problemas que nos agobian. Algunos que no estaban muy conformes se manifestaban pacíficamente por las calles sin molestar a nadie. Nuestros dirigentes estaban trabajando con dedicación y tesón para solucionar estos pequeños desacuerdos y mejorar nuestra calidad de vida.

        Dicen que los sueños suelen ser premonitorios de sucesos que ocurrirán, pero muchas veces nuestra mente exagera al plantearlos, haciendo una montaña de un grano de arena. Aunque también dicen que la realidad supera la ficción.

        Tranquilos, todo tiene solución en esta vida menos la política.


Rabo de lagartija

El tiempo muere de cansancio





El tiempo muere de cansancio.
Impotente a la derrota, el tiempo muere de cansancio.
Porque el tiempo es el gran terror del hombre,
pero el tiempo solo teme a las pirámides. Porque su eternidad
 nos protege de los dioses  de la eterna pesadilla.
¿Por qué no apagan esas hogueras si ya solo iluminan la derrota?
Mira a las parcas ciudad mortificada, como plagas nefandas, impías y agoreras. El  áureo carro del triunfador, el rictus de severidad se había suavizado, las comisuras de los labios aparecen distendidas a punto de concederse una sonrisa de afabilidad.
Un padre que acoge con benevolencia  los devaneos de sus hijos.
El botín gigantesco, la rapiña infame, el tesoro de los hijos Tolomeos y que durante generaciones expoliaron los templos de los antiguos dioses y las tumbas de los reyes del Nilo, anteriores a las pirámides.
Marco Antonio y los hijos de Cleopatra Séptima, los mellizos Cleopatra Selene, Alejandro Helios, y Cesarión rey de reyes.
No era la circunstancia la encargada de proteger a los desamparados
vástagos de innobles agresiones.
Todas las políticas navegan a merced del ocaso. Toda la ciudad de Alejandría era de mármol blanco.
Marco Antonio se suicidó y Cleopatra prisionera y muerta, Cesarión
decapitado en Menfis y los mellizos, Octavia los recogió.

Quirón       

Naturalmente





                   Ayer nevaba en la sierra,
                   esa sierra que me vio nacer,
                   que hace días estaba seca
                   y empezaba a padecer.

                   Porque esta sierra es vida
                   cuando su blanco mantón,
                   cuando lloran sus arroyos
                   y se alegra el corazón.

                   Cantan sus arroyos blancos
                   por el agua y por la espuma,
                   bailando de charca en charca
                   que hasta la trucha se suma.

                   Y hasta las aves se asoman
                   a contemplar las chorreras,
                   donde las rocas lavadas
                   le cantan sus primaveras.

                   Y esos pequeños reptiles
                   se asoman entre las ramas,
                   a contemplar la crecida
                   y conversan con las ranas.

                   Esperamos que la sierra
                   se cubra de blanco armiño,
                   y la nevada sea fuerte
                   igual que cuando era un niño.


Trotamundos

sábado, 9 de noviembre de 2019

Reflexión




        Hoy, nuestros deberes como partícipes de la sociedad, nos mandan a reflexionar. Hay que preguntarse el qué, el por qué, el para qué, a quien, el cómo, el cuando, el donde, sin olvidar quienes somos, de donde venimos y hacia donde vamos.

        Hasta hoy, y últimamente muchas veces, hemos depositado nuestras ilusiones y nuestra confianza en las personas, los ideales, los programas y promesas que puedan facilitar la convivencia y un reparto justo de riqueza, derechos y deberes entre todos según el criterio de cada uno.

 La pluralidad de opciones, las diferencias políticas, el quítate tú que me pongo yo, yo pongo tú quitas, yo subo tu bajas, yo, tu, yo, tu…. ¡Para cuando el nosotros! Hay que buscar lo que nos une y uno tiene fe en que, salga lo que salga, podamos tener una convivencia duradera, vigilada por las instituciones establecidas al respecto y viviendo el presente, mirando hacia al futuro y sin olvidarnos de nuestro  pasado.

        En la antigüedad, donde se nacía, se vivía y se moría. No había más ley que la que el señor feudal imponía junto a los preceptos de la religión. Hemos evolucionado hasta nuestros días donde las revoluciones tanto sociales como industriales, comerciales, éticas y religiosas nos han deparado una forma de convivencia democrática, donde el pueblo elige a sus representantes para que les gobiernen dentro de las leyes y normas sociales establecidas.

        Hoy uno se siente del pueblo donde ha nacido, de la región a la que pertenece, del país que comparte las mismas costumbres, del continente al que pertenece ese país. Nos sentimos universales, sin fronteras de lenguas, razas, religiones ni cualquier otra particularidad social o política que nos diferencie. Hoy no hay señores feudales como en la edad media. Hoy hay multinacionales, monopolios, globalidad y el poder del dinero que mueven la economía y, por tanto, el estatus de ricos y pobres, del capital y del obrero, de lo público y de lo privado, de las guerras entre países por ostentar la supremacía del poder, tanto económico como social y para imponer las doctrinas que defiende cada bando.

        A pesar de todo eso, hemos de reflexionar qué queremos vivir en el presente y qué futuro queremos para nuestra descendencia dentro del abanico que nos presentan nuestros representantes. Para ello hay que poner de acuerdo nuestra razón y nuestro corazón. Hay que exigir a los que salgan elegidos que gobiernen durante el período estipulado, teniendo en cuenta a los que están de acuerdo con sus propuestas y también a los que no.

        ¡Votemos!


Rabo de lagartija

Vivencias





Agua de otoño frío de Noviembre, vio la versión de su sobrino en miniatura, ese bebé es precioso.

 Se acerca su cumpleaños, uno más después de tantos, uno más no importa.

 Desde la ventana ve el mar agitado, se queda hipnotizada y horrorizada por el pensamiento que cruza su cabeza, necesita una casa que no le traiga tantos recuerdos, a veces se ahoga.

La lluvia se oye insistentemente, golpea con fuerza en el tejado y en los cristales. Un perro mojado ladra con enfado.

El cuenco de sopa está sobre la mesa caliente, muy caliente. Quizá es mejor comer algo. No quiere estar en la casa pero salir le produce miedo, además debe bajar escaleras y no confía es sus piernas. El reloj de arena marca su tiempo.

Tantas cosas que se van acumulando durante la vida, luego de mayor te sobran todas porque está todo en tu personalidad, eres como eres por lo que has vivido y cómo lo has vivido.

Las flores de plástico era lo único que le apetecía ver, no había que cuidarlas, te daban toda su belleza gratuitamente sin pedir agua,  mimos ni nada a cambio.

Los libros es algo de lo que no quiere desprenderse nunca, sus libros son sus vivencias, su compañía más fiel, siempre están ahí, al alcance de su mano.


Clave de Sol

El regreso a la tribu





Asisto  con apenado interés al desastre de Brexit.

No he sido anglófila, pero ahora los veo caminar contra la historia y sumirse  en un caos involucionista. Es lo que tienen los discursos del odio: empiezas con soflamas populistas contra los emigrantes y los vecinos europeos, y terminas envenenándolo todo y matándote con tus propios compañeros de viaje. Una vez que se suelta la bicha del odio no hay quien la pare; el sectarismo posee  una fertilidad conejíl, que hace vaya pariendo sucesivas subsectas cada vez más pequeñas, todas rabiosamente enfrentadas entre sí. Se diría que una buena parte del planeta ansía  regresar a la horda.

La furia xenófoba que engorda en la Tierra tiene en el Brexit una expresión perfecta. La psicóloga Celia Arroyo, especializada en duelo migratorio, contaba hace un año en El País que la mayoría de sus pacientes residen en Reino Unido. Según ella, el Brexit ha disparado la incertidumbre entre los emigrantes; alguno ha llegado a definir la situación de “puro racismo”. Sabemos que los flujos migratorios son quizá el mayor reto del mundo.

Si no logramos que los emigrantes prefieran quedarse en sus países, el populismo ultrarrevolucionario lo utilizará como caballo de Troya para tomar el poder.

Dolor y vergüenza. Los últimos trabajos de Celia Arroyo se centran precisamente en la vergüenza, un sentimiento nefasto se mire por donde se mire. Hay otras emociones negativas, como el miedo y la culpa, que, si no se exageran, tienen su utilidad: avisan de los peligros, te hacen consciente de tu responsabilidad.

 Tras varios estudios, el neurocientifico David Eagleman, dice “la tensión social de ser emigrante en un  nuevo país es uno de los factores fundamentales para sufrir esquizofrenia. Perece ser que un repetido rechazo social perturba el funcionamiento normal de los sistemas de dopamina.”   Aviso para caminantes. Nos  va en ello tanto, tanto.


Quirón

La moragá





         La moragá, la calbotá, castañas asadas.

         Ayer por la tarde, a las 19,45 horas, la plaza estaba casi desierta, tan sólo había unas veinte personas y algunos coches que circulaban de un lado para otro. A las ocho de la tarde, en esta misma plaza, ya se podían contar las personas por cientos.

            Y… Se preguntarán cual es la razón de un cambio tan notable en tan solo quince minutos. Pues bien, ahí va la razón: En este pueblo, hay una costumbre muy antigua de hacer la “Moragá”, que es lo mismo que asar castañas.

         Hasta hace unos años, se asaban entre corros de amigos y cada corro hacía su lumbre, y se asaban en el campo, y era una tarde de buena armonía entre todo el personal del lugar.

         Como todo cambia en la vida, debido a los fuegos, se prohibió hacer lumbre en el campo, y eso nos ha llevado a idear una forma para que el pueblo celebre una costumbre, o una fiesta, que se recuerda desde hace muchos años. Y con tal motivo, se asan las castañas en la plaza, y que son gratis para todo el que llega, y el caso es que cada año son más personas las que acuden para la degustación, acompañadas de un buen vino, ya que son muy buenos compañeros los dos componentes para alegrar la vida un buen rato.

         Es muy grato ver una mano con las castañas asadas, y en la otra un vaso con vino, porque la alianza de los dos componentes proporcionan un buen rato de felicidad, de la que disfrutamos padres, hijos y abuelos y no importa el frío ni la lluvia.

                   Hay que agradecer encarecidamente a las personas que se presta, voluntarias, para asar y repartir, y lo hacen con buena voluntad y desenfado.

         PARA TODOS, GRACIAS DE VERDAD.


Trotamundos

sábado, 2 de noviembre de 2019

El tiempo entre los dedos





             Noviembre comienza dejando a tras Octubre. El otoño sigue su marcha hasta llegar al invierno.

            Cuando llega el final de cada mes y tengo que cambiar la hoja del calendario, no puedo evitar pensar en lo rápido que pasa el tiempo.

             Apenas se habían disipado las imágenes de las vacaciones de verano,  los establecimientos ya nos preparan en su stand  los productos que nos hablan de la llegada de las Navidades.
  
            Por unos instantes miro el calendario y cuando paso la hojas del mismo no puedo dejar de pensar lo rápido que pasa, pero el tiempo es el mismo, el no cambia; sus días tienen 24 horas, la semana, los meses y los  años siguen su curso, pero nosotros somos los que aunque en ocasiones quisiéramos detenerlo,  él nos demuestra la inutilidad de nuestro intento y  vamos pasando las hojas del calendario mientras el tiempo se escapa entre los dedos.




I r i s 

El reencuentro





         Poco a poco fueron llegando los comensales a la puerta del restaurante. Abrazos, besos, saludos. Inspección ocular del ex compañero, después de varios años sin verse. “Parece que has engordado”, “Y tu flequillo, donde ha ido a parar, estás calvo”. “¿Cómo lo haces para mantenerte igual que hace años?”.

         Se forman corrillos por afinidades, aunque todos se conocen, hay más apego a unos que a otros. Todos forman parte de la existencia de todos. ¡Ah, aquellos tiempos en que éramos jóvenes y veíamos la vida como una carrera de fondo en la que había que alcanzar las metas más altas! La realidad aplastante quedaba plasmada en los rostros de todos. Habían envejecido poco a poco, lo cual no quitaba que la alegría del encuentro bailara entre todo el grupo.

         Se sientan a las mesas preparadas al efecto siguiendo el orden de predilección de todos los asistentes. Se habla del pasado, del presente y del futuro. Se intercambian enfermedades, situaciones sociales y familiares, alegrías y penas y se olvidan por un momento del presente e intentan revivir el pasado positivo. Se levantan unos y otros, van a compartir ratos y anécdotas con el resto de compañeros.

         La comida es abundante y buena. El promotor del evento pasa por las mesas recaudando el importe del condumio y pasando lista. “Ha fallado fulanito y menganito. Pero somos un montón todavía”. Los postres, después de cervecitas y vinitos que riegan la comida, son más alegres. Se canta algún cumpleaños feliz para los que recientemente han cumplido años. Se cuentan chistes, anécdotas graciosas y críticas a la cúpula jerárquica de aquellos tiempos.

         En una misma mesa están entremezclados jefes, empleados, subalternos, secretarias y demás categorías laborales de aquellos tiempos. Los galones no han entrado al reencuentro y todos son iguales y su único deseo es compartir ese rato lo más agradablemente. Se olvidan pequeñas rencillas y desacuerdos del pasado y solo quedan vivencias conjuntas de todos los reunidos.

         El tiempo del reencuentro se va agotando, algunos forman partidas de mus y se quedan otro rato tomando unas copas. Otros se marchan ya a sus casas y a sus vidas actuales. Todos tienen el deseo de volver a reunirse otro año y rememorar esa parte de su existencia que pasaron juntos. Algunos, por distintas razones, no verán la próxima reunión de compañeros.

         ¡Viva la amistad por siempre!


Rabo de lagartija

Amina y Ali Alí





Su hijo ALI ALÍ, nos cuenta:  Realizó su trabajo de doctorado sobre elarte grabado en el cuerpo de la mujer que lo engendró.
El retrato de  Amina refleja hoy el dolor que embarga Siria.
 Ali Alí siempre estuvo fascinado por los tatuajes de su madre.
 También de sus tías. Eran visibles los de las manos y la cara. Pero, por ese acuerdo secreto entre madres e hijos, Alí sabía que había un fascinante oasis de signos y formas cubierto por las ropas.
 Se los hacían las mujeres entre ellas.
 Hervían ceniza en una olla y esa pasta se mezclaba con una tinta especial,
el hilo de leche de una hembra que venía de alumbrar,
y la sangre que emanaba del pinchazo de la aguja.
 Eran dibujos que protegían como conjuros los órganos vitales.
 Enmarcado el ombligo, el signo infinito. En cada trazo,
 una voluntad de sentido y belleza. Y erotismo.
 Una sutil simetría de alas y hojas elevándose por piernas y muslos.
 La magia de los escorpiones custodiando la vulva, el origen del Mundo.
 Cuando Ali Alí tuvo que hacer su trabajo de doctorado en Bellas Artes de Damasco,
 pensó en esa obra de arte que lo había engendrado. El cuerpo de la madre.
 Fue un acontecimiento que fascinó  a la directora de tesis.
Amina, la madre de Alí, era portadora de una tradición estética que se revelaba como una misteriosa vanguardia que atravesaba los siglos, el margen  de cualquier canon o comercio.
He visto a Amina, su retrato. Ella estaba a miles de kilómetros,  en una aldea llamada Khatounie,
en la provincia de Al Hassake, en la Mesopotamia Siria.
No vive pero nos mira desde  uno de los cuadros de su hijo
Alí. Nos mira de una manera especial, como apoyada en el muro de una frontera,
la que separa el país de los escombros y el país de los colores.
En realidad vivía hasta hace muy poco, hasta hace nada,
así que es comprensible que nos siga mirando.
 Nos mira antes de morir de pena y después de morir de pena. Porque Amina se murió de pena
 el otro día. Cuando supo que su hijo menor, Jaizan, de 17 años, había muerto
por la explosión de una mina. Y poco antes un obús destrozó a un sobrino de 16.
 Y una de sus hijas acababa de descubrir que el marido, profesor de filosofía
 a quien creían preso por sus ideas, había sido ejecutado  por el régimen fascista
de Bachar el Asad hace ya tres años. Tres años convencida de que vivía,
 tres años enviándole cartas de amor y ánimo. No pudo seguir, lo siento, Amina.
 En su casa Soleiman, el marido, se han criado 22 chicos y chicas.
Todos y   los millones de refugiados, están en su mirada, antes y después de morir de pena.
 Es una mirada que no deja de mirar. Que no toca fondo. Que va más allá del fondo.


Quirón