sábado, 3 de marzo de 2018

El viejo y la estrella





            ._ Abuelo, aquella estrella que brilla tanto en el cielo te mira y sonríe…

            Cundo llegaba el verano y con él el tiempo de vacaciones, la familia Estrella organizaba su viaje, como cada año cuando llegaban estas fechas. Unos días irían al pueblo donde los esperaba el abuelo y para finalizar en la playa donde todos disfrutaban de los baños de las aguas del mar.

            El pueblo estaba situado en la ladera de la montaña. En el invierno la nieve lo cubría con su manto blanco  y la primavera lo vestía con sus mejores galas.

            Desde hacía años, la casa del pueblo con la llegada de los más pequeños se llenaba de voces y risas, rompiendo el silencio reinante, mientras que el abuelo, por unos días, dejaba a un lado la soledad en que vivía el resto del tiempo.

            Durante los días que la familia pasaba en el pueblo, se ocupaban de reparar lo que se había deteriorado desde su última visita, y los más pequeños acompañaban al abuelo a dar de comer a los animales, disfrutando con esta tarea, ya que en la ciudad nada de esto podían hacer.

            Llegada  la noche y después de cenar, todos los miembros de la familia salían a la puerta de la casa a tomar el fresco. Durante la velada el abuelo contaba historias que le habían contado sus mayores. Aunque todos ya las conocían, las escuchaban como si fuera por primera vez. Cuando llegó la hora de retirarse para ir a dormir, el abuelo se despidió hasta el día siguiente y se encaminó hasta el camino que pasaba junto a la casa, desapareciendo en la obscuridad de la noche.  Esto sucedía cada noche, lo que despertó la curiosidad de uno de los pequeños, quien en un descuido de los padres, se dirigió hacia el camino por donde se había ido el abuelo. El niño caminaba despacio para que  sus pisadas no le descubrieran. Cuando llegó a un recodo del camino, divisó al abuelo sentado en un pequeño montículo mirando al cielo. El pequeño se quedó quieto pero la voz del abuelo llamándole, le hizo ver que le había descubierto, lentamente se aproximó hasta donde estaba el hombre, quien al tenerle junto a él le sentó a su lado y con el dedo le indicaba donde estaba la  estrella que, con su brillo, sobresalía de las demás y fue entonces, cuando el pequeño le dijo al abuelo:

            ._ Abuelo, aquella estrella que brilla tanto en el cielo te mira y sonríe…

            Años más tarde el niño ya se había convertido en hombre. Cada verano volvía a casa del abuelo, aunque este ya no estaba. Al anochecer iba hasta al lugar donde el abuelo buscaba cada noche su estrella. Ahora mirando al cielo, la estrella ya no estaba sola. Otra estrella brillaba junto a ella y las dos desde arriba le sonreían.


I R I S

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