sábado, 17 de marzo de 2018

Cuando la lluvia no cala





        Sí, llovía, pero a mi no me mojaba, en el cuarto pequeño no llovía, el tiempo se hacía largo y..., como no, llegó el mando a mi mano y apreté el botón. La casualidad quiso que fuera la hora de los telediarios. Cambiando de canales encontré uno que retransmitía una cacería, y me quedé.

        Durante el tiempo que permanecí viendo el canal en cuestión, conocí ciertas maneras cinegéticas, y es cierto que algo se me quedó en la cabeza y, por un buen rato, no me quemaron la mente con la dichosa política, que ya nos sale por todas partes y que tan aburridos nos tienen con los problemas de sus partidos, olvidándose de los problemas que un día dijeron que tenían que solucionar y, sean unos o los otros, cada cual va a lo suyo.

        La caza tiene un gran número de personas que son cazadores, y les cuesta un buen dinero la licencia anual, y cada vez que acuden a una cacería, tienen que abonar una buena cifra. Hay mucho en contra de la caza, pero tiene algo que no es tan malo, pues para tener grandes monterías, hay que tener grandes lugares para que la caza viva, críe, y anide, y eso cuesta dinero y crea puestos de trabajo.

        Por otro lado, la caza controlada está en fincas cerradas, lo que solemos llamar “cortijos”, en los cuales hay partes que se siembran y partes que se dedican a la caza. En estos lugares las especies forestales son muy abundantes y hay muchas especies de árboles que nos limpian el aire que respiramos y que tanta falta nos hace hoy en día, y más los que vivimos en las ciudades y notamos la falta de aire limpio. Cuando la lluvia no cala.

Trotamundos

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