La soledad era algo que no la asustaba, es más la
buscaba. Decidió que todo el fin de semana estaría sola. Desde el viernes que
diría adiós a su marido y sus hijas hasta el domingo por la tarde.
El jueves ya tenía una sonrisa en la cara, pensando lo
a gusto que iba a estar, últimamente necesitaba la soledad. Tampoco tenía
pensado quedar con amigas. Era un fin de semana para ella.
Cuando se fueron todos, se preparó una copa de vino y
se metió en la bañera con el agua bien caliente, sin tiempo. Al cabo de un rato
se puso a organizar todos los libros que tenía, con tranquilidad, recordando
cada libro que había leído y sonriendo con este o aquel.
De uno de los libros cayó una foto de sus hijas
pequeñas, de un día que habían ido todos juntos a la piscina, estaban muy
guapas con el pelo mojado y el bañador de personajes de dibujos infantiles.
¡¡¡Lo que habían crecido!!!
Olvidada, había una carpeta con dibujos de sus hijas y
la letra infantil que tan bien conocía. Era un dibujo de la familia, papa y
mama cogidos de la mano y ella y su hermana dentro de un corazón de color rosa.
Ellas siempre estuvieron muy unidas y el dibujo se lo recordó.
Hacía un tiempo que no vivía la vida que quería, las
cosas habían cambiado y estaba convencida que ella no había sabido adaptarse.
Ahora ninguno de los tres estaba en sus planes, ni en
su vida.
No se emocionó, miro al frente y supo lo que
debía hacer.
Encontrarse a sí misma en su soledad buscada
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