Andaba
la paloma revoloteando, en busca de un lugar donde formar su nido. Iba de un
lado a otro. Se posaba en las desnudas ramas de los árboles. Sus ojillos
negros, inspeccionaban cada escondido rincón donde pasar el tiempo que durara
la incubación de los huevos y la cría de los nuevos polluelos.
En
uno de estos viajes divisó el hueco de una ventana y hasta ella voló. Una vez
llegó al lugar, se posó en el poyete y esperó a que desde el interior de casa
le llegara algún sonido, pero nada se oía en la vivienda. Espero un tiempo, y
viendo que nadie se asomaba para
espantarla, levantó el vuelo para volver de nuevo y formar el nido en aquel lugar.
Durante
días la paloma llevaba en el pico el material necesario para su construcción.
Era un trabajo minucioso. Un palomo que también andaba por la zona, no perdía detalle de tan laborioso trabajo,
se acercó a ella ofreciéndole su ayuda, pero ella le rechazó.
Al cabo
de los días, el nido estaba casi acabado. La paloma abandonó el lugar, en busca
de los últimos residuos que aún quedaban. El palomo que no había tomado muy
bien la negativa a su ayuda, espero que ella se alejara y levantando el vuelo
se acercó hasta donde estaba el nido.
La
paloma regresaba con el material con el que terminaría el nido, pero según se
acercaba al lugar, la imagen de la ventana vacía le hizo temer lo peor.
I R I S
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