Cuando
tienes ciertos años
y
la vida te ha hecho sufrir,
valoras
pequeñas cosas
que
siempre estuvieron ahí.
Recuerdo
cuando iba al campo,
corriendo
por los caminos,
a
coger flores silvestres,
que
estaban entre los trigos.
Mirábamos
a los pájaros
y
escuchábamos sus trinos,
siguiendo
con la mirada
cómo
iban a sus nidos.
Era
tanta la ilusión
que
había entre los amigos,
que
inventábamos nuestros cuentos,
para
estar más tiempo unidos.
Así
un día y otro día,
pensamos
en divertirnos,
sin
tener juguetes caros,
que
nunca falta nos hizo.
Cuando
fuimos más mayores,
escogimos
nuestro camino,
luchando
por conseguir
lo
que nunca antes tuvimos.
Y
en esta lucha constante,
quizá
nunca comprendimos,
que
el valor de las personas
no
está en cuanto tuvimos,
si
no en tener libertad
para
escoger tu camino.
Así
que, pasados los años,
yo
también he comprendido,
que
lo importante en la vida
no
es loo que has tenido,
si
no ver en tu interior
lo
que tú siempre has querido.
Y
teniendo siempre presente,
que
a veces no hay que buscar,
que
lo tenemos delante,
sólo
hace falta mirar.
Blanca
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