miércoles, 4 de febrero de 2015

A la escuela de adultos




             La escuela de adultos, nuestra escuela, ya no es lo que era. En una ocasión escribí ilusionada un poema dedicado a este magnífico centro, del que soy alumna desde hace unos cuantos años. Hablaba del aire tan maravilloso que allí se respiraba, de lo que me aportaba, de lo que me enriquecía y loo bien que me sentía asistiendo a sus clases.

                Esta entrañable escuela era fuente de vida para las personas que, como yo, en nuestra infancia habíamos cursado sólo los estudios primarios, pero que en cambio, teníamos inquietudes que se nos quedaron en el camino. Porque entre las familias de los trabajadores de nuestra generación, cuando cumplías los catorce años, tenías que ponerte a trabajar, algunos incluso antes, aunque tu deseo fuera seguir estudiando.

                Los años vividos en esta escuela forman ya parte de mi vida, y nunca podré olvidarlos. He aprendido cosas que no pensé que sería capaz de realizar. He hecho amigos, he compartido momentos entrañables, y los profesores han sido siempre el vehículo que nos llevaba a esta gran ilusión, que teníamos cada vez que asistíamos a clase.

                La alegría que se vivía en esta “nuestra casa”, era contagiosa. Empezábamos el curso con treinta alumnos, y terminábamos con los treinta. Nadie se daba de baja, y es que las clases eran mágicas, amenas, participativas, motivadas por todos y cada uno de los profesores que nos hacían sentir, siempre, como alumnos aventajados.

                Ahora estoy triste. Todos los alumnos estamos tristes. La escuela, mi escuela, nuestra escuela, ya no es lo que era. Los recortes del gobierno le han dado un duro golpe, y se tambalea. Despidieron a varios profesores, creando un problema moral y económico para ellos y sus familias, además de tener que restringir las clases que ellos impartían. Hemos pasado de ser unos mil doscientos alumnos, a reducirse a cuatrocientos.

                Destruyeron las clases de enseñanzas abiertas, que abarcaban: informática, inglés, historia, historia del arte, literatura, taller de prensa, taller de teatro y taller de memoria. Sólo han dejado las enseñanzas obligatorias: alfabetización, graduado escolar y la enseñanza secundaria, porque no han podido quitarlas. Nos han robado, vilmente y sin decoro, una parcela de nuestro corazón, nuestras inquietudes, nuestras ilusiones y emociones, que llenaban y enriquecían tanto nuestra vida.

                Cuando se impartían enseñanzas abiertas, la escuela era un trasiego de alumnos. Se manifestaba su actividad en todas sus dependencias. Ahora se respira en el ambiente cierta nostalgia de lo que fue tiempo atrás.

                Ojalá que esta escuela de adultos vuelva a ser lo que era. Que los políticos que nos gobiernen en la próxima legislatura tengan ideas progresistas, y apuesten por la cultura, como apostaron en su día cuando se creó este magnífico centro de enseñanza. Gracias a un grupo de profesores altruistas y enamorados de su profesión que con su esfuerzo y vocación, consiguieron que haya estado dando su fruto durante treinta años. Hasta que los intereses de este gobierno han decidido tener otras prioridades, y está claro que la cultura y la educación no entraban dentro de ellas.

                ¡Te queremos escuela!


Luna

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