Me
siento como un afluente
que
desemboca en un río,
bebiendo
el agua fresquita,
compartiéndola
contigo,
y
hablando de nuestros proyectos
que
nunca fueron cumplidos.
Por
un golpe del destino
nuestros
sueños se quebraron,
y
te fuiste sin decirte
cuanto
yo te había amado.
Me
quedé sin el refugio
que
siempre fueron tus brazos,
y
me sentí como un barco
cuando
va a la deriva,
que
no tiene donde agarrarse
para
no perder la vida.
Triste
estoy con tu ausencia.
Sin
ti me cuesta vivir.
Los
días se me hacen largos.
Siempre
estoy pensando en ti.
Quisiera
ver esta etapa
que
me ha tocado vivir,
como
el que pierde el camino
y
vuelve a encontrarlo al fin.
Pero
estaban nuestros hijos,
las
personas más queridas.
Y
aunque ellos también tuvieron
que
sufrir esa agonía,
se
olvidaron de su pena
para
pensar sólo en la mía.
Vivimos
como pudimos,
yendo
siempre cuesta arriba,
salvando
algunos obstáculos
que en el camino había.
Que
el amor hace milagros,
es
una frase muy dicha,
pero
pude comprobarlo
cuando
tuve esta desdicha.
Y
seguir por esa senda
que
puede hacerme feliz,
sabiendo
que hay personas
que
te ayudan a sentir,
que
no estás sola nunca,
que
también piensan en ti.
Y
aunque parezca mentira
que
esto pueda ocurrir,
yo
siento aquí dentro
que
puedo siempre contar
con
alguien que me ilusione
y
me haga mejorar,
y
esa tristeza que siento
se
pueda dulcificar.
Que
si tú pones tu alma
en
la persona querida,
ella
te entiende y sonríe,
y
a ti te alegra la vida.
Blanca
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