Un pellizco que muerde las entrañas
y
veneno que nubla los sentidos.
Así es la envidia,
obsesión malsana,
que acosa y clava sus
colmillos.
Como nube que el sol impide ver,
se ciega en desear lo
de los otros.
Siempre quiere lo que
tiene aquel
y se ahoga en su
propio pozo.
No quisiera tener dentro de mí,
el tormento que sufre
quien la tiene.
Se alegra del mal y no
es feliz,
ansiando del prójimo
sus bienes.
Mala consejera y enemiga,
escupe su veneno y te
hiere.
Humilla siempre a
aquel a quien envidia,
si éste tiene lo que
ella no posee.
Tristes almas que sufren de la
envidia,
una herida invisible
que no cierra.
Bálsamo de amor regalaría,
para que la envidia no
existiera.
Luna
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