No hay que enfadarse por nada, ni con nadie. Y ¿por
qué? Pues la respuesta está en poner buena cara en los momentos difíciles. Y
¿Cuáles son los momentos difíciles? Pues a cada cual nos puede parecer de
distinta manera.
Si tus vecinos no te dejan vivir
tranquilo, lo mejor es hacer lo mismo que ellos, pero cuando les duela, que
puede ser a las seis de la mañana. Hacerte un zumo con la batidora a toda
potencia, o pasar la aspiradora y algunas cosas más, hasta que sean ellos los
que se enfaden.
Tampoco es para enfadarse cuando en la
calle hay un montón que algún perro ha dejado, y que su dueño no ha retirado.
Eso sí, te acuerdas del perro, del dueño del perro, de la madre y del padre del
dueño del perro, y de todos los suyos. Eso pasa cada día.
Y…
Pasa cada día que vemos en los contendores las cosas que se dejan fuera de
ellos, y lo mal que huelen, y el efecto tan desagradable y la falta de civismo.
También nos encontramos cada día algún
coche que se para en el paso y no permite eso, el paso, sobre todo de personas
con dificultad para moverse. No sé si sea ese tu caso, pero seguro que lo recuerdas,
aunque no te enfades cada día.
Trotamundos
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