Todos
los días amanece,
para
unos antes y para otros después,
unos
se afeitan por la mañana
y
otros por la tarde,
unas
se arreglan y pintan y otras no
y
cada cual se va a sus menesteres,
y
a la hora que le corresponde.
En
nuestro lugar habitual
la
paz reina entre todos,
casi
siempre cordial
y
se usan buenos modos.
Luego
un día borrascoso,
nos
atrapa una tormenta,
alguien
tiene día patoso,
que
llegó sin darse cuenta.
Estas
cosas de la vida
que
tenemos que afrentar,
que
nos causan gran herida,
hasta
poderla curar.
Hay
que ser un gran torero
y
cogerlo por los cuernos,
aunque
el miura sea bravo,
sus
envites que sean tiernos.
El
tiempo nos ha enseñado
que
la fuerza está en sí mismo,
que
si se afronta empeñado,
se
gana con egoísmo.
Sé
que la fuerza no falta,
y
sé que el valor tampoco,
y
el ánimo siempre en alza,
y
acabemos con el coco.
Trotamundos
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