martes, 5 de marzo de 2019

Periodistas





Sí, Alejandro Pizanik cuenta cómo  un día  de 1963, ¡en Santiago!, encontró el “centro exacto del abandono”, justo lo contrario sería la boca  peligrosa de besar; el centro exacto del rescate. Ese “cierto punto” que enloquecía a los surrealistas y donde lo comunicable y lo incomunicable dejarían de ser percibidos como contradictorios. Cada vez estaba más cerca. Eso parecía.

La vida dio un giro inesperado. Querías ser periodista, escritor, y alguien te abrió la puerta de un diario. Eras un chico de recados, un meritorio, no más. Pero ejercías cada noche  el derecho a soñar.Siempre eras el último a irte, con el periódico bajo el brazo. Oías en el sótano el arranque de la rotativa, la vibración del suelo, y era como sentir en las tripas la pulsación de una Fender Stratocaster. El periodismo era, sí un cuento apasionante. Y allí encontraste, de verdad, la boca peligrosa de besar.

Volví a pensar en esa imagen, en la boca peligrosa se besar, durante un encuentro en Buenos Aires sobre la crisis  del periodismo y sus alternativas. Habría que decirlo en plural: las crisis del periodismo. Hay crisis en muchos campos, pero parece que el periodismo las convoca todas. Hay días  en que parece el “centro exacto del abandono” y que la crisis es existencial, autodestructiva, y no solo tiene su causa en la incertidumbre tecnológica y la zozobra económica.

Al contrario de lo que enunció Kapuscinski (“este oficio no es para cínicos), tienes la impresión de que el cinismo toma posiciones e incluso  es considerada una cualidad. Es una actitud que también  impera en la política. En las encuestas de opinión en España queda situado en muy mal lugar el papel que hoy representan los periodistas.  Pero, al mismo tiempo, la gente considera cada vez más necesario  el periodismo entendido como el lugar de los porqués, un centro de rescate de la verdad. Al igual  que las zonas sensibles que detectan los peligros de la naturaleza, el periodismo, en sus mejores momentos, es ese espacio ecológico que     preserva el medio ambiente democrático. De ahí esa fuerza y también su vulnerabilidad.

El periodismo vive y sufre  su propio “cambio climático”. Con sus metamorfosis, saldrá adelante porque es necesario. Imprescindible. En ese encuentro en Buenos Aires, en la sede de Anfibia, una experiencia alternativa vinculada a la Universidad de San Martín, coincidimos en que, frente a la sobreabundante dosis cínica, el periodismo exige  un activismo del deseo. Alguien añadió: y un cierto peligro.

QUIRÓN







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