miércoles, 6 de marzo de 2019

Antonio Machado en la memoria







La leyenda del traje de Antonio Machado. El pueblecito francés de Colliure alberga la tumba del poeta. Un hombre que no perdió la dignidad ni en la peor de las derrotas.

Cómo es posible que la guerra terminara hace casi 80 años y todavía tengamos que contener  las lagrimas ante la tumba de Machado. A pocos kilómetros de la frontera española está Colliure, allí se refugió  el poeta huyendo de la victoria franquista. Encontró refugio  y murió justo antes del fin de la guerra. La tumba se halla a la entrada del cementerio y está siempre llena de flores de sus visitantes; yo nunca le llevo nada. Aunque cada año me acuerdo de un poema de Machado; este verano fue ese que empieza “Yo voy soñando caminos / de la tarde” y luego sigue; “en el corazón tenía / la espina de una pasión”. / logre arrancármela un día / ya no siento el corazón.  Alguien pregunta- cuando va a volver Machado a España, o no debería haber vuelto ya. “No se contestó”. “De momento está bien donde está”. Muñoz Molina ha escrito que el barranco de Víznar, lugar donde asesinaron a Lorca, es como el majestuoso lugar de Westminster donde los ingleses entierran a sus grandes escritores; nada que objetar, salvo que, si falla Víznar, aquí esta Colliure.

Al parecer, los habituales del hotel en Colliure estaban muy intrigados por qué nunca veían comer juntos a los hermanos Machado. Y algunos atribuyeron esa rareza a una inquina por las amarguras del exilio; hasta que un día descubrieron la verdad: los hermanos no tenían más que un traje, y se lo turnaban para bajar al comedor. “Es solo una leyenda” sonríe el Sr. Weaver.”Quizá no sea verdad”.

Y me digo que sólo nos habremos arrancado la última espina de la pasión de Machado cuando ya nadie tenga que contener las lágrimas en Colliure por su culpa. Entonces él también podrá por fin volver a casa y que, aunque quizá ya no nos quede corazón, ese día la guerra habrá terminado de verdad.

Hay una poesía de Antonio Machado tan estremecedora que resume todo el horror de una guerra, esa en la que podemos sentir a través   del tiempo un bombardeo sobre la población civil y el peor destrozo: ‘La muerte del niño herido, allí donde dice así “Invisible avión moscardonea./ ¿Duermes, oh dulce flor de sangre mía?/  El cristal del balcón repiquetea /-¡Oh, fría, fría, fría, fría, fría!”


Izet Sarajlic escribió una carta al escritor italiano Erri De Luca: “¿Quién cubre el turno de noche para impedir el secuestro del corazón del mundo? Nosotros los poetas. Me parece una pregunta extraordinaria: ¿Quién cubre el turno de noche?


Quirón

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