La leyenda del traje
de Antonio Machado. El pueblecito francés de Colliure alberga la tumba del
poeta. Un hombre que no perdió la dignidad ni en la peor de las derrotas.
Cómo es posible que
la guerra terminara hace casi 80 años y todavía tengamos que contener las lagrimas ante la tumba de Machado. A
pocos kilómetros de la frontera española está Colliure, allí se refugió el poeta huyendo de la victoria franquista.
Encontró refugio y murió justo antes del
fin de la guerra. La tumba se halla a la entrada del cementerio y está siempre
llena de flores de sus visitantes; yo nunca le llevo nada. Aunque cada año me
acuerdo de un poema de Machado; este verano fue ese que empieza “Yo voy soñando
caminos / de la tarde” y luego sigue; “en el corazón tenía / la espina de una
pasión”. / logre arrancármela un día / ya no siento el corazón. Alguien pregunta- cuando va a volver Machado
a España, o no debería haber vuelto ya. “No se contestó”. “De momento está bien
donde está”. Muñoz Molina ha escrito que el barranco de Víznar, lugar donde
asesinaron a Lorca, es como el majestuoso lugar de Westminster donde los
ingleses entierran a sus grandes escritores; nada que objetar, salvo que, si
falla Víznar, aquí esta Colliure.
Al parecer, los
habituales del hotel en Colliure estaban muy intrigados por qué nunca veían
comer juntos a los hermanos Machado. Y algunos atribuyeron esa rareza a una
inquina por las amarguras del exilio; hasta que un día descubrieron la verdad:
los hermanos no tenían más que un traje, y se lo turnaban para bajar al
comedor. “Es solo una leyenda” sonríe el Sr. Weaver.”Quizá no sea verdad”.
Y me digo que sólo
nos habremos arrancado la última espina de la pasión de Machado cuando ya nadie
tenga que contener las lágrimas en Colliure por su culpa. Entonces él también
podrá por fin volver a casa y que, aunque quizá ya no nos quede corazón, ese
día la guerra habrá terminado de verdad.
Hay una
poesía de Antonio Machado tan estremecedora que resume todo el horror de una guerra, esa en la
que podemos sentir a través del tiempo un bombardeo sobre la
población civil y el peor destrozo: ‘La
muerte del niño herido, allí donde dice así “Invisible
avión moscardonea./ ¿Duermes, oh dulce flor de sangre mía?/ El cristal del balcón repiquetea /-¡Oh, fría,
fría, fría, fría, fría!”
Izet Sarajlic escribió una carta al
escritor italiano Erri De Luca: “¿Quién cubre el turno de noche para impedir el
secuestro del corazón del mundo? Nosotros los poetas. Me parece una pregunta
extraordinaria: ¿Quién cubre el turno de noche?
Quirón
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