sábado, 30 de marzo de 2019

Rememorando a Cascorro





            Corría con desesperación agarrando la lata con fuerza. El tiempo era crucial para llegar a tiempo. El camino no era ni recto ni uniforme, por lo que tenía que saltar y esquivar piedras y ramas de árboles. El cansancio se iba apoderando de él dado que llevaba ya un rato esforzándose físicamente. No podía más, se paró y se apoyó en el tronco de un álamo para serenar su respiración. Desde esa posición, observó los alrededores del camino y contempló cómo ascendía la ladera de la montaña, revestida de árboles y vegetación que daban ese tono verdoso al terreno. Según iba elevando la mirada, el paisaje iba cambiando de tonalidad, pasando de los verdes a los ocres terrosos para finalizar con ese blanquiazul que emana de la nieve caída en las cumbres los últimos días.

         El ruido de un pájaro entre las ramas le sacó de su abstracción, miró el reloj y dando un suspiro, retomó la marcha rápida. El camino empezaba a tomar una cierta inclinación de descenso que, por un lado aceleraba su carrera y por otro ponía más en tensión los músculos de sus piernas. En una revuelta del camino empezó a vislumbrar el humo que, presumiblemente, salía de la chimenea de alguna casa. Estaba llegando a su destino y eso le insufló fuerzas renovadas para continuar corriendo. Poco a poco fue tomando forma una población en medio de un valle. Un sonido de agua corriendo le informaba que estaba cerca de algún arroyo que bajaba de la montaña para incorporarse al cauce de algún río. Llegó a las afueras del pueblo y bajó el ritmo de carrera. Se orientó por las señas que le habían dado, pasó por la plaza y enfiló la calle principal hasta las últimas casas donde por fin contempló el cartel de la gasolinera. Miró la hora y se relajó. Todavía quedaban unos minutos antes de que cerraran. Según se fue acercando, escuchó como alguien rasgaba con dedos acostumbrados las cuerdas de una guitarra a la que sacaba sonidos armónicos de una conocida melodía.

         Había ganado la apuesta. Conseguir cinco litros de gasolina antes del anochecer. Buscaría quien le llevara hasta la casa rural que tenían alquilada. La penitencia por ser el novio de la despedida de soltero la había cumplido. Por fin sabría donde le habían traído con engaños esos que se decían sus amigos.

Rabo de lagartija




El vigilante





La vida de Mario había cambiado, vigilaba a su hijo en exceso y no lo podía evitar.
Su vigilancia no tenía limites; vigilaba la ropa que se ponía, lo que  comía, las conversaciones telefónicas con los amigos de su hijo, se dijo a si mismo que esto tenía que cambiar, sabía que podía hacer muchas cosas por él, también sabía que si su hijo se enteraba, se disgustaría.

Habían sido dos años muy duros, de continuo aprendizaje para ambos, padre e hijo estaban más unidos ahora.

Cuando Mario había tomado la decisión de bajar un poco la guardia, su hijo recibió una llamada para desempeñar un nuevo puesto de trabajo. Su hijo estaba radiante, muy contento y alegre. El trabajo le entusiasmaba, lo único malo es que cada mañana debería coger el metro, pero allí estaba Mario dispuesto a madrugar con él y vigilar como  entraba en el metro esperaba el tren, contaba las estaciones, se bajaba, salía a la calle llena de gente y barreras y coches, y por fin subir las escaleras de un edificio moderno.

Mario se dijo que le vigilaría durante una semana y después  confiaría en él, pero su hijo al tercer día le dijo que no hacía falta que fuera, él ya había aprendido, que le dejara intentarlo solo.

Mario preguntó cómo sabía que lo acompañaba en silencio, su hijo le respondió que su olor a colonia y el arrastrar levemente los pies le delataban.

Desde que tuvo el accidente hace ya dos años, que le dejo ciego, se habían acentuado sus otros instintos, el oído y el olfato.

Clave de Sol


Las constelaciones y Morel





Las tormentas que arranca noviembre, la huida de Orión.

Seguida del viento sur, el agitado Austro había aprendido a temer el paso de las Híadas, que arrimadas a la cola del toro anunciaban malos presagios.

Hallo placer ante la rutilante hermosura de Arturo  o descubrir la aparición de los gemelos.
La historia maravillosa de aquella corona que Teseo regaló a Ariadna.

Desesperado por recobrar aquellas sensaciones maravillosas se acurrucaba en un rincón del angosto patio y envuelto en su manta  buscaba su parcela de firmamento para coloquiar con sus  amigas.

En aquel espacio árido brutalmente desnudo, destacaba un planeta desde hacía años, como si intentara una comunicación privada que nadie más debía conocer.

Era un planeta brillante, de luz centelleante arrojando diminutas saetas argentadas, marcando mil caminos con signo positivo.

Su planeta, al aparecer en el ocaso y acompañarle hasta el amanecer, le dictaba mensajes para su vida con Adonis.

            La sensación de felicidad se borraba al volver los ojos al suelo de argamasa, surcado por charcos putrefactos y agujeros que daban salida a ratas gigantes.

De pronto  llegó a un prodigioso vergel. Numerosas plantas exóticas crecían junto al Nilo.

La gloria es caprichosa como meretriz voluble de corcho. Una meditación elemental es navegar a merced del ocaso. El auxilio de los astros regían desde antiguo los destinos del Imperio
.
Al conjuro, las imágenes  idílicas abandonaban la opresiva  muralla de montañas venteadas.


Quirón

El mar o yo ¿quién tiene más fuerza?





            ESTOS DÍAS DE PRIMAVERA QUE EL SOL  ALUMBRA Y HACE LAS MAÑANAS MÁS ALEGRES, HE DECIDIDO BAJAR A VER EL MAR.

            EMPIEZO MI PERIPLO, ¿CÓMO BAJO? , ¿ME PONGO BAÑADOR?, O LO DEJO PARA EL VERANO. EL VESTUARIO ES LO DE MENOS ¡¡ YO QUIERO VER EL MAR!!

            MI CABEZA VA MAS DEPRISA QUE MIS PIES Y VOY PENSANDO COMO ESTARÁ ESE MAR EN PRIMAVERA, DESPUÉS DE PASAR LOS AVATARES DEL  INVIERNO ¿.ESTARÁN LOS BARQUITOS HACIÉNDOLE COMPAÑÍA?, NO CREO QUE EL FUERTE VIENTO LOS HAYA DESPLAZADO  Y  SE HABRÁN IDO A BUSCAR SU REFUGIO.

            ESTOY FRENTE AL MAR, MIS OJOS SE LLENAN DE UNA LLUVIA CRISTALINA QUE RECORRE MI CARA Y LO MAS PROFUNDO DE MI CUERPO, VOY ACERCÁNDOME A  ESE AGUA QUE EN PRIMAVERA ESTÁ BRAVA  ENVUELTA EN CARACOLAS, Y SE DECIDE A SALIR DE SU HAVITAT, ” YO” DEJO POCO A POCO LA PASARELA   QUE ME LLEVA A UNA ARENA QUE ESTÁ HÚMEDA DEL RELENTE DE LA NOCHE.

            Y AHORA EMPIEZO  A VER QUIEN LLEGA ANTES AL ENCUENTRO ¡¡ESTOY ALERTA!! Y CUANDO LAS OLAS HACEN SU VAIVÉN Y RETROCEDEN PARA DENTRO, YO DOY UNOS PASOS ADELANTE.

            ACERCÁNDOME MÁS, ME DOY CUENTA DE LA DIMENSIÓN DE ESE MAR QUE BRILLA EN  TODO SU ESPLENDOR, CONJUGANDO CON TODOS LOS ELEMENTOS, ME GUSTA LA SENSACIÓN QUE VOY SINTIENDO CUANDO VEO TAN CERCA EL ENCUENTRO, MÁS Y MÁS AGUA SE VA ACUMULANDO ALREDEDOR MIO ¡¡ DE PRONTO!! ME DOY CUENTA QUE MI CUERPO CON NUEVAS SENSACIONES SE ALTERA,  Y EL MAR SE ESTÁ RIENDO CON LA BOCA LLENA DE ESPUMA. Y SE HA PUESTO UN POCO GALANTE CONMIGO

            LA MAÑANA HA SIDO PARA MÍ INDESCRIPTIBLE, EL MAR Y YO NOS HEMOS MEDIDO LAS FUERZAS, Y LLEGADOS A ESTE PUNTO, NOS DAMOS CUENTA QUE  EL MAR NO ES  TAN BRAVO COMO PARECE, Y  LOS DOS ESTAMOS DISPUESTOS A PASAR UN BUEN RATO JUNTOS.

            YA NO TENGO REMEDIO !! ME BAÑO!! ME LO ESTA PIDIENDO EL MAR!!


VIRPANA

El día del padre





            Ayer fue San José, sólo eso, en la mayoría de los pueblos de España. Fue un día normal y de trabajo.

            No hace muchos años era fiesta nacional, que servía para la unión de la familia, hacer una comida entre hermanos y familiares y estrechar lazos, al mismo tiempo que se borraban rencillas.

            Digo yo, ¿este año tampoco se celebrará el día de la madre? Ya que de hacerlo, los hombres serían discriminados por parte de todos.

            La idea de suprimir el día del padre, no se a que mente se le ocurriría, ni cual sería la razón, pero a mí no me parece acertada desde ningún punto de vista.

            Puede que, no tardando mucho, los padres ya no existan, ¿para qué los queremos? El avance de la ciencia trae esas cosas, y algún día los hombres no comprarán perfumes a sus esposas, ni les darán un beso, hasta puede que no se casen y no tengan relaciones amorosas, y como consecuencia, la familia desaparecerá, aunque en algunos países aún nacen muchos niños.

            Esto no quiere decir que se acabe el mundo en un principio, pero llegará y no tardando mucho, que los hermanos sólo conozcan a sus madres, como en la edad de piedra. Porque los matrimonios se rompen como el papel de fumar, y sospecho que algún día las relaciones serán algo espontáneas, algo así como un hola y adiós.

            El caso es que la vida está dando una vuelta de tuerca muy importante y que la familia cada vez es más corta y está más distante, y las relaciones se rompen con mucha facilidad, porque la juventud todo lo puede. Pero no siempre se e4s joven y los años no perdonan, y la soledad y el abandono, la falta de cariño y relaciones de amistad y familiares, nos hacen perder el norte.

Trotamundos

sábado, 23 de marzo de 2019

Después de caer hay que levantanrse





            Tenía todo el día para disfrutar de la vida que él quería vivir. Se había desplazado hasta su casa alquilada en el campo. Tenía a su alrededor árboles, prados, montañas, senderos, naturaleza en estado puro. A mano encontraba aperos para el campo, artes de pesca y caza, prismáticos para observar las nidadas de aves. Se había despojado de rutinas, ruidos innecesarios, problemas, nervios, estrés, conversaciones vacías, compañías tóxicas. Eran únicamente suyas las próximas horas.

        Desde que falleció su querida Emilia su vida cambió. Todas las expectativas, sueños y proyectos desaparecieron con ella. Se encontraba en la tesitura de encontrar alternativas que pudieran llenar y dar sentido a su vida. Evitaba los contactos sociales porque le recordaban constantemente la pérdida de su esposa. No encontraba consuelo en los actos sociales. La soledad le había desahuciado la alegría que antes sentía. Sus insomnios no encontraban motivos válidos para reconstruir una nueva vida.

        Un anuncio en la puerta de la panadería le llamó la atención. “Se alquila casa de campo totalmente equipada, alejada del mundanal ruido, rodeada de naturaleza”. Quizá necesitase un retiro para meditar qué es lo quería hacer con su vida. Llamó al teléfono que indicaba el anuncio y quedó con el dueño para visitarlo. Antes de llegar a la casa, viajando por caminos poco transitados, donde únicamente La Naturaleza pintaba los paisajes, su espíritu se iba llenando de serenidad. La casa era una construcción sobria, sin ostentaciones y estaba para ocuparla de inmediato. Pasearon por los alrededores,  el dueño le proporcionó un plano de la zona donde se indicaban los pueblos más cercanos donde comprar lo necesario. La leñera estaba bien surtida. La luz procedía de un generador de gasóleo y el agua se subía desde una pequeña poza mediante una bomba de gasolina. Le encantó al primer vistazo.

        Hoy por fin se ha instalado en ella. Se dará unos días sabáticos hasta que ponga en marcha su nuevo proyecto de vida. Aparte de pasear, recolectar frutos silvestres, plantar un pequeño huerto, pescar en la pequeña laguna y poner alguna trampa para cazar conejos, se dedicaría a pintar paisajes y lo que su imaginación le aconsejara. En la ciudad lo había intentado, pero sólo plasmaba en el lienzo calles tristes, casas grises y personas infelices. La Naturaleza sería el mejor tratamiento para su mal. Nadie le echará de menos hasta que su herida cicatrice y se plantee el regreso a la actividad social. Al fin y al cabo, ha sido educado en la convivencia con los de su especie y tampoco es bueno que el hombre esté solo.


Rabo de lagartija

A solas





            María llegó hasta la puerta de entrada al parque que iba a visitar. Le habían hablado muy bien de él y del lugar donde estaba ubicado, ya que se encontraba a las afueras de la ciudad y desde donde  se podía divisar el mar.

            Mientras esperaba para entrar al recinto, pues faltaban unos minutos para su apertura, María se entretuvo en leer el contenido del folleto que explicaba la historia de parque.

            Cuando por fin pudo entrar en el recinto, se encaminó lentamente hasta el interior del mismo, desierto a aquellas horas de la mañana. Según iba avanzando por el camino, percibía el olor que desprendían las florecillas amarillentas de las mimosas, que colgaban de las ramas de los árboles, situados a cada lado del camino, impregnando el aire con su fragancia.

            María en su recorrido no dejaba de observar la arboleda, las paredes de setos cuidadosamente recortadas y las estatuas de bellas jóvenes con la mitad del cuerpo cubierto de escamas.

            La mujer continuó su camino hasta llegar al círculo que formaba la pared del seto, una vez allí, se detuvo permaneciendo de pie, mirando lo que se ofrecía ante sus ojos. Desde aquel  lugar podía divisar el relieve de la parte final del jardín y a sus pies, las olas del mar, llegando a la pequeña cala que se escondía entre los pinos que la rodeaban.  Por unos instantes apartó  la mirada de la imagen que se ofrecía ante ella y se aproximó al banco de piedra que allí se encontraba y, sentándose en él cerró los ojos, dejándose llevar por los sonidos de las olas y el perfume de las mimosas que el  aire se encargaba de llevar por todos los rincones del parque.

            María siguió un tiempo con los ojos cerrados, escuchando la voz que solo podía oír cuando estaba  a solas.


I R I S

Hablemos de mujeres





A veces me pregunto qué maldito cable suelto tenemos la mayoría de las mujeres para actuar como actuamos. Me lo he vuelto a plantear a raíz de la reciente tragedia de Zaragoza: el asesinato de Rebeca Santamalia, una abogada de 47 años, a manos de José Salvador, de 49, que ya había matado en 2003 a su primera y joven esposa. Le disparó 11 tiros de escopeta, algunos a cañón tocante en la cabeza. Una  carnicería. Por entonces conoció a Rebeca: ella le defendió en el juicio. Condenado a 18 años de cárcel, cumplió 14 y salió en 2017. En algún momento de ese largo trayecto, la abogada y él comenzaron una relación sentimental. Hace un par de semanas, ese energúmeno acuchilló repetidas veces a Santamalia. Arma blanca, odio negro: aún parece más violento y feroz este segundo crimen. A continuación, el tipo se arrojó por un viaducto. Una pena que no se matara antes.

Rebeca, todo el mundo lo dice, era inteligente, valiente, generosa. Me acongoja pensar que este triste suceso  pueda haber sido propiciado por un mal que nos aqueja a muchas mujeres: ese absurdo impulso regenerador que hace  que nos sintamos impelidas a salvar a toda costa a los varones. ¿Y a salvarlos de qué? Bueno ahí empieza el lío. ¿Cómo pudo esta abogada experimentada, sensible, y lúcida enamorarse de un asesino frío y brutal que, al parecer, jamás mostró arrepentimiento por la muerte de su primera esposa? Leo en el Heraldo que, durante el juicio, Rebeca se esforzó en mostrar a su defendido como una  buena persona, huérfano de padre y madre desde los 13 años, separado de su hermana pequeña y una niñez carente de afecto. Yo no sé si convenció al jurado con todo esto, pero es posible que, por desgracia, se convenciera a sí misma. No me extraña, es algo ancestral en las mujeres.  Esta infancia de Dickens es el relato perfecto para que se active la patología de la redentora.

A las mujeres se nos ha educado tradicionalmente con un énfasis tan enfermizo en el amor romántico, que tendemos a inventarnos los amados. Y así a menudo sucede que, en vez de mirar de verdad a un varón e intentar conocerlo, la mujer se lo inventa, lo idealiza, le adorna con todo tipo de virtudes, aunque no resulten visibles para nadie. O sea, a lo mejor el tipo es un grosero o un zafio, pero la mujer se empeña en intuir que, en lo  más hondo de su corazón atormentado ese hombre es un poeta, un ser tierno y sensible. Para peor, la mujer se convence enardecida, de que va a ser ella quien lo salve de sí mismo. Ella curará sus heridas y liberará  al prisionero interior, al dulce amado. Ya lo dice todo con claridad el  cuento clásico: las mujeres se pasan besando  repugnantes ranas con la loca ilusión de transmutarlas en príncipes.

Claro que hay excepciones, pero se trata de comportamientos muy extendidos (yo misma caí alguna vez en tal demencia), somos mineras de amor e intentamos extraer paladines perfectos de la morralla, de la imperfecta realidad. Y es así porque estamos educadas en el machismo, en  el paternalismo eclesiástico, una ideología profundamente patológica que  nos hace a todos desgraciados. Porque el síndrome de las redentoras no solo puede conducir a sangrientas tragedias (como quizá haya ocurrido con Rebeca), sino que hay otros dramas cotidianos que también parten de ahí (como dice el cómico francés Arthur, “el problema de las parejas es que las mujeres se casan pensando que ellos van a cambiar y los hombres se casan pensando que ellas no van a cambiar”. ¡Qué terrible lucidez! Muchas mujeres están empeñadas en mudar al amado para que se convierta en el hermoso príncipe que ellas han inventado. Empieza la relación creyendo que lo conseguirán, pero como trascurre el tiempo y la pobre rana sigue siendo, como es natural verde y viscosa, hay mujeres que se sienten enfadadas sin advertir que son ellas las que se han engañado, y comienzan a sentir un rencor desatinado e injusto por el otro, el cual comprobará, pasmado,  el cambio aterrador de su mujer, que ahora ya no solo no le idolatra como antes, sino que incluso parecería que le odia. De estos sueños rotos nacen en ocasiones dolores muy profundos, convivencias tóxicas. Sí queremos jugar a salvadoras, salvémonos en primer lugar nosotras mismas de los espejismos.


Quirón  

Temprana primavera





                   Nos ha llegado una primavera
                   muy temprana, como es habitual,
                   y las flores nos alegran los paisajes
                   y las aves ya nos cantan en ritual.

                   Este año las montañas no están blancas,
                   los arroyos no entonan sus canciones,
                   a los prados aún les falta el verde fuerte,
                   y las flores no destacan en pasiones.

                   Todos esperamos agua,
                   todos esperamos nieve,
                   todos esperamos vida,
                   pero viene cuando viene.

                   Las ciudades necesitan agua
                   que limpie la polución,
                   los árboles quieren agua
                   y también la población.

                   Esta tarde se ha nublado
                   y me ha contado un amigo,
                   mañana tengo una boda
                   y el tiempo no está conmigo.


Trotamundos

sábado, 16 de marzo de 2019

El equinocio de primavera





            Después de un invierno que aletarga a los seres vivos, llega la primavera como renacimiento de fauna, flora, la naturaleza, y el ser humano.

            Desde los tiempos ancestrales el hombre ha celebrado este acontecimiento con actos de exaltación a la Tierra, al Sol y al agua, generadores de vida y alimento. La religión cristiana también asumió esos actos adecuándolos a la celebración de la Cuaresma y la Semana Santa.

            Estos actos, tanto paganos como religiosos, se rigen por la luna llena después del equinoccio de primavera, con lo cual unos años empiezan antes estas celebraciones y otros más tarde.

            Los actos paganos celebran el carnaval con bailes, trajes, carrozas, comparsas, reinas y chirigotas en los diversos pueblos de España, siendo célebres los de Tenerife, Cádiz, Águilas o Badajoz, entre otros muchos.

            Antes del equinocio, se celebra la fiesta religiosa de San José, padre no biológico de Jesús de Nazaret. En Valencia donde es su patrón, el pueblo celebra las fallas, llenas de color y fuego, donde por medio de los ninot hacen crítica y burla de personajes y situaciones ocurridas durante todo el año.

            Iniciada la primavera, en Sevilla se celebra la famosa Feria de Abril, donde todo el mundo se compone en trajes de colores y caballos y carruajes, para ir a las casetas del recinto ferial, donde se baila, se come y se bebe durante varios días, que sirve de reencuentro de amigos, familiares y conocidos.

            La Semana Santa culmina estos eventos primaverales, donde la fe religiosa celebra la pasión y muerte de Jesús y el pueblo se desplaza estos días de vacaciones laborales a distintos puntos tanto por ver las procesiones como por el aspecto lúdico de playas, fiestas y chiringuitos.

            La luz del día nos acompaña más tiempo, con lo que la temperatura se suaviza con respecto al invierno. La explosión de vida en la flora llena de colorido y aromas los espacios verdes del campo y de las ciudades. En Córdoba se celebra el concurso de patios adornados de tiestos que es un lujo visitar. La gente sale más a disfrutar de la calle y los paseos, se hace más vida social. La tristeza de los días cortos y fríos se convierte en ganas de sonreír. Los polluelos de las aves aprender a volar. Las cosechas colman los paisajes agrarios de España. Los árboles se llenan de hojas para dar sombra a los que pasen por debajo de ellos. Las alergias humanas también abundan en esta época.

            Bienvenido el equinocio de primavera.

Rabo de lagartija

8 M La nueva generación feminista recorre el planeta





El poder político de la ira de las mujeres. La furia y la indignación son poderosos e inflamables instrumentos del cambio. Algunos de los avances más importantes en la historia de la humanidad se alcanzaron canalizando la fuerza de  la ira. Las mujeres reivindicamos hoy, en esta nueva era abierta por Me Too, su derecho a expresar la cólera sin ser sojuzgadas; una respuesta a siglos de ninguneo.

 La movilización de ayer volvió a ser masiva, inclusive más cuantiosa que la del año pasado. Lo que es claro es que la juventud fue la clave de la manifestación. No es que no hubiera mujeres desde 2 a 80 años, todas estábamos allí revueltas, pero la juventud era la mayoría más patente, también  nos acompañaron muchos hombres, jóvenes y no tanto, pero estaban entre nosotras. Lo que no tenía que ser nada fácil para ellos, dado lo crudo de muchos de los cánticos y las consignas femeninas, tan directas en contra del personal masculino.”Solo el sí es  sí” o “hermana, yo si te creo.

El color (morado, es el color símbolo de las sufragistas) era muy relevante en la marcha. Los labios, los mechones de cabellos, los pañuelos del cuello, las uñas. A mí que pintaron la cara con ese anagrama  suyo, que es, un O, Y un + debajo morado y con ellas me fui. Tardamos 2 horas en recorrer la calle mayor,  entre gritos, aplausos, y saltos y cuando llegamos al final del recorrido, ¡o frustración!, la manifestación no llegó a la plaza del Ayuntamiento  (lo había olvidado). El año pasado también nos metieron en la placita anterior dedicada a la Virgen, (tan del agrado del alcalde del PP). Esta plaza, tan marcadamente católica, ha debido de ser una de las pocas cosas que ha arreglado este regidor, que por lo demás, tiene muy abandonado nuestro pueblo
.
 Como decía, ese final en la plaza de  las vírgenes me descolocó. Me di la vuelta y me marche sin escuchar el mensaje que se leería. Para mí esa manifestación era un compendio  de mujeres enfadadas, desobedientes ante el comportamiento machista, del Paternalismo rampante y totalitario para mantener la desigualdad, que nos desgobierna, que considera a las mujeres de segunda: cuando si trabaja, la paga es menor que la de los hombres, lo mismo en las jubilaciones. Si  estudian y son profesionales y competentes, tienen que demostrar tres veces, lo que a los chicos les sirve con una vez. Y si es en la cuestión sexual consideran que las mujeres estamos a su servicio para mayor loa  de los machos. Las mujeres para machistas, somos de usar y tirar. Cuando no para matarlas,  incluidos a sus propios hijos. Estas fieras, al final  las ha parido una mujer. Esos hombres que agreden, violan o matan  a las mujeres, no piensan ni sienten ni padecen, todo lo que poseen es un pito a quien satisfacer, con solo instinto, como cualquier animal primario o salvaje, que no respeta a las hembras, que somos las que les hemos dado la vida. Sin las mujeres los hombres no se comerían ni una rosca.

¡Ah! Y a quienes organicen las manifestaciones del año que viene les sugiero que la manifestación sea desde el Ayuntamiento a la zona de la feria. Por lo menos “el regidor” no se frotará las manos de gusto, al ver como caemos en su trampa en la plaza del (fervor Mariano)  que también le ha salido los dos últimos años. Salud y suerte hermanas.               

Quirón  

El árbol





No podía moverme.

Si mi estructura me lo hubiera permitido habría ido muy lejos.

Tenía tanto miedo que las raíces se me encogieron.

 Desde un tiempo antes, notaba demasiado calor y empecé a inquietarme, verdaderamente era un verano muy caluroso.

Luego escuche voces y pensé que eran los excursionistas pero el calor excesivo me seguía  asustando.

Las voces estaban cada vez más cerca y por fin note como “llovía”, y lo agradecí mucho porque pensaba lo peor, un verano tan seco...

En mi tronco se apoyó una persona exhausta y de pronto comprendí. El bombero lloró y cuando vino su compañero hablaron y sentí que habían muerto personas y muchísimos árboles como yo. Cuando las cosas se tranquilizaron y las voces se fueron apagando noté a mi alrededor la desolación.

El bosque se había quemado y yo estaba en la frontera. En mí empezaba el bosque de nuevo y frente a mí Nada. La pérdida de un paisaje de siglos y la vida de varias personas que murieron para que yo me salvara.


Clave de sol  


Sueños logrados





         Aquel sueño de aquel día
         todo lleno de ambiciones,
         se quedó en melancolía
         despertando las pasiones.

         En sueño tuve tu amor,
         algo que tanto soñé,
         al despertar no logré
         todo aquello que añoré.

         Porque el sueño es sólo eso
         y al despertar se evapora,
         unas veces te da rabia,
         otras veces te enamora.

         Era tremenda la escena
         y el corazón se partía,
         cuando atacaba la hiena
         menos mal que vino el día.

         Aquel sendero de flores
         embriagaba de placer,
         de pronto surgió una roca
         y al punto de perecer,
         una rama casi loca
         y me pude detener.

         Pero el sueño de esta noche
         no lo quisiera olvidar,
         por su calor y derroche
         mas, no lo puedo contar.


Trotamundos

8 M Día de la mujer en todo el mundo





           
         Como años anteriores, un fino Tul morado decora las calles y plazas, para una fiesta organizada por mujeres. Insisten cantando alegres peticiones, y diciendo que estamos pisando fuerte. Un conjunto de zapatos, deportivas y sandalias, bailan al unísono con el cuerpo.

            Bailes en profundidad y exigencia, para pedir la igualdad entre hombres y mujeres y decir: ¡¡Qué estamos aquí!! Bien visible.

            Recordando también que somos capaces de seguir pensando sin parar, en cualquier reto que nos propongamos.

            Que somos como el río que nace y no quiere parar su cauce, salta lodos, maleza, y al final llega a su meta liberado.

            Nosotras ya hemos empezado a caminar. ¡¡Qué se mueva la lengua dentro de la boca!! Que no paremos de cantar alegres, para pedir nuestros derechos y conseguir igualdad entre los habitantes del planeta, y bailar todos juntos al compás de todas las músicas.

¡¡Somos mujeres. Un motor para mover el mundo!!

                                                                                                                                          Virpana                  

            

miércoles, 6 de marzo de 2019

Antonio Machado en la memoria







La leyenda del traje de Antonio Machado. El pueblecito francés de Colliure alberga la tumba del poeta. Un hombre que no perdió la dignidad ni en la peor de las derrotas.

Cómo es posible que la guerra terminara hace casi 80 años y todavía tengamos que contener  las lagrimas ante la tumba de Machado. A pocos kilómetros de la frontera española está Colliure, allí se refugió  el poeta huyendo de la victoria franquista. Encontró refugio  y murió justo antes del fin de la guerra. La tumba se halla a la entrada del cementerio y está siempre llena de flores de sus visitantes; yo nunca le llevo nada. Aunque cada año me acuerdo de un poema de Machado; este verano fue ese que empieza “Yo voy soñando caminos / de la tarde” y luego sigue; “en el corazón tenía / la espina de una pasión”. / logre arrancármela un día / ya no siento el corazón.  Alguien pregunta- cuando va a volver Machado a España, o no debería haber vuelto ya. “No se contestó”. “De momento está bien donde está”. Muñoz Molina ha escrito que el barranco de Víznar, lugar donde asesinaron a Lorca, es como el majestuoso lugar de Westminster donde los ingleses entierran a sus grandes escritores; nada que objetar, salvo que, si falla Víznar, aquí esta Colliure.

Al parecer, los habituales del hotel en Colliure estaban muy intrigados por qué nunca veían comer juntos a los hermanos Machado. Y algunos atribuyeron esa rareza a una inquina por las amarguras del exilio; hasta que un día descubrieron la verdad: los hermanos no tenían más que un traje, y se lo turnaban para bajar al comedor. “Es solo una leyenda” sonríe el Sr. Weaver.”Quizá no sea verdad”.

Y me digo que sólo nos habremos arrancado la última espina de la pasión de Machado cuando ya nadie tenga que contener las lágrimas en Colliure por su culpa. Entonces él también podrá por fin volver a casa y que, aunque quizá ya no nos quede corazón, ese día la guerra habrá terminado de verdad.

Hay una poesía de Antonio Machado tan estremecedora que resume todo el horror de una guerra, esa en la que podemos sentir a través   del tiempo un bombardeo sobre la población civil y el peor destrozo: ‘La muerte del niño herido, allí donde dice así “Invisible avión moscardonea./ ¿Duermes, oh dulce flor de sangre mía?/  El cristal del balcón repiquetea /-¡Oh, fría, fría, fría, fría, fría!”


Izet Sarajlic escribió una carta al escritor italiano Erri De Luca: “¿Quién cubre el turno de noche para impedir el secuestro del corazón del mundo? Nosotros los poetas. Me parece una pregunta extraordinaria: ¿Quién cubre el turno de noche?


Quirón

Naturaleza viva





                Canta el canario en la jaula
                pensando siempre en volar,
                y la paloma en el nido
                nunca deja el palomar.

                Hay un águila en el cielo
                que está divisando un prado,
                siempre pendiente del suelo
                siempre espiando al ganado.

                En la ladera de la sierra
                entre la gran espesura,
                hay un zorro agazapado
                esperando una premura.

                Una comadreja salta
                para beber en la fuente,
                pero se fue sin beber
                al descubrir la serpiente.

                Mira dos liebres jugando
                entre jaras y tomillos,
                y un lobo las va siguiendo
                para clavar los colmillos.

                Beben dos cabras monteses
                en la fuente limpia y clara,
                mientras el macho las mira
                vigilando la piara.

                Ramas, jaras, tomillos,
                zarzas, piornos y endrinos,
                pinos, abetos, nogales,
                entre aves y felinos.

                Las nieves de primavera
                son para el campo un tesoro,
                purificando la tierra
                y arroyos cantando en coro.


Trotamundos

martes, 5 de marzo de 2019

El día de la ascensión





Salimos del pueblo cuando aún era de noche. La marcha sería larga y dura y había que aprovechar antes de que el sol nos castigara en la subida a la cima de la Mujer Muerta. La luna plateaba en la carretera que subía hasta la falda de la montaña, pintando figuras extrañas con las sombras de los árboles del camino. La ascensión era apenas perceptible al principio, hasta que llegamos a la presa del río, donde se juntaban las dos vertientes que conducían el agua de los arroyos hasta formar un único cauce que bajaba hasta el pueblo y que abastecía al mismo de agua potable. Una de las especies de aves que habitaban en el entorno daba nombre a esas aguas frías, cristalinas y cantarinas, Milanillos.

A partir de ahí la ascensión se inclinaba un poco más y el camino bordeaba e incluso cruzaba, mediante vados, el arroyo de la ladera izquierda de la montaña. Un poco más adelante, se vislumbraba un torreón rodeado de arboleda, que cuentan que utilizaba el Marqués de Lozoya para su retiro y descanso del mundanal ruido. Las pinadas plantadas  en bancales hacía años para repoblar la sierra, permitían que el paseo se hiciera más agradable, vislumbrando apenas el sol entre las copas de los pinos. Pasamos a través de un portillo una pared de piedra que delimitaba una cerca donde pastaba ganado vacuno, desde el día de San Isidro hasta el día de Todos los Santos, que lo recogían a los prados de invierno, cerca del pueblo. Una serie de arbustos y matas que crecían alrededor de nuestro paso salpicaba nuestro olfato con ese aroma que te hace sentirte en plena naturaleza, lejos de los olores que el propio hombre produce y que convive con ellos aunque sean nocivos.

Las huellas del ganado y los abonos naturales que depositaban nos mostraban la presencia de los mismos. A lo lejos se divisaban de vez en cuando algún ejemplar adulto, acompañado de alguna cría, que pastaban sin ningún temor, en la soledad de la sierra. Si notaban tu presencia, miraban con curiosidad cuando pasabas cerca de ellos. En un recodo del río, nos sentamos a tomar un refrigerio, antes de atacar de lleno el ascenso duro. Continuamos y alcanzamos el nacimiento de esa corriente de agua que nos había acompañado parte del camino. De entre unas rocas brotaba una chorrera de agua de la que llenamos nuestras cantimploras, ya que a partir de entonces no encontraríamos más manantiales. Proseguimos a través de un camino forestal que, zigzagueando, nos llevaría hasta Pasapán, donde seguiría el camino que bajaba por la otra cara de la montaña hasta las Paneras y la estación del Espinar.

Desde lo alto del paso vimos volar majestuosamente y mantenerse estáticamente, vigilando con su aguda vista, una colonia de buitres leonados que tenían su hábitat en la Sierra del Guadarrama, a la que pertenece la Mujer Muerta. Iniciamos ya  la subida, con el sol ascendiendo hasta su cénit, cumbreando todo el perfil que daba nombre a la montaña. Primero alcanzamos los pies, luego llegamos hasta las rodillas, una suave bajada y de nuevo un ascenso casi en vertical que nos llevaría en zigzag entre piornos hasta la barriga y el pecho, donde hay un monumento que representa a un animal, erigido por el Servicio Geográfico y Catastral, donde figura una placa con la altitud de dicha cima y que da nombre a esa cota como  la Peña del Oso. Desde el monumento se divisa la agrupación de peñascos que conforman en la lejanía la cabeza de la mujer que reposa inanimada. Dicen los del lugar que estaba embarazada.

La vista desde aquella altura era incomparable. Por más que tratáramos de describir con palabras lo que veíamos y sentíamos, no alcanzaríamos a transmitir a otros esas sensaciones. Respirábamos una tranquilidad inmensa. Nos dábamos cuenta de lo insignificantes que éramos ante tal despliegue de la Naturaleza, de la que también formábamos parte, creando una armonía que, únicamente el hombre es capaz de romperla. Almuerzo de bocata, agua y unas naranjas que nos aportaban azúcares y calorías e iniciamos el descenso por el mismo lugar. En la bajada encontramos un aprisco hecho por algún pastor, que aprovechando una pequeña cueva entre unas peñas y colocando una pequeña pared de piedras alrededor, se resguardaría más de una vez de alguna ventisca o pasaría la noche en ella. El calor ya nos iba haciendo mella y, la verdad, se nos hizo largo hasta llegar otra vez a las fuentes del Milanillos donde saciamos la sed con esa agua fría, transparente, que surgía de la nada. Soltando un poco nuestra imaginación, podíamos ver a Moisés golpeando con su vara la roca, haciendo posible que brotara el agua viva.

Pasamos otra vez por todos los parajes y fuimos viendo como una nube surgía por detrás de la silueta de la Mujer Muerta y nos iba cubriendo con su sombra, quitándonos la quemazón de los rayos del sol. Al pasar otra vez por el torreón pudimos ver que detrás de él apuntaba hacia el cielo, queriendo alcanzarlo, un ciprés, capricho del dueño del lugar, que podría significar que en ese lugar se alcanzaba la paz espiritual que te acercaba más, si cabe a la gloria cristiana del cielo. Llegamos a casa, cansados, contentos y haciendo planes para el siguiente año, que volveríamos a conquistar de nuevo la Peña del Oso.


Rabo de lagartija