Jordi fue payés antes que
geólogo.
Ahora combina ambos saberes para escribir páginas
inéditas
en su tierra de Blancaflort. Sin prisas.
Con entidad propia. Viven
felices consigo mismos,
sápidos Y poseedores de
una superficie turgente que sabe
cómo transmitir sensaciones. Cuando llega el
sabedor atiende, claro,
pero son como su creador: fieles al paisaje, viven
concentrados,
libres de dogmas y
apriorismos. Tienen la sonrisa a flor de labios,
dedicados a la
observación que conduce al aprendizaje,
al conocimiento nuevo de
las cosas que muchos vieron
antes de manera distinta.
Blankefort muestra con nitidez los aromas
de la fragmentación y la fresca intensidad en
pleno trabajo.
Al rato, nos habla de
aromas de fruta reposada, y de la tierra:
Arcilla que perforaron
los goterones de la lluvia; pimientos en la mata.
Placer y sencillez. La
hospitalidad sabe a aceituna negra,
a hogaza de buen pan, a
aceite y sal. Cerezas y tomillo.
Algarroba: síntesis de
ligereza y contundencia, de flor en invierno
y de sombra densa, seca y
acogedora en verano.
Sensaciones del primer otoño,
cuando el viento dibuja nuevas
transparencias para el frío
que llega.
Hay corteza de naranja bañada en oscuro
chocolate…
Quirón
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