Grandes, fuertes, de dedos gruesos, manos
acostumbradas al trabajo duro, expuestas al frio y de piel morena, siempre
dispuestas “a echar una mano”. Expertas en
manejar herramientas, manos que me ayudan a hacer mis trabajos manuales.
Manos siempre preparadas para ayudar a bajar del
autobús a una anciana, manos que son tendidas a la joven mamá con el cochecito
de su bebé.
Manos que gesticulan mucho.
Manos que me hacen reír con trucos de magia, manos
equilibristas con naranjas.
Manos hábiles.
Manos bondadosas, nunca sudorosas, manos vigorosas.
Manos firmes cuando son estrechadas por otras manos,
cariñosas cuando rozan la mejilla infantil.
Manos que me hacen cosquillas y no paro de retorcerme
de risa.
Manos preparadas para la caricia, nunca para la
violencia.
Manos que me tratan con cariño, manos que me ayudaron
a aprender a caminar, manos que me cogieron al vuelo evitando una caída, manos
que curan. Manos que recuerdo como un soporte vital.
Recuerdo una mano en cada una de mis mejillas, manos
calentitas y llenas de cariño, manos que me quieren y me hacen bien.
Manos salvadoras que me buscan cuando me pierdo, manos
que me guían.
Las manos de mi padre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario