Un
suspiro rompió el silencio reinante en la sala. El bolígrafo, negándose a
cumplir la orden que le daba la mano. La hoja de papel esperando la caricia de
los trazos convertidos en palabras.
El
escritor se encamino hacia donde estaba la mesa de trabajo, una vez allí fijó
su mirada en la cuartilla que descansaba y sobre ella el bolígrafo en actitud
de espera. Tras unos segundos de vacilación, tomó la silla acomodándose en ella
con el propósito de terminar el trabajo que había comenzado hacia días y que
había abandonado después de darle vueltas y vueltas, buscando el desenlace que
no encontraba.
Desde
hacía ya algún tiempo escribir se le hacía cuesta arriba, no porque no lo
intentara, pero los personajes que siempre le habían acompañado, permanecían en
silencio en espera de que les volviera a
dar vida.
El
sonido de un teléfono se escuchó en la habitación. El hombre levantando la
cabeza miro extrañado a su alrededor, allí no había teléfono y el móvil estaba apagado. De dónde
había salido aquel sonido, se preguntaba al tiempo que una idea se perfilaba en
su mente. Cogió el bolígrafo y se puso a escribir en el cuadernillo que tenía
sobre la mesa, no quería perder aquel
momento en que la musa había salido de su silencio. Aprovecharía la
extraña llamada para crear un nuevo relato dándole un aire de misterio que
envolvería a los personajes que le acompañaban en su aventura.
Cuando
terminó de escribir el relato, respiro aliviado.
Las
musas, rompiendo su silencio le habían acompañado
I R I S
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