Cuando la noche es eterna,
cuando ese reloj no anda,
cuando el sueño no aparece,
cuando la conciencia manda.
Todo lo vemos oscuro,
la cabeza nos explota,
es negro nuestro futuro,
y la paciencia está rota.
Amanece un nuevo día,
y saltamos de la cama,
queriendo olvidar la noche,
y saltar de rama en rama.
No hay razón para el desvelo,
pero la vida es cruel,
siempre nos oprime algo,
que amarga como la hiel.
Y salimos a la calle
con ánimo de consuelo,
y cada paso que damos
derrite nuestro desvelo.
Saludamos a vecinos,
hablamos con compañeros,
unos hablan del trabajo,
otros hablan de dineros.
Cada cual con sus problemas
nos comenta sus apuestas,
borremos nuestras maldades,
por qué llevarlas a cuestas.
Trotamundos
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