domingo, 18 de noviembre de 2018

El agua que da la vida





Los Foradori fundaron cerca de Trento un espacio de paz y diálogo con la naturaleza al amparo  del río:
el Sáluga, que significa “agua santa” y da nombre a las fuentes
e identidad contemporánea a una tierra del norte de Italia, que vio como los etruscos cultivaban y musitaban palabras de amor hacia su tierra.

 La sonrisa es el eco de la sonrisa etrusca: viene de sus adentros,
nace de la comprensión intima de aquello que sucede en el campo y crece en la simbiosis entre personas y usos.

La serenidad de ese saber antiguo, es profunda pero no amordaza, seduce con su discreción.

Hablan de cosas sencillas: del aceite en una hogaza reposada,
de la aurora que recorta con su luz fresca el perfil del monte,
de la mimosa en flor, del panal  en erupción cuando llega el calor,
tiene el vigor y viveza de las abejas y huele a su miel
 libada en flor de acacia. Y esconde un alma verde
de musgo tierno y esponjoso.
Fundamental: posee la fuerza oscura, casi incomprensible
del  basalto y, al mismo tiempo, muestra la pureza,
  blanca y delicada del alabastro. 

QUIRÓN

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