Los Foradori fundaron cerca de Trento un espacio de paz y
diálogo con la naturaleza al amparo del
río:
el Sáluga, que significa “agua santa” y da nombre a las
fuentes
e identidad contemporánea a una tierra del norte de
Italia, que vio como los etruscos cultivaban y musitaban palabras de amor hacia
su tierra.
La sonrisa es el
eco de la sonrisa etrusca: viene de sus adentros,
nace de la comprensión intima de aquello que sucede en el
campo y crece en la simbiosis entre personas y usos.
La serenidad de ese saber antiguo, es profunda pero no
amordaza, seduce con su discreción.
Hablan de cosas sencillas: del aceite en una hogaza
reposada,
de la aurora que recorta con su luz fresca el perfil del
monte,
de la mimosa en flor, del panal en erupción cuando llega el calor,
tiene el vigor y viveza de las abejas y huele a su miel
libada en flor de
acacia. Y esconde un alma verde
de musgo tierno y esponjoso.
Fundamental: posee la fuerza oscura, casi incomprensible
del basalto y, al
mismo tiempo, muestra la pureza,
blanca y delicada
del alabastro.
QUIRÓN
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