Lucia siempre ve
el lado positivo de las cosas, pienso mientras me seco la cara. Me peino y
trato de echarme laca sobre estas canas locas que caen sueltas sobre la frente
y claro me encuentro con que no sale nada del bote. Natural, está vacío. Como
de costumbre se me ha ido el santo al cielo y olvidé que tenía que comprar.
Y luego dice
Lucia que exagero cuando me quejo de mis olvidos. Se me viene a la memoria su
respuesta: “Mira, (me dice muy sonriente) si se te olvida algo, no hay mal que
por bien no venga, apuntas lo que necesitas, me llamas al bajar y volvemos a salir juntas, nos damos una
vuelta, compramos y así pasamos el rato tan ricamente y te dejas de tonterías
con el Alzhéimer ese, que no sé qué tontunas te dan tanto nombrarlo.”
Recordando a Lucia he echado un vistazo por el cuarto de
baño y han aparecido: productos caducados y otros en las últimas, así que he apuntado laca,
jabón en pastilla de tocador, gel dental, desinfectante y tiritas. He dejado
patas arriba el cuarto de baño, me he atusado un poco, he cogido el chaquetón y,
cerrando la puerta, voy bajando las escaleras hasta el segundo en busca de
Lucia.
QUIRÓN
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