A
Pedrito le habían mandado hacer una redacción en la que explicara cómo es su
abuelo. La profesora de lengua le había hecho hincapié en que cuidara las
faltas de ortografía y que expresara todo lo que sentía cuando estaba con su
abuelo.
Se
fue a su cuarto, cogió el cuaderno de lengua y con mucho cuidado empezó a
llenar de sensaciones y sentimientos las líneas de su cuaderno.
“El
abuelo es alto como una jirafa. Se tiene que agachar para darme besos y cuando
voy agarrado de su mano, tengo que mirar para arriba para verle la cara.
Tiene
la costumbre de encender un cigarrito cuando estamos en el parque y parece un
dragón echando humo. Dice que se aburre y le calma los nervios chupar y chupar
el cigarro.
Es
muy gracioso. Siempre está de broma y me hace reír con sus tonterías. El se ríe
como una hiena y habla y habla como una cotorra. Siempre contando sus historias
y travesuras de cuando era pequeño.
Cuando
tengo que hacer deberes o repasar la lección y está el abuelo en casa, me ayuda
y me pone ejemplos fáciles para que entienda los temas y problemas. Parece el
búho sabio de los dibujos animados.
Juega
conmigo en los ratos libres y trata de ganarme siempre, pero, a última hora, no
sé cómo lo hace pero acaba perdiendo la partida. Creo que me deja ganar. Me
abraza y me da besos por haberle ganado, parece un oso amoroso.
Me compra chuches y un bollo para la merienda,
me lleva al parque y jugamos al escondite o a ver quien corre más o a la
pelota. Dice que corre como una gacela, que trepa como un mono y se arrastra
como una serpiente. Es muy divertido el abuelo.
Mamá
me dice que le hago más caso y que quiero más al abuelo que a ella. Quiero
mucho a mis papas y también al abuelo. ¡Gracias abuelo por ser el papá de mi
mamá!”
Rabo de lagartija