Si tienes
preocupaciones,
la vida te mete prisa
y no encuentras
soluciones,
siempre queda la
sonrisa.
Si tu pareja te
agobia,
si te aprieta la
camisa
y al trabajo tienes
fobia,
siempre queda la
sonrisa.
Si el dinero se
termina,
no tienes saldo en la
visa
y la ruina te domina,
siempre queda la
sonrisa.
Si llegan las
elecciones
y tu conciencia te
avisa
que no votes a
ladrones,
siempre queda la
sonrisa.
Si tu vida ya se
otoña,
si tu pelo ya se
agrisa,
depresiones, ni de
coña,
siempre queda la
sonrisa.
Si te revisas la boca,
el precio no te da
risa
y en tu ruina
desemboca,
siempre queda la
sonrisa.
Si la enfermedad te
acecha,
no te consuelas ni en
misa
y tu porvenir se estrecha,
siempre queda la
sonrisa.
Si tu amor se
resquebraja,
tu vida un cambio
precisa
y tu lívido rebaja,
siempre queda la
sonrisa.
Si caduca tu belleza
y los piropos te sisa,
llévalo con entereza,
siempre queda la
sonrisa.
Si tu voz se queda
muda,
no ejerces de poetisa
y tu declamar desnuda,
siempre queda la
sonrisa.
Cuando por fin te
jubilas,
el trabajo no es
premisa
y de nietos no
espabilas,
siempre queda la
sonrisa.
Cuando acabas
vacaciones
y tu vida queda lisa,
con problemas y
marrones,
siempre queda la
sonrisa.
Cuando la Hacienda de España
te desangre de esta
guisa
y tu economía daña,
siempre queda la
sonrisa.
Si tus piernas ya no
andan,
el pie el suelo no
pisa
y tus impulsos no
mandan,
siempre queda la
sonrisa.
Rabo de lagartija
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