miércoles, 10 de octubre de 2018

Razón o locura





         Es difícil comenzar a escribir sobre un tema cuando la mente no está clara, tanto por parte de unos como de otros, o por lo menos, yo lo pienso así.

         En estos días y estos meses, a todos nos han llegado noticias a los oídos de deseos y de imposiciones, que al más listo le hacen pensar si todo es bueno, o por el contrario sólo son deseos y ganas de llamar la atención y de figurar en un rótulo de la tele.

         Por mi parte, y sin deseos de molestar a nadie y menos criticar sus pretensiones, he notado unos titulares que me hacen pensar en lo que puede pasar, si algunas cosas se lograran llevar a cabo y donde terminaría todo.

         Todo el mundo pide, todo el mundo quiere, todo el mundo exige, todo el mundo tiene razón, todo el mundo quiere normas nuevas. Ya no vale nada de lo de antes. Todo, de la noche a la mañana, se ha podrido, ya nada es apto para vivir hoy, que es lo que está pasando.

         Una casa, un pueblo, una nación. Eso somos todos. Todos pagamos para tener lo que necesitamos, caminos, carreteras, hospitales, colegios, empleados públicos que nos resuelvan las necesidades. Y todo eso cuesta dinero, porque todos necesitamos dinero para vivir, gastarlo en lo que más nos guste o lo que necesitemos.

         En los asuntos políticos, es una tormenta de descalificaciones diaria, pero en el tema de las mujeres, nadie acierta en contener los asesinatos, y eso sí es muy grave. Pero lo cierto es que no funciona y todos los días tenemos que oír lo que no deseamos, ni para las mujeres ni parta nadie. Parece que hasta hoy todo ha sido horroroso y detestable en todos los sentidos. Es como si los hombres fueran lobos hambrientos, y hoy ya no se pueden acercar a las mujeres, ni las mujeres a los hombres. Hay cosas que se deben hacer con calma y cautela, para que todo salga bien para todos. Todos conocemos detalles que pueden causar asombro y admiración y otros que causan vergüenza, sea en la persona que sea. Hoy se están pidiendo cosas que, primero, hay que ver por donde empezar, para no tener que arrepentirse.

         Es muy fácil pedir cuando no nos cuesta nada y cuando queremos que lo paguen los demás. Y también cuando decimos aquello de…”Por pedir que no quede”.


Trotamundos

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