El otoño es una explosión
de colorido.
Las hayas se ponen
rojizas, los álamos van del verde al amarillo para luego pasar al marrón en
contraste con los pinos verdes.
En los atardeceres se
pone el sol naranja y el cielo adquiere
unas tonalidades difíciles de describir. Cuando amenaza lluvia, gris.
El aire fresco y
tranquilo pasa entre las hojas bailarinas y se puede escuchar un siseo, que a
mí me parece una música agradable y placentera.
Hay un aroma en el
ambiente a jara, tomillo y mandarinas.
Dar un paseo entre las
hojas recién caídas, cuando aún crujen, es una sensación que evoca mi niñez. No
me puedo resistir a pisarlas, aún hoy, aunque la madurez se haya instalado en mí.
Clave de
Sol
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