No todo el mundo es consciente de los pequeños
placeres que se pueden disfrutar.
Cada persona tiene
sus gustos y costumbres, pero; ¿quién no encuentra placentero, llegar a
casa y quitarse los zapatos después de un largo día?
Cuando en invierno sale un poquito el sol y quedarte
ahí parado a disfrutarlo.
Pararse frente
a un árbol, observar su majestuosidad
y fijarse en el baile que hacen las hojas e imaginarte una música.
Quedarte cinco minutos más en la cama una fría mañana.
Salir en verano a caminar muy pronto, cuando aun no
hace mucho calor.
Las noches de fiestas y baile.
Caminar bajo la lluvia.
Saborear un bombón con los ojos cerrados.
Jugar con los más pequeños.
Nadar en el agua fría.
Estrenar algo de ropa nueva.
Leer, oler y manosear un libro, disfrutando de cada
página.
Estar de sobremesa hablando con la gente que aprecias,
solamente por el puro placer de estar con ellos.
A veces hay que pararse y pensar lo
que verdaderamente nos va a dar ese pequeño placer diario que seguro nos
merecemos.
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