El
coche se detuvo frente a la casa. De su interior salieron sus ocupantes con
dirección a la puerta de entrada a la vivienda. Después de algunas reformas se
disponían a hacer su traslado al que
sería su nuevo domicilio.
El
barrio donde se ubicaba la vivienda, se caracterizaba por ser una zona de casas adosadas y jardín en la parte trasera de las mismas.
A los
nuevos vecinos les acompañaban dos gatos. Los animales no tardaron en adaptarse
a su nuevo destino. Uno de ellos, el más curioso, no dejaba de merodear por la
zona para tomar contacto con ella y descubrir
todo lo que rodeaba su entorno.
Un
día en que el gato se encontraba en la parte trasera de la casa, llegaron hasta él el ruido de voces y risas
de un lugar cercano al que se encontraba. Curioso se acercó sigilosamente al
lugar de donde estas procedían, descubriendo a los niños que jugaban en el
jardín de la casa de al lado. Al llegar a donde estos estaban se quedó
mirándoles siguiendo sus movimientos, y
en esto estaba cuando los pequeños descubrieron su presencia y empezaron a
llamarle para que jugara con ellos.
Desde
aquel día el gato se hizo amigo inseparable de los niños. Cada día esperaba en
la puerta de la casa a que estos llegaran del colegio para entrar en el
interior de ella para jugar y dejarse acariciar por sus compañeros de juegos.
Un
día los niños pensaron en darle un juguete nuevo. Decididos buscaron en el
trastero los ratones de juguete que habían pertenecido al gato que ya no estaba
con ellos. Después, salieron al jardín con ellos para dejarlos semiescondidos
para que éste los encontrara.
A la
mañana siguiente cuando salieron al jardín vieron junto a los ratones de
juguete un ratón que no era como el que ellos habían dejado, sino la presa que
el gato había cazado y les dejaba como prueba de un intercambio.
I R I S
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