Una vez más, nos encontramos
inmersos en una transición.
Venimos de una época de
bonanza y nos encontramos vadeando una
de aquellas plagas de Egipto, que le dejaban asolado por siete años.
Nunca como ahora persigo yo la
justicia, en un mundo tan carente de ella.
Veo el paisaje actual, y
después de dos mil y pico de años, nuestra civilización y el mundo entero ha
pasado por todo tipo de etapas: con guerras entre tribus, entre pueblos, entre
países, de nobles contra reyes, de burgueses contra nobles y reyes…
Ahora con casi todo el mundo
en democracia, podía esperarse que algo cambiara
en benefició de quienes más lo necesitan;
pero ¡ca! no Sr. Tal como yo lo percibo, la pirámide neocón va a seguir tan
vigente como antes del crack del 2008.
En la cumbre, reinando, se
encuentra el “becerro de oro”. ¿Recuerdan “el becerro de oro”, con el que fue
tentado Aarón, aquel hermano de Moisés? Un
día que éste último, se fue a rezar al desierto, le encomendó a su hermano que
cuidase de su tribu, y que no se dejara tentar del becerro de oro. Aquí aparece
la parábola bíblica. Aquel hermano se dejó tentar y pecó.
En nuestra sociedad tan
avanzada, tan mundializada y tan demócrata, hay escasez de justicia. Porque todo lo preside el dinero. En
esta democracia del s. XXI seguimos teniendo tres estamentos o castas: en la
cima el “becerro de oro”, bajo su bota, ejerciendo el poder civil, un compuesto
de residuos del viejo régimen, los burgueses, la iglesia y los funcionarios que
nos gobiernan. En la base, como siempre, la clase obrera, (a la sazón a la
deriva o en el paro) acompañados por los nuevos esclavos que llegan desde todas
partes, por que en sus países, las castas son más extremas y pasan hambre.
La democracia y sus servidores,
entre los que me encuentro por votar, le damos al becerro de oro la pátina de
honorabilidad de la que carece. Son ellos los que nos han conducido a la catástrofe.
Por muchos engendros que los políticos se tiren a la cara, (hasta conseguir
ensuciarnos a todos) no dejan de estar al servicio del dinero, lo que no deja
de ser indignante.
Con todo, lo peor es que no tienen conciencia
del mal que hacen y al final todos nos dejamos llevar. Porque aunque pensar es
barato y no cuesta más que abrir la mente al mundo, hay que enfrentarse a la realidad circundante. Entonces
descubres que, aunque tú comes todos los
días tan ricamente y ves el sol, también notas que el sol no brilla igual para
todos. Para los más débiles, el becerro se interpone entre ellos y el sol, y ellos
se hallan en la oscuridad. Tanta
injusticia, hace que yo me replantee seguir hablando de democracia. Estando las
democracias al servicio del capital, conmigo que no cuenten. Por lo menos
yo, desde este instante, me estoy
volviendo agnóstica de un régimen tan supervalorado.
¿Desde cuándo los Estados no son soberanos?
Que nos lo cuenten, porque a lo mejor no tenemos que ir contra el Gobierno sino
contra los mercados… Aquí es donde han hecho dejación de funciones. Oiga, si
usted no manda, dígame a quien debo votar. Usted es solo un mensajero.
Quirón
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